Leonel  Fernández, Guaidó y la crisis venezolana

No hace mucho, el expresidente dominicano  Dr. Leonel Antonio Fernández Reyna, hizo pública a la prensa nacional unas declaraciones en relación a la crisis política que vive la República de Venezuela, la cual mantiene a la sociedad venezolana en ascuas, ante la incertidumbre de lo que pudiera ocurrir.
La señalada crisis política, social y económica, no sólo envuelve en el escenario a los nacionales de esa nación sino que trasciende más allá de sus fronteras en donde se vuelven a dar otra vez,  los atisbos ahora entre tres potencias mundiales, cada una con intereses diferentes enfocadas hacia el mismo objetivo, que nos recuerdan los enfrentamientos geopolíticos en la llamada Guerra Fría entre los Estados Unidos y la exUnión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) siendo la isla de Cuba el centro  en aquella ocasión.
 Considero al Dr. Leonel Fernández  -y así lo he manifestado ya- conjuntamente con los ex-presidentes fallecidos, Dr. Joaquín Antonio Balaguer Ricardo y el Prof. Juan Antonio Bosch Gaviño, como el trío de líderes políticos más destacados y capacitados que ha tenido la República Dominicana a lo largo de su vida política e institucional, independientemente de que estemos o no identificados  con uno o con el otro en sus idearios o percepciones políticas. Lo cortés no quita lo valiente -dice un viejo dicho- y mucho menos, desdice o puede  aminorar las diferencias ideológicas que nos pueda distanciar de cada uno de ellos.
 En consecuencia, difiero totalmente y las considero inaceptables, viciadas, sesgadas y muy parcializadas, las declaraciones formuladas por el Dr. Leonel Fernández en torno a la legitimidad como Presidente Interino de Venezuela del Ing. Juan Gerardo Guaidó Márquez.  En lo particular, no me extraña esa postura y no esperaba lo contrario dada la muestra constante de aceptación e identificación con la tiranía chavista de Venezuela del Dr. Fernández Reyna, del cual  el gobierno dominicano se ha deslindado de su postura, ya que se ha sumado a la larga lista de países en el mundo que han reconocido a Juan Guaidó como el Presidente Interino en la patria del Libertador  Simón Bolívar.
Estoy muy consciente  que se constituye una osadía de mi parte,  debido a mi limitada capacidad académica como un simple bachiller, de rebatir   con un intelectual de la talla y capacidad del Dr. Leonel Fernández.  Vendría a ser la lucha entre David y Goliat, pero, creo que cuando se debate con los argumentos válidos para sostener una postura, no importa la capacidad académica  que pueda tener la otra persona,  ya que la verdad se percibe, es demostrable, es brillante como el sol y,  aunque nos pongamos vendas oscuras, siempre se filtra su esplendor.
La génesis de la crisis política en Venezuela
 
Para nadie es un secreto que cuando la izquierda socialista asume el poder por cualquiera de las vías  ya sea por las armas o  por elecciones, nunca contemplan la posibilidad de abandonar el mismo, porque entienden -erróneamente- que  son imprescindibles, necesarios y sin ellos, al parecer,  la nación que gobiernan se detiene o se derrumba.  Algo parecido al concepto que tenía de sí mismo el Rey de Francia Luis XV,  cuando al percibir sus días finales  por los aires de libertad que se inspiraban  de la Revolución Francesa por venir, dijo:  «Aprés mois le déluge» que significa: «Después de mí, el diluvio».
Los ejemplos son visibles: Cuba,  con seis década de tiranía; Nicaragua, con la dinastía de los Ortega que desplazó a la de los Somoza; Evo en Bolivia, el cual desconoció el referéndum del pueblo que lo rechazó en febrero del 2016 y quiere gobernar indefinidamente;   el chavismo en Venezuela,  que en dos década y sustentado en elecciones amañadas, ha arruinado a una nación rica y ha puesto a su pueblo a pasar hambre, fomentado el odio, la división  y obligado a casi tres millones de ciudadanos a emigrar involuntariamente. Ni qué decir de la tiranía de la familia Kim en Corea del Norte desde el 1912 y del del Partido Comunista de China gobernando desde el 1 de octubre de 1949.
Es por eso que la cúpula bolivariana en Venezuela,  por aferrarse al poder, ha cometido una serie de barbaridades y atrocidades políticas, que la han llevado a perder credibilidad frente al concierto de las naciones,  siendo la última de ellas  el haber realizado el pasado 20 de mayo  2018 unas «elecciones presidenciales» las cuales fueron de todo, menos precisamente eso: unas elecciones libres, confiables, creíbles, diáfanas y transparentes, cuyos resultados predecibles se conocían de antemano, lo que generó una serie de repulsas a lo interno de la nación y en el concierto de las naciones del mundo. A partir de ahí se incubó la crisis que hoy mantiene en vilo al pueblo del Bolívar democrático.
 Las razones por las cuales las últimas «elecciones presidenciales» fueron viciadas y carentes de total credibilidad y que dieron paso a la crisis que hoy se vive en Venezuela, son las siguientes:
a)  Se adelantaron unilateral  y de manera ex profeso en enero para mayo  las elecciones  presidenciales,   cuando siempre se han celebrado en el último trimestre de año, o sea, en diciembre. Con esto se buscaba confundir a la oposición y no darle tiempo de organización.
 
