La posible alianza PLD-PRD
Quizás yo esté más perdido que el hijo de Limberg, pero no me creo del todo que, 12 años corridos en el poder, no haya producido algún degaste –además de haber perdido en 28 provincias en el 2012- en el PLD que, por lo menos, no nos convoque a reflexionar sobre tanto éxito y el dicho aquel de que hasta la belleza cansa.
A propósito, el genial campeón de ajedrez cubano José Raúl Capablanca (1888-1942) tenía un método -para él infalible-: no analizaba las partidas que ganaba, sino las que perdía. No sé si el PLD ha estado emulando al gran maestro cubano, pero si es así, debería también prepararse para complicados finales como los que se están configurando de cara al 2016.
Fuera de que se logre o no una alianza o pacto con el PRD, la simple enunciación o tanteo de tal posibilidad, en mi opinión, es la más original y sagaz jugada política –post-Bosch- que el PLD haya podido articular, pues con ella, de concretizarse, el PLD resolvería-rompería con dos mitos: a) la falsa tesis de dictadura de partido (un invento de algunos intelectuales que les da vergüenza decir que son perremeistas); y b) haber sido capaz de revertir el degaste natural de un partido político en el poder y, de paso, compartir el poder con su otrora fuerza política opositora en el contexto-esfuerzo de un gobierno de unidad nacional con objetivos estratégicos-programáticos específicos.
Pero además, tal posible alianza o pacto, haría casi imposible un triunfo de la oposición que tendría que conformarse con algunas que otras diputaciones, sindicaturas y regidurías, a menos que, esa alianza PLD-PRD (y ojalá también, PRSC), se equivoque y lleve –por simple complacencia y compromisos internos rígidos- a sus peores y pocos posicionados candidatos. Sólo así, en un escenario decidido por el azar y los compromisos a rajatablas, esa alianza-pacto garantizaría exclusivamente al candidato presidencial que, en el caso deDanilo Medina, corre prácticamente solo y a mucha distancia del candidato de la oposición.
Sin embargo, y de no producirse dicha alianza o pacto, y muy a pesar de la altísima y sostenida aceptación pública y electoral del Presidente Danilo Medina, me temo mucho que el PLD, solo y sin el Bloque Progresista, podría impedir una segunda vuelta electoral y lo que ello implicaría en término de riesgo y redefinición del cuadro político-electoral (sin duda, un balotaje impredecible).
Ese posible escenario (el de una segunda vuelta), hay que descartarlo temprano como también el triunfalismo y, sobre todo, el creernos infalibles y dueños absolutos de la cancha, creyéndonos –pendejamente- que los demás son mancos y que no venden donde nosotros compramos.
Pero además, y hay que subrayarlo, en el PLD hay mucha falta de miradas sentidas; pero, sobre todo, hay mucho olvido…
Y eso hay que atenderlo y corregirlo (antes de…, mayo-2016).
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