Lo  bueno  del  «imperialismo malo»

Cómo definimos la hipocresía?  Bueno, la acepción «hipocresía» proviene del griego (hipokrisis) que significa fingir o actuar una respuesta. En otra palabras, es la actitud de fingir cualidades, sentimientos o ideas que son totalmente opuestas a las que en realidad  se sienten, se piensan o se tienen.

Es obvio que esto corresponde a lo que en los seres humanos identificamos como los anti-valores o valores inmorales,  que no son mas que actitudes negativas o conductas dañinas  que el ente humano manifiesta en el discurrir de su vida y de frente a la sociedad, entre los cuales podemos citar: la deshonestidad, la envidia, el egoísmo, la mentira, la soberbia, la intolerancia y el irrespeto entre otros.

Si hay una ciencia social en donde la hipocresía tiene su caldo de cultivo en mayor preponderancia, sin lugar a dudas, lo es en el campo político, no obstante ser la política una ciencia noble, pura y sobre todo,  excelsa  cuando  se practica con honestidad, seriedad y suma vocación de servir a quienes confían en los líderes que en ella se destacan.

Pero, no solo los llamados líderes políticos incurren en la hipocresía en sus actividades partidarias en aras de obtener las mieles del poder,  sino que esta práctica es común entre sus acólitos y/o partidarios que no tienen sonrojo alguno en hacerla parte  de su conducta habitual y su postura frente a las circunstancias sociales de sus vidas.

Los camaleones de la política

   Los camaleones son una especie de lagartos y miembros de la orden Squamata, que tienen dos características muy particulares: cambian de color de acuerdo a las circunstancias y sus ojos miran independientemente el uno del otro, lo que les permite tener una visión de 360 grados. Se puede decir que el cambio de color se considera como un mecanismo de defensa ante la presencia de algo que ponga en riesgo su vida.

De la misma manera, hay  camaleones con rasgos humanos tanto en la actividad política, como en los diversos grupos de individuos que conviven en la sociedad de hoy en día, que cambian de posturas, ideas o intenciones, siempre buscando sacar ventajas y aprovecharse de las circunstancias que les rodean, pensando siempre en sus propios beneficios y abjurando con su conducta lo que predica.

Estas personas con ese doble rol y con un doble discurso, yo los califico como  miserables hipócritas,  carentes de pudor y de éticas. Nada es más absurdo en el comportamiento social y político en  un individuo, que hacer todo lo contrario a lo que impunemente predica y asume en su vida privada un rol diferente.

El ejemplo más palpable de estos aprovechadores los vemos en los comentarios que a diario surgen en los diarios digitales en torno a determinadas  noticias y, por igual, en algunos articulistas  de este  prestigioso medio informativo, que al explayarse en  su verborrea escrita  la emprenden en contra de los Estados Unidos por su geopolítica  a nivel mundial, por su política  neoliberal y por tener como referente el modelo económico del capitalismo, siendo este país su mayor representante ante los ojos del mundo.

Lo curioso de estos camaleones y oportunistas de marca mayor, es que en su mayoría lanzan sus diatribas envenenadas desde el mismo territorio norteamericano, dando una muestra de su doblez moral,  falta de ética y decoro, de carencia de dignidad y de tener un doble discurso: Muerdo la mano de aquella nación que odio y que al mismo tiempo me aprovecho de su sistema capitalista, el cual fustigo y condeno.  Les aseguro, que a ninguno de estos cínicos ustedes los verán escribiendo desde naciones cuyo regímenes dictatoriales y autocráticos ellos defienden a rajatablas como son: Cuba, Nicaragua, Venezuela, China o Corea del Norte.  Aquí se aplica el conocido refrán que reza: «Los puercos se arrascan en todas las matas, menos en las de jabilla».

Y es que, como es harto conocido, estos socialistas a distancia les encanta lo que encuentran al llegar al «malvado imperio» y máximamente, cuando han dejado atrás un rosario de penurias sociales y económicas que les cuestas recordar y que no quieren volver a vivir. Y es por eso que, cuando llegan y ven las diferencias entre lo que tenían como ciudadanos del Tercer Mundo y de lo que pueden disfrutar, se adhieren al «malvado imperio» como hiedras humanas, al mismo tiempo que vomitan toda su hiel y sus resentimientos ocultos culpando a esta nación de sus desgracias pasadas.

Por otro lado, les resulta gratificante al que emigra a esta gran nación y aunque sea trabajando duro, disfrutar de un alto nivel de vida, una sistema educativo de primer orden para sus hijos, un modelo de salud desarrollado y avanzado, abundante comida, trabajos, ayudas sociales (Food Stamp «SNAP», medicaid, medicare, Sección 8, Social Security) y un sistema seguro y permanente del pago a su retiro por vejez, algo que se constituye en un calvario en las naciones del Tercer Mundo.

De igual manera,  transitar por  un sistema vial moderno y calles libre de basura, disfrutar de  agua y luz permanente, contar con la seguridad social de una policía  efectiva,  poder llegar a tener uno de los pasaportes de mayor poder internacional, la posibilidad de ser ciudadano norteamericano y viajar sin ninguna restricción a cualquier parte del mundo,  amén de otros privilegios sociales y políticos,  como lo es el derecho a elegir al presidente más poderoso del planeta.