b)  El origen de la convocatoria a «elecciones»  fue altamente cuestionable e inaceptable, pues la formulaba la Asamblea Nacional Constituyente «Cubana», la cual se atribuyó poderes legislativos que sólo eran propios de la Asamblea Nacional  elegida por el voto en las elecciones parlamentarias, las cuales habían ganado la oposición, violentando el chavismo la decisión soberana del pueblo al elegir a los miembros de la Asamblea Nacional.
c) La empresa Smartmatic  encargada y responsable del voto electrónico y  cuyos ejecutivos salieron exiliados a Miami, denunciaron que los procesos electorales llevados a cabo en la elección de la Constituyente el 31 de julio 2017 y las regionales del 15 de octubre 17, fueron ambos fraudulentos y se manipularon las datas. Aparte de que, como se pudo comprobar, desde el gobierno se dificultó el votos de más de 2 millones de ciudadanos, hubo ventajismo, violencia, trampas, corrupción, coacción y chantaje para torcer y desconocer voluntades.
 Es obvio que todos estos procesos amañados, turbios, manipulados y con suma coacción gubernamental, jamás podría generar un clima de convivencia pacífica o llegarse a un acuerdo político, mediante el cual pudiera llegarse a una solución de las partes. Por esa razón, todos los diálogos y comisiones propuestas para ellos fueron fallidos y no se llegó a ningún resultado.
Es evidente que esa «elecciones generales» no se cumplieron para nada los índices de integridad electoral como está establecido en los tratados internacionales al cual Venezuela es signatario. También, se privó a los partidos mayoritarios de participar libre y de manera abierta en el proceso y sus principales líderes estaban presos (Leopoldo López);  inhabilatados (Corina Machado y Enrique Capriles); otros exiliados (Antonio Ledezma) y el registro electoral no se actualizó como  requiere  la Ley Electoral.
 Como consecuencia de todas estas irregularidades,  el gobierno chavista  no tuvo siquiera la decencia de disimular;  fueron motivos más que suficientes para que  los partidos mayoritarios de la oposición  se abstuvieran, el pueblo venezolano y la comunidad internacional, desconocieran esos comicios como buenos y válidos.  En consecuencia, la proclamación de originario de Cúcuta era ilegal, írrita e improcedente, lo que conllevó a crearse un vació de poder al culminar su período gubernamental el 9 de enero del 2019.
La legalidad de Guaidó al asumir el liderazgo.
 
Aparte de el originario de Cúcuta ser «electo» en unas elecciones fraudulentas, desconocidas por la Asamblea Nacional y por la comunidad internacional, cometió el desliz político de «juramentarse» frente  al Tribunal Supremo de Justicia, siendo la misma en consecuencia, una juramentación inconstitucional.  La respuesta a este vacío de poder está consolidado en el Art. 233 de la Carta Magna, la cual establece que: «Cuando se produzca la falta absoluta del presidente, se encargará de la República el presidente de la Asamblea Nacional hasta que se convoquen nuevas elecciones».
Juan Guaidó es el presidente de dicha Asamblea y asumió ese deber cívico y es lo que quiere hacer: convocar nuevos comicios.
No es verdad -como dice el chavismo- que Juan Guaidó se «autoproclamó presidente de Venezuela» ni que dicha acción sea un golpe de Estado, sino más bien, que asumió el mandato constitucional que establece el artículo 233 de la Constitución redactada en la era chavista.
Es por esa razón que me extraña -pero lo comprendo- que el Dr. Leonel Fernández Reyna,  siendo un  prominente abogado,  desconozca ese principio jurídico-constitucional en la Carta Magna de Venezuela.  Hasta donde sé -y no se si estaré equivocado- la parte esencial para un golpe de Estado real y efectivo, radica en el uso del poder militar y hasta ahora, no conozco de ninguno sin ese componente que haya tenido éxito.  Eso no es más, que los clichés propagandístico en los cuales son muy expertos los regímenes izquierdistas.
 
En sus declaraciones a los medios informativos, el Dr. Leonel Fernández dijo:  «Esa proclamación -la de Juan Guaidó- no goza de legitimidad, por lo que se debe recurrir al diálogo en busca de nuevas elecciones» (cierro la cita).  Más adelante manifestó: «La crisis que vive el pueblo venezolano es producto de un colapso económico, que generó el descontento de la mayoría de la población, por lo que,  el llamado a consenso entre los distintos sectores que convergen en la sociedad, es la vía para una salida sin más violencia». (cierro la cita)
   Otras de las acusaciones risibles y sin fundamentos que he leído o escuchado sobre el Ing. Juan Guaidó y su papel como Presidente Interino de Venezuela, es que dicen que «Cuáles  votos electorales obtuvo él para «proclamarse’ -cosa que él no hizo y lo expliqué en el párrafo anterior- como presidente de Venezuela? Bueno, eso está debidamente conceptualizado en el Art. 233 y en donde queda establecido el procedimiento a seguir.
 Pero, ante esos comentarios alegres, tendenciosos  y fruto de la poca investigación de los hechos en la historia política,  yo les pregunto a esos ingenuos comentaristas, articulistas, periodistas y hasta abogados, que suelen llamar muy alegres y orondos «presidentes» a ciertos personajes  de la historia política:  ¿Cuáles votos obtuvieron para se llamado como tales  Fidel  y su hermano Raúl Modesto Castro Ruz en Cuba?.  ¿En qué elecciones presidenciales, libérrimas y con participación de partidos oponentes, salió electo Miguel Mario Díaz Canel Bermúdez en Cuba?  ¿Con cuáles votos electorales en España obtuvo el socialista Pedro Sánchez Pérez-Castejón la presidencia del Gobierno de España? Lo de Cuba yo les llamo eufemismo político y charlatanería izquierdista; lo de Juan Guaidó asumir lo que dice la Constitución de un país.
 La  postura del Dr. Leonel Fernández Reyna ante la crisis venezolana así como la de algunos articulista que pululan por este prestigioso medio, me hace recordar la frase de Samuel Langhorne Clemens, mejor conocido como Mark Twain quien dijo: «Si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada»
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