Leonel, El Alfa y Natti Natasha

No logro entender cómo en un acto en que se estarían presentando las firmas de dos millones de dominicanos en respaldo a las aspiraciones del expresidente Leonel Fernández con miras a convertirse en el candidato del PLD, se haya tenido que recurrir, otorgándole la mayor principalía, a los jóvenes y populares artistas conocidos como El Alfa y Natti Natasha, a quienes se les atribuye haber concitado la mayor parte de la concurrencia presente, especialmente de jóvenes.

En una actividad en la que se gastó tanto dinero, y en la que el expresidente Fernández se proponía mostrar de manera contundente el respaldo que tiene en la población, ha de suponerse que se analiza cada detalle, se calculan sus efectos y se mide el aporte que cada participante pueda hacer al posicionamiento de la buena imagen del candidato.

En actos de esta naturaleza se refleja de manera ostensible la percepción que el líder y organizador tiene de la sociedad a la que está dirigido su contenido, correspondida esta percepción con la imagen que el universo de votantes, también, en un ejercicio de retroalimentación, se puede hacer del candidato. Parece que en esta actividad solo se tomó en cuenta un solo lado de este complejo fenómeno. Parece que se dijo: “vamos por el lado que más gente meta a este evento, especialmente si se trata de jóvenes”. A mi parecer un torpe simplismo político, que solo se puede explicar por una abierta subestimación de la inteligencia política del dominicano.

Si hay algo que se cuida en estos casos es que ninguno de los participantes en el acto le reste impacto a la figura principal. Sin embargo, por el largo espacio que se les dio a estos invitados, por el impacto que provocaron, y por las muchas opiniones que han generado, parece que ellos eran los protagonistas, y el discurso de Leonel (más breve y con un perfil político más bajo y conservador que de costumbre) era solo una parte importante del reparto de este cuestionable guion. Un evento político amerita una lectura integral, todo lo que se incluye debe responder a una lógica que busca, no solo producir un ruido momentáneo, sino apuntar a un posicionamiento en la preferencia de un electorado que está obligado a pensar en su destino, aunque sea de forma muy acabada y reflexiva.

Estos jóvenes con el estilo y lírica de su música son la cara de una ética individualista y desconocedora de las normas. Ellos, en sí mismos, son un mensaje claro. A ellos, los líderes de la sociedad deben dirigir políticas, no para auparlos y promoverlos, sino para rescatarlos de sus fantasías hedonistas, de su vacío, y hasta de su angustia. Ellos no constituyen el modelo más auspicioso y prometedor. No quiero descalificarlos, ni moralizar, ellos necesitan ayuda y su arte debe ser reorientado para ponerlo al servicio de mejores causas. Ellos no son el modelo que este país necesita seguir.

Algunos han pensado que la presentación de estos dos millones de firmas, que los organizadores del evento dicen haber recolectado, no tenía el impacto necesario en si mismo. Se trataba de una obra mala ya vista, y repetirla requería de unos ruidos en boga para aumentar su atractivo y al mismo tiempo disimular la monotonía y el cansancio que genera   una obra ya repetida, que como cantó Natti Natasha, “no me acuerdo”.

El mensaje que se envió desde el evento del Estadio Olímpico no fue consiste con las pretensiones de un político que aspira ser presidente nuevamente. Con esto no quiero decir que el evento no tuviera animación con una participación artística variada para ambientarlo, incluso, para lograr impacto en determinados sectores de la población. Pero el mensaje, lo que se quería lograr, por lo menos, para la imagen del expresidente Fernández no fue lo más favorable. El desinterés mostrado por el discurso, quedó evidenciado por lo que dijeron muchos de los jóvenes al salir: “Yo vine para ver al Alfa y Natti Natasha, no a escuchar a Leonel”. El mensaje del evento no generó esperanza, no dejó ver el lado serio y comprometido con las necesidades de la gente que debe tener todo proyecto político.

En este acto, o salió lo que verdaderamente Leonel le está ofreciendo al pueblo dominicano, o él ni sus estrategas supieron vestir bien el santo para que no se viera la impudicia y el descaro. El grito ¿Dónde están los criminales…? fue uno de los momentos más provocativo y sugerente del evento, al extremo que  algunos comentaristas en las redes se preguntaron, si Natti se había quedado ciega.

Estos desdoblamientos tan radicales, estas distorsiones tan escandalosas en la imagen de un político minan la confianza de los seguidores y generan desconcierto. De la plataforma Academicaintelectual y cultural de Funglode, a la tarima de un estadio a celebrar la lírica más dislocada, banal y vacía que ha conocido nuestra generación es algo que uno no logra explicarse.

Un hombre como Leonel Fernández que, por un lado, hace notables esfuerzos por presentarse como intelectual y profeta de estos tiempos, aunque lo que ha salido de su pluma hasta la fecha, para ser específicos (discursos, artículos y libros) desdice mucho de sus dilatadas pretensiones que no se corresponden con la creación de un pensamiento política, intelectual y académicamente consistente que amerite ser referenciado, consultado o reseñado con la frecuencia de quienes, por sus aportes, alcanzan  una categoría intelectual que no necesita de una  aparatosa estructura para ser promocionados.

Es lamentable que estos eventos tan insulsos y banales se estén montando alrededor de un hombre como Leonel Fernández, a quien lo postrimería y salida del escenario político dominicano de la trilogía Bosch, Balaguer y Peña Gómez, le brindó como a ningún otro la oportunidad –y tenía el talento y la formación para hacerlo– de cambiar para bien el doloroso y traumático devenir histórico de este sufrido y vilipendiado pueblo.

Al final, la pregunta que muchos se hacen es ¿Quién o quiénes fueron los más favorecidos con este evento? Si analizamos el impacto del mismo a nivel de los diferentes medios, El Alfa y Natti Natasha, fueron los más beneficiados, y a Leonel y a sus estrategas le queda la ardua tarea de replantear su imagen entre una juventud que se entretiene con esta música, pero que   eso  no es todo lo  que necesita para definir su porvenir y su vida, y eso lo sabemos todos.

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