La genuflexión política y blasfema de un «mundito»

El fallecido y ex presidente dominicano Dr. Joaquín Antonio Balaguer Ricardo,  ha sido el único político dominicano que ha resultado electo siete veces para ocupar la más alta posición política de la nación dominicana, superando con ello a Buenaventura Báez . Fue un político dotado de una amplia cultura muy sólida y sobre todo, conocedor de la idiosincracia del dominicano como ningún otro y era propio en él,  hacer uso en sus discursos, digno de un orador de los tiempos de Roma, de refranes, frases y pensamientos para  robustecer sus ideas o criterios en un momento determinado.

Fruto de ese estilo y por demás, muy educador para los que los escuchábamos o leíamos, expresó una vez lo siguiente: «Si quieres conocer a mundito dale un carguito». Es dable aclarar que, esta frase no fue algo propia del Dr. Joaquín Balaguer, sino que la misma forma parte del refranero español, pero no por ello dejar de ser interesante y que fue en su momento útil cuando el ex presidente hizo uso de ella. Dicha frase encierra una gran verdad en torno al comportamientos de los seres humanos cuando en un momento determinado en sus vidas y sujetos al vaivén de la política, ocupan un cargo en la administración pública de un determinado gobierno.

La idea central de esta frase y  la cual el Dr. Joaquín Balaguer la usó, fue para indicarnos cómo cambian las personas al ser nombradas en un puesto público, los sumisos que se vuelven, cómo en sus vidas ordinarias actúan de cierta forma y cambian radicalmente cuando son funcionarios. Cómo algunas personas antes de ser nombradas en un puesto público, se comportaban de manera humilde y de actuar de manera sencilla frente a los demás y de repente se tornan arrogantes, altaneros y prepotentes. De igual manera, para mostrarnos cuán sumisos, genuflexos y hasta dónde pueden llegar al hablar cuando se expresan defendiendo a su protector político, cayendo en lo ridículo, la cursilería y las declaraciones cantinflescas.

El embajador «mundito» del PLD

Como muestra palpable de que los «munditos» políticos en la República Dominicana son algo inherentes en el devenir y en el debate partidario en la isla, lo acaba de demostrar el actual embajador dominicano en la ciudad de Washington y miembro del Comité Político del oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD),  José Tomás Pérez, cuando recientemente dijo a la prensa  (cito) :  «Ni Dios  ha recibido más elogios y felicitaciones que Danilo Medina» (cierro la cita),  después de su discurso en donde este había declinado su repostulación -no reelección porque eso es un disparate- a la presidencia de la República Dominicana en las elecciones venideras.

Debo aclarar que, algunos diarios han usado distintas expresiones dentro del contexto de la frase dicha por el «mundito» José Tomás Pérez. Unos han usado el término «Santo Padre» y otros han usado la  palabra «Dios». Para el caso da igual, siempre y cuando se refieran al Santo Padre de que nos hablan las Sagradas Escrituras, no al líder de la pagana e idólatra Iglesia Católica, el cual se ha apropiado de dicha denominación sagrada y exclusiva para Dios, ya que esto es blasfemo, impropio y va en contra de lo que dicen las Escrituras en torno a ello ya que, sólo hay un «Santo Padre» y ese es Dios y nadie más puede ser llamado con ese título. «Y no llaméis padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que estás en los cielos» (Mateo 23:9).

Los «munditos» son unos especímenes que abundan en países, en donde la política no se ve como la ciencia social en donde se debe incursionar para servir a los demás y conllevar al progreso socio-económico de la nación, sino más bien, como el camino más corto e idóneo para pasar de la pobreza material y al desconocimiento social a la riqueza rápida y al ascenso en la escalera de la sociedad.

Los «munditos» son lisonjeros profesionales, cuyo comportamiento son genuflexos hacia su líder político o al mandatario de turno, siempre actuando en función de su provecho personal y no en el bien colectivo como deber ser cuando se ejerce la política o alguna función gubernamental.

