Las guerras no son de Dios

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En el pasado siglo hubo
dos guerras mundiales, que dejaron un mal recuerdo a la humanidad; millones de
personas murieron antes, durante y después de éstas como resultado de las
mismas. Cada persona que muere en una guerra, defendiendo un ideal, o
cualesquier otros propósitos, es la muerte de una criatura de Dios. Nadie tiene
derecho a quitarle la vida a otra persona. Es ilógico pensar que las guerras
son soluciones de problemas existentes, ni pensar que éstas son beneficiosas,
porque, ¿cuánto vale una persona? No hay valor material alguno, que sirva para
pagar por la vida de una persona.

«Guerra: Lucha
armada entre países. Cualquier tipo de lucha, combate u oposición. Guerra civil
la que hacen entre sí los habitantes de
un mismo país. Guerra fría: Situación de hostilidad entre dos naciones, sin
emplear la lucha armada» Dicc. Lexus. Las cruzadas, también conocidas como
«guerras santas,» fueron unas ocho en total, las cuales son definidas
como «Cada una de las expediciones militares organizadas entre 1095 y
1272, por los reinos cristianos de Occidente, bajo el patrocinio de los papas,
con el fin de expulsar a los musulmanes de los
Santos Lugares y al mismo tiempo proteger las rutas comerciales con
Oriente» Dicc. Lexus.

En el Viejo Testamento
de la Biblia, se registran guerras autorizadas por Dios, por lo que, algunos
acusan a Dios de ser un Dios sanguinario. Sin embargo, cada quien debe
considerarse en el lugar que le corresponda; Dios tiene el derecho de decidir lo que él quiera hacer
con la humanidad. Hay dos razones para entender el porqué de esa actitud de
Dios: el había ofrecido la tierra de Canaán a los descendientes de Abraham y
debía cumplir su promesa; y además, estos pueblos se habían paganizados y
atribuían toda victoria a sus dioses; en consecuencia, Dios les demostraba a
ellos, que él era el verdadero Dios, con la finalidad de que israelitas y
gentiles creyesen en él.

Dios se ha ido
revelando a los hombres poco a poco, hasta llegar a su máxima revelación en
Jesucristo. Muchas personas, creen ser defensores de Dios, pero eso es un grave
error, pues él es como es. En Dios hay amor, pero hay ira y enojo; Dios crea y
destruye; Dios da y quita. No hay que negar lo que él ha hecho, ni como él es.
Predicar a Dios dentro de un enfoque diferente a lo que él es, no es bueno.
Está escrit «Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible,
tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y
reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor. Heb. 12:28, 29.

La manifestación de
Dios destruyendo el mundo de los tiempos de Noé; destruyendo a Sodoma y Gomorra
y además estuvo a punto de destruir a Nínive, lo revela como un Dios celoso de
las buenas obras y que no comulga con el mal. El es creador de un infierno, fuego
eterno. Gracias a Dios damos, que él ha puesto a Jesucristo como nuestra
propiciación, el apóstol Juan escribió: «Hijitos míos, estas cosas os
escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para
con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el
mundo» 1 Jn. 2:1, 2.

Durante la era
cristiana, Dios ha puesto a Jesucristo como el Salvador del mundo, bajo las
virtudes de amor, misericordia, bondad y gracia; en consecuencia no existe la
posibilidad de ordenar guerras contra aquellos que no acepten su palabra. Dios
ha manifestado su amor y ha mandado a predicar el evangelio a toda criatura,
«El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado» Mr. 16: 15, 16. Además cada uno dará su cuenta a Dios,
«Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el
cuerpo, sea bueno o sea malo» 2 Cor. 5:10.

Las guerras surgen de
las pasiones que hay en los individuos, codicia, avaricia, envida, etc. que son
conductas inapropiadas en el ser humano. Las guerras no son de Dios, pues él
quiere que amemos a nuestros enemigos, como también a los hermanos y al prójimo
en sentido general. Nadie debe apoyar guerras, y nadie debe hacer guerras. Dios
quiere que el hombre pueda vivir en comunión unos con otros. Es tiempo de orar
por los conflictos bélicos que hay en el mundo, para que el hombre entienda que
«violencia engendra violencia,» y que nada bueno se sacará de esas
guerras.

Hay muchos problemas en
el mundo, pues las diferentes mentalidades son causas de grandes dificultades.
Hay poca civilización en el mundo, y en verdad muchas religiones y
denominaciones no contribuyen a la convivencia de los pueblos. Los que profesan
la fe en Cristo, estamos llamados a orientar a los pueblos para que vivan en
paz, y demostrar que lo más importante es el ser humano. Hay que respetar a los
que disienten de nosotros y amarlos. Digamos, ¡no a las guerras!. No queremos
«guerras santas» ni de ninguna naturaleza. Desde los tiempos de
Jesucristo hasta su segunda venida, ninguna guerra es de Dios. Dios le bendiga.

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