La suerte está echada

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EL AUTOR es dirigente deportivo y comunitario. Reside en Nueva York.

Después de dos años incursionando en el campo político nacional y local, tratando siempre de analizar los escenarios que se nos presentan aquí en Estados Unidos y en el plano internacional, todavía me asombro de lo que es capaz de hacer la gente cuando está motivada por la ambición.

Por eso dudo al responderle a los amigos que me preguntan del por qué decidí participar en política; y no es para menos, pues todos saben que siempre rechacé la intriga, que es lo mas común dentro de los partidos que son identificados como tradicionales.

Posteriormente, ya hechas públicas las inquietudes y motivaciones que me llevaron a “pasar de la palabra en las gradas, a los hechos en el terreno de juego”, ahora me pregunto yo mismo: ¿qué razones tienen algunos malos dominicanos para tratar de sacar provecho personal de todo lo que se hace en la política?

Tengo que reconocer que yo, personalmente, no tengo la contesta exacta de todas las preguntas, pero, tengo que decidirme por lo que creo es lo mas conveniente para el país. Yo no puedo, en estos momentos tan duros para el futuro de la patria, volver a sentarme en las gradas a ver el juego y esperar para saber quién será el ganador. Pero lo que yo si tengo bien, claro, es que el perdedor será el pueblo dominicano.

De verdad, yo no tengo ninguna opción. Yo tengo que respaldar a Ramfis Domínguez Trujillo en este nuevo reto que él ha planteado. Y lo hago con dolor de mi alma, porque en el Partido Democrático Institucional PDI, hay mucha gente a la que yo estimo y respeto, pero los intereses del pueblo están en juego y hay que preservar la esperanza que Ramfis representa, por todos los medios.

Yo soy “ramfista” por convicción. Lo puedo afirmar con firmeza, sin vacilar. Básicamente, estoy atraído por su discurso de esperanza y sus palabras de fe, para la gente como yo, que no confía en los partidos políticos y para el pueblo trabajador que ya está cansado de promesas vacías. Pero mas aún porque veo en él la decisión real de enfrentar a esta gavilla que nos mal gobierna.

Estos párrafos los escribo por la noticia que impactó los medios y redes sociales desde la mitad de semana. Me refiero al rompimiento político del Candidato Presidencial, Ramfis Domínguez Trujillo, con el partido conocido como Partido Demócrata Institucional (PDI) y que dirige don Ismael Reyes, un político de larga trayectoria en el escenario dominicano, pero que, por motivos que no alcanzo a comprender plenamente, nunca ha alcanzado el 1% de la votación nacional.

Confieso que, para mí, aun con la inexperiencia política que me reconozco yo mismo, esto me resultó como la “crónica de una muerte anunciada”, porque ya se sentía el tufo de la discrepancia y las contradicciones ya no se disimulaban. Hace dos semanas que lo expresé en las reuniones que celebra el equipo regularmente.

La separación entre el PDI y Ramfis era asunto de esperarse, pues ya se notaba que tenemos diferentes estilos de trabajo y desavenencias en el pensamiento político y en la interpretación de la situación nacional. Ramfis apuesta (y nosotros también) a reconstruir el país, al afianzamiento de la Nación que Duarte nos dejó; mientras que los partidos políticos, trabajan para sus cúpulas.

Nosotros vamos por la dirección del Estado, para garantizar el bienestar de todos; los partidos tradicionales sólo aspiran a controlar la estructura que hoy usurpa el Estado y usarla en su favor. Como se nota, tenemos planes, intenciones y objetivos muy bien diferenciados. Es verdad, nosotros no somos políticos, pero, somos gente que piensa en la patria, no en asegurar la vigencia política.

Ya, para despedirme, tengo que señalar, de manera humilde y sincera que tengo muy buenas relaciones con la dirigencia alta del PDI en USA, y claro está, eran nuestros aliados y seguirán siendo nuestros amigos.

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