Trump elige a Susie Wiles como jefa del gabinete en Casa Blanca
Abinader entrega muelles en Río San Juan y Cabrera para la pesca
Primer Ministro Haití seguirá en Puerto Rico, su futuro es incierto
El silencio que también corrompe (OPINION)
Del Renacimiento a SENASA: la ética en juego
El papa lamenta economía que trata «hombre una mercancía»
Rusia prevé reanudar contactos con EEUU para paz con Ucrania
Ucrania y EU acuerdan mayoría puntos de plan acabaría guerra
HONDURAS: EEUU felicita al ganador de las presidenciales
MEXICO: Nuevo tren pasajeros en el centro estará listo en 2026
EL SALVADOR: Registran 36 temblores tierra en lapso 10 horas
PERU: JNE confirma 34 fórmulas presidenciales y 1.400 al Senado
RUSIA: Autoridades interceptan 132 drones Ucrania en Moscú
La muralla fronteriza
Desde hace varios días se ha puesto en el tapete el tema de la construcción de un muro entre Haití y la República Dominicana con el objetivo de detener la entrada ilegal de haitianos. ¿Pero de qué frontera estamos hablando, si eso no existe? A lo que llamamos frontera, no es más que una línea imaginaria con algunos puntos divisorios marcando territorio. La idea en si no está mal, todo dependerá del uso que le demos al cascareado muro en el paso de haitianos para entrar a la República Dominicana a ejercer algún tipo de actividad. Digo esto porque se sin temor a equivocarme, que los mayores responsables del tráfico ilegal de haitianos son los militares que están encargado de vigilar nuestra frontera. El sueño y deseo de muchos militares dominicanos, es que lo coloquen de puesto en un control fronterizo, ya que ellos saben cómo obtener grandes sumas de dinero, mayormente a costa de los haitianos. No importa que construyamos el muro más alto y fuerte del mundo, si no colocamos militares probos y honesto al frente de su vigilancia, estaríamos perdiendo tiempo y dinero. Es verdad que el país debe buscar todo tipo de método para detener el flujo de ilegales haitianos, pero no menos es cierto, que con ese muro que reclamamos, podría salir más cara la sal que el chivo. En cambio si nos abocamos a establecer normativas legales como las tienen otros países para castigar a quienes alquilen viviendas, den trabajo o permitan la entrada de ilegales, surtiría mejor efecto que la construcción de un muro fronterizo.