Admirar y disfrutar de las bellezas y el modernismo de esta gran nación y sobre todo, tener como modo de pago por el trabajo realizado la moneda de mayor transacción a nivel mundial: el dólar estadounidenses, la cual  multiplica su valor  cuando la envían a sus naciones de origen, constituyendo en una gran ayuda para sus familiares y un fuerte soporte económico para la economía de los países a donde son enviadas al mismo tiempo de elevar su nivel de vida.

 

Estas son algunas de las cosas buenas  del «malvado imperio» por las que millones de seres humanos tratan de cualquier manera llegar al mismo, incluyendo por supuesto, a estos mal agradecidos camaleones socialistas que «rechazan el sistema»,  pero lo  aprovechan al máximo y a su conveniencia al tiempo que cierran sus ojos al estilo  de los gatos barcinos para no mirar quien les dan de comer y les  permite sobrevivir.

 

La cantinflescas justificaciones

   Es bien conocida la retórica clásica y desfasada de los socialistas a distancia  para culpar a los Estados Unidos y a Europa de sus propias desgracias y las de los pueblos desde donde proceden.  Ellos sienten un inmenso placer en hacerlo,  porque es la manera es que canalizan sus resentimientos y frustraciones de que el modelo comunista y utópico de «eliminar las clases sociales» de    Karl Heinrich  Marx,  Friedrich Engels  y Vladimir  Ilyich Ulyanoc «Lenín», no haya alcanzado sus objetivos para la  dominación mundial, tras haber fracasado en Rusia tras la Perestroika de Gorbachev, la caída del Muro de Berlín en Alemania  y China haber sepultado la ideas rurales  de Mao Tse-Tung junto a él en la Plaza Tiananmen.

Leyendo o escuchando sus peroratas y las excusas que utilizan los socialistas para justificar su iniciativa de venir a vivir a los Estados Unidos  es lo más cursi, pueril y cantinflesco  que uno pueda percibir, cuando esos individuos deciden cambiar el rumbo de sus vidas y no enfilan  hacia el sur que es donde quedan las naciones por las que «luchan para liberarla del yugo opresor», sino que hacen maletas hacia el norte, que es donde queda la nación que ellos «repudian» y en donde impera un sistema  neo liberal y capitalista  que  que  consideran «malo, cruel y voraz».

Una clásica frase de estos camaleones socialistas es la de : «Vine a destruir al monstruo dentro de sus propias entrañas». Pero, si esta frase  es ridícula y chistosa, peor es lo que ha sostenido en varios artículos  en «AlMomento.net» el Dr. Miguel Espaillat Grullón,  residente en el Bronx en New York y  fiel defensor de las tiranías narcotraficantes y criminales de Cuba, Nicaragua y Venezuela y cuya  aversión a los Estados Unidos es notoria. Los motivos por la cual este camaleón socialista vino a residir a los Estados Unidos se fundamentan (según él) en dos razones básicas:

a) Vino a resarcir al pueblo dominicano «por todo lo que ha saqueado el imperio a la isla y el daño causado por sus acciones», como si él fuera un Robin Hood moderno.

b) Porque como «la Rep. Dominicana es una colonia del imperio yankee  da lo mismo estar aquí que allá», una falacia que él no puede demostrar y por demás absurda.

Si uno escucha o lee tan pobres argumentaciones  proveniente de una persona sin méritos académicos para justificar su presencia en un país que dice odiar lo mismo que a su sistema económico, se le puede atribuir a su escaso desarrollo cultural y su fanatismo ideológico,  pero no es admisible cuando proviene de un abogado y un hacedor de opinión pública como lo es el Dr. Espaillat Grullón a través de sus artículos. Eso es ser cínico, hipócrita, mentiroso, deleznable y poco serio. No es más que  un sofista y un charlatán de las palabras.

Quién le ha pedido a Espaillat Grullón ese «sacrificio personal»?  A quienes les ha devuelto él lo sacado al imperio durante su permanencia? Cómo cuantificó el Dr. Espaillat el monto a recuperar por él  lo sacado por Estados Unidos  al país?

Como sabemos, los Estados Unidos invadieron a la República Dominicana en dos ocasiones:  el 13 de mayo de 1916 y  el 27 de abril de 1965  y  a lo mejor, son  de las excusas para que el Dr. Espaillat Grullón se «vengara» de los norteamericanos por mancillar el suelo. Pero, sucede que nosotros también sufrimos la ocupación haitiana durante 22 largos años, en donde muchos ciudadanos, patriotas y algunos de los Trinitarios sufrieron el escarnio de las horda haitianas en Quisqueya, y yo me pregunto ante la «sensibilidad nacionalista» de Miguel Espaillat Grullón: porqué no enfiló hacia el territorio haitiano y se radicó allí  más cerca para «cobrarse» esa afrenta ?

Al parecer, la «epidermis nacionalista» de Espaillat Grullón, nos demuestra que es muy selectivo a la hora de cobrarse las ofensas patrióticas y sabe muy bien elegir a donde vivir para resarcir las mismas a su mejor conveniencias. A estos oportunistas del quehacer político, el sicólogo Alfred Adler los definió muy bien cuando expresó :

«Es más fácil luchar por unos principios que vivir de acuerdo a ellos.

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