La tranquila Guayaquil
Santiago de Guayaquil es una ciudad silenciosa, que no ostenta sus méritos ni hace halago de su importancia y no se detiene a disputar a Quito el merecimiento real de ser la capital del país. Pero es, sin duda, la ciudad más importante de Ecuador.
Su población actual es de tres millones de personas y su puerto es uno de los más importantes de la costa del Pacífico y de Sudamérica. A través de dicho puerto sale el 75% de las exportaciones del país, al mismo tiempo que ingresa el 80% de las importaciones. Esta particularidad, que la convierte en el centro comercial por excelencia de Ecuador, unida a la gran cantidad de empresas,fábricasylocales comercialesque existen en toda la ciudad, ha motivado que se le haya denominado «capital económica del país».
Como Guayaquil se encuentra ubicada en la zona ecuatorial, goza de un clima privilegiado en cualquier época del año que permite visitar y disfrutar los diferentes lugares turísticos de la ciudad, entre los que destacan sitios tradicionales como el pintoresco Barrio Las Peñas, que se ubica sobre el río y soporta la ciudad, tanto geográfica como históricamente. Allí los artistas crearon sus obras pictóricas y siguen haciéndolo; Ecua-Andino Hats, donde se muestra al visitante el proceso del tejido del sombrero con las mejores tejedoras, expertas en la elaboración de Sombreros de Paja toquilla. En el Showroom del lugar se pueden apreciar 300 modelos diferentes de sombreros y comprar los modelos que se deseen; el Parque Seminario, la Catedral, el Palacio Municipal, el Palacio de la Gobernación, el Malecón 2000, los monumentos a Bolívar y San Martín, el Puerto Santa Ana y el Teatro Sánchez Aguilar.
Sin ninguna duda, Guayaquil es una gran ciudad hermosa y vibrante que cada día se afianza más como la ciudad más importante de Ecuador. Resaltan en ella, una media docena o más de edificios altos que le dan un perfil de gran ciudad, pero en mi opinión es el Malecón a lo largo del Río Guayas, la plaza de la ciudad frente al río, con restaurantes y parque de juegos, lo que define la identidad de la ciudad.
Es importante señalar que el sombrero de Paja toquilla ecuatoriano es conocido en todo el mundo como “Sombrero Panamá”, dando la falsa impresión de que fuera fabricado en Panamá. Como dato curioso les digo que en el Ecua-Andino Hats me enteré de que un turista que acudió al lugar compró allí un finísimo sombrero por US$3,000.00, mismo que más tarde vendió al actor norteamericano William Bradley, conocido como “BradPitt”, por la suma de US$20,000.00, suma con la cual el actor se hubiera podido comprar 7 sombreros similares.
Pero una de las cosas más llamativas para mí de Guayaquil es el hecho de que ni aun en la Avenida 9 de Octubre, que es la calle principal del centro, se observan embotellamientos. A pesar de que en ella desembocan los trabajadores de oficina, los residentes y compradores en los grandes centros comerciales, nunca observé un embotellamiento. Es más, tomando en consideración la población de la ciudad y el hecho de que no cuenta con un metro, quedé con la impresión que el número de automóviles es escaso.
Pero sucede que su transporte masivo es ordenado y efectivo. Los autobuses se suceden uno tras otro ordenadamente y sin hacer rebases, sin que diste entre ellos una distancia mayor de 100 metros. Esto asegura a quien lo necesite un transporte rápido, seguro, cómodo y al precio de US$0.25 ctvs., y si mal no recuerdo US$0.15 ctvs., para estudiantes y mayores de 60 años; en esas condiciones, resulta más rentable y menos traumático dejar el automóvil en la casa entre semana y utilizarlo únicamente los días y horas en que no hay que acudir al trabajo.
Muchas veces me detuve sobre una de las aceras de la Avenida 9 de Octubre a contemplar el panorama en las supuestas horas pico del transporte y sin esfuerzo se podían contar los automóviles que pasaban con mucha mayor facilidad que los autobuses. Entonces, me remonté mentalmente a una de las avenidas de nuestra ciudad a las 8:00 a.m., el mediodía o las 5:00 p.m., y la diferencia es verdaderamente considerable.
Tampoco perturban al caminante el ruido de las bocinas de los automóviles. Los vehículos se desplazan en silencio.
Al parecer tenemos mucho que aprender, o mucho que ordenar. No sé de qué voluntad depende esto, pero estoy seguro de que ya es hora de comenzar.
jpm