OPINION: La temible recesión

El devenir económico de una empresa y el de un país está marcado por los ciclos, etapas o fases por las cuales atraviesan periódicamente. De ahí que la ciencia económica destaca los periodos de: bonanzas o prosperidad, normalidad o estabilidad y la muy temible crisis o recesión, fundamentalmente.

Para muchos economistas, financistas y directores ejecutivos de empresas la recesión es el ciclo de mayor preocupación en el presente año 2019.

La famosa publicación económica Bloomberg destaca a través de unos de sus artículos de fondo basado en varias encuestas realizadas entre ejecutivos empresariales del  mundo, que la mayor  preocupación es la recesión a la cual le siguen: las amenazas al comercio mundial, la inestabilidad política mundial y los nuevos competidores

Conforme dicho sondeo, las preocupaciones más amplias de los inversionistas sobre un debilitamiento del crecimiento global se han intensificado por los aumentos de la tasa de interés de la Reserva Federal (Fed), la caída de los mercados de valores y el cierre parcial del Gobierno de Estados Unidos.

Economistas cifraron el riesgo de una recesión estadounidense en su nivel más alto en seis años, mientras que los indicadores de manufactura y confianza del consumidor han bajado en las últimas semanas.

Según dicho sondeo el riesgo de recesión ha subido muy rápidamente en la lista de los directores ejecutivos o CEO de todo el mundo. Sin lugar a dudas hay una clara sensación de mayor inquietud por el entorno económico global en el que operan las empresas.

Otro tema preocupante para los economistas es que la deuda mundial se está aproximando a un record de US$244 billones, más de tres veces el tamaño de la economía mundial, según un análisis realizado por el Instituto de Finanzas Internacionales.

Conforme otro artículo de Bloomberg del pasado 22 de enero de 2019 la relación deuda/PIB mundial superó el 318% en el tercer trimestre del año pasado, a pesar de un ritmo de crecimiento económico más fuerte.

Con el aumento de las tasas de interés en todo el mundo, el Fondo Monetario Internacional ha advertido a los  Gobiernos mundiales que frenen los crecientes niveles de deuda y acumulen reservas frente a riesgo futuros.

La deuda total de los Gobiernos superó los US$65 billones en 2018 frente a los US$37 billones hace diez años y aumentó más  rápidamente en los mercados maduros.

La deuda corporativa no financiera aumentó a más de US$72 billones el año pasado, ahora cerca de un máximo histórico del 92% del PIB.

La deuda  familiar creció más del 30% a US$45 billones gracias al fuerte crecimiento en los mercados emergentes, especialmente de China, aunque República Checa, India, México, Corea, Malasia y Chile registraron aumentos de más del 20% desde el año 2016.

El endeudamiento del sector financiero aumentó alrededor de US$60 billones, un 10% más que en la década anterior.

La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) expresa que la economía latinoamericana crecerá un 2% en 2019 o 2.5%, en  ambos casos dos décimas menos de los calculados tres meses atrás, lastrada por el empeoramiento de las previsiones en México, la profundización de la crisis venezolana y la contracción de Argentina dentro de su proceso de ajuste (Informe, Perspectivas Económicas Globales del FMI, 2019).

Para el premio nobel de economía, Paul Krugman, 1991, en estos momentos, se perciben cuatro amenazas claras para la economía mundial entre otras: la crisis en China, donde se dan muchas inversiones y un gasto muy bajo de los consumidores.

Europa, durante años, la debilidad económica subyacente por causa del envejecimiento de su población y de la obsesión de Alemania con los superávits presupuestarios.

La racha de buena suerte parece estar llegando a su fin, con la incertidumbre que rodea el Brexit y la crisis en cámara lenta de Italia minando la confianza.

La guerra comercial: en las últimas décadas, empresas de todo el mundo han invertido cantidades ingentes de dinero basándose en la creencia de que el proteccionismo a la vieja usanza era cosa del pasado.

Pero Donald Trump no solo ha impuesto aranceles, sino que ha demostrado también su voluntad de incumplir el espíritu, e incluso la letra, de los tratados comerciales actuales. No hace falta ser un defensor acérrimo del libre comercio para creer que esto puede tener un efecto depresor sobre la economía.

El cierre de la administración en EE.UU, no son solo los trabajadores federales los que están sin cobrar. También los contratistas, a los que nunca se les compensarán las pérdidas, los perceptores de cupones para alimentos, que se quedarán sin ellos si la paralización continúa.

Ante un entorno tan frágil, desgarrado y turbulento, como el actual, las autoridades dominicanas no pueden ser tan optimistas al expresar que el crecimiento económico será de más de un 5% del PIB cuando se sabe que la economía es abierta al mundo y que debido a la globalización económica y financiera todos los países son un verdadero un vecindario sin fronteras, donde todos salen infectados por cualquier crisis.

 

De manera que se debe ser cauto o previsor y evitar el exceso de optimismo cuando las mismas finanzas y la economía aconsejan ser conservador para evitar los malos momentos de frustración.

Con una deuda pública tan exorbitante (52­% del PIB) y unos déficits: fiscales,  balanza comercial y de pagos tan pronunciados se debe ser más comedidos al emitir juicios sensacionalistas sobre el comportamiento de bonanzas de la economía dominicana para el año 2019.

Preocúpense más por evitar la profundización de las limitaciones de las finanzas públicas del país que regularmente en los años preelectorales de acentúan mucho más y evitar los efectos de una posible recesión mundial.

felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com

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