La palabra lisonja nos lleva al concepto latino de «laudis» cuyo significado es adulación. Es la manera que se comportan los enanos mentales, sobre todo en la política para tratar de convencer a otras personas y de esa manera   influir en sus decisiones, pero de manera que le convenga al adulador o lisonjero. Es la tarea de agradar a quien le escucha y por ello, emplea en sus expresiones cumplidos , palabras agradables y elogios que rayan en la insensatez. Este ha sido el caso del embajador José Tomás Pérez hacia el presidente Danilo Medina Sánchez,  el cual se limitó sencillamente, acatar lo que dispone la Constitución del país en torno a sus pretensiones y un clamor generalizado en contra de sus deseos de repostularse para optar por otro período.

Es dable destacar que,  los «munditos» no son personas sinceras, que exageran las cualidades de aquellos que reciben sus elogios desmesurados, los cuales muchas veces los magnifican y en algunos casos hasta la inventan, que es el caso actual en que incurrió el embajador José Tomás Pérez.

La línea que nunca se debe cruzar

Es llamativo que, en el devenir de la historia política de los hombres,  ha sido notorio su afán de mandar y sus ímpetus de  grandeza al llegar a creerse que están por encima del bien y del mal y llegando al extremo de cruzar una línea muy delgada al tratar de ligar  las cosas terrenales de la política cavernaria y material con la magnificencia espiritual de Dios.

Digo esto, en vista de las desafortunadas declaraciones emitidas por el embajador Tomás Pérez, en dimensionar las consecuencias que derivaron en lo dicho por el presidente Medina, involucrando de paso a Dios en algo baladí si tomamos en cuenta con quién las comparó. Hay muchos ejemplos, en donde los políticos cruzan una raya muy fina y peligrosa al mezclar a Dios en cosas terrenales, desafiándolo a veces y solo por el mero hecho de sus intereses personales. En ese tenor,  me voy a referir a uno en particular que se quedó plasmado en mi mente cuando aconteció hace unos años en la década de los 80   al formar parte de mis lecturas sobre temas políticos.

Tancredo de Almeida Neves, fue un político  que fue electo presidente del Brasil el 15 de enero de 1985, tras el coloso del sur  haber sido gobernado durante mucho tiempo «manu militari». Había nacido en el Estado de Minas Gerais en Brasil y se desempeñó como diputado y Ministro de Justicia en el gobierno de Getulio Vargas.

Como era rutinario, fue elegido de manera indirecta por medio del voto popular para ocupar el cargo de presidente. Durante su carrera política, también  sirvió como primer ministro en el gobierno del presidente Joao Goulart. Fundó el Partido Popular en el 1979 el cual se incorporó posteriormente al Partido del Movimiento Democrático Brasileño y con una agrupación de más partidos políticos, logró ser llevado a la cima del poder político.

En el furor de su campaña política y ya acercándose la fecha del torneo electoral, pronunció una frase que se constituyó  sin lugar a dudas y desde la óptica religiosa, en un abierto desafío a Dios. Quizás embriagado por verse ya tan cercano a tomar las riendas de la nación y con ese espíritu de grandeza que nubla la razón y el comedimiento en los seres humanos, dijo de manera categórica y vibrante ante sus partidarios: «Si consigo 500 mil votos en esta fiesta política, ni Dios lo quitaría de la presidencia«.

Efectivamente, una vez terminado el conteo de los votos, Tancredo de Almeida Neves consiguió más de los 500 mil votos que deseaba para obtener el poder en Brasil. Pero, hubo algo que no se imaginaba que podía suceder y que echaría por la borda todo el esfuerzo político realizado por él y su equipo de campaña.

El día antes de tomar juramento como presidente electo en la patria de Joaquím José da Silva Xavier «Tiradentes»,  de manera inesperada, el recién electo presidente del Brasil Tancredo de Almeida Neves  cayó gravemente enfermo y jamás se levantó de su lecho en el hospital, muriendo antes de tomar posesión de su cargo. Cómo podemos interpretar este hecho? Lo dejamos a la casualidad, a un hecho fortuito o justicia divina por su arrogancia?  Dejo a los lectores hacer sus propias conclusiones aunque en lo personal hace tiempo yo tomé la mía.

La mejor forma de encasillar a los «munditos» políticos, que no son más que parásitos oportunistas, nos la legó el célebre escritor satírico irlandés Jonathan Swift, conocido en el mundo literario por su brillante obra «Los viajes de Gulliver», cuando refiriéndose a los lisonjeros dijo:

«Cuidado con el linsonjero. Te está alimentando con una cuchara vacía».

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