La Europa y lo que enseña su historia

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LA AUTORA es abogada. Reside en Italia.

En estos días de cuaresma meditaba sobre la condición del hombre y lo poco que hemos avanzado en el plano espiritual en los dos milenios de la era cristiana.  La facilidad con que los hombre todavia caen en las redes de de la demagogia y el populismo, incluso en paises del primer mundo del que esperamos que las experiencias del pasado historico y el nivel cultural sean escudo a este tipo de influencias. El respeto a la vida humana, la solidaridad entre los pueblos, la solidaridad hacia los más débiles y la lucha contra todo lo que altere el equilibrio y la paz del mundo.   Y no hay mejor maestra que la historia para comprender cuales han sido las pulsiones del hombre en el transcurso de ésta, y como podemos aprender de ella para no cometer los mismos errores.

Decía Ernesto Sabato que los grandes problemas del mundo no venían de los comunistas, ni de los capitalistas, nazistas o fascistas, sino del alma humana.  Según el escritor argentino el hombre es ángel y bestia. Capaz de los mas desinteresados sacrificios como de las más grandes barbaries.  De todas maneras en el ámbito del poder se debe seguir luchando para evitar los abusos, las imposiciones injustas de países poderosos a los países más débiles y las guerras.

A pesar de los avances tecnológicos que se están dando en el mundo vemos que el avance humano, aparentemente, está pasando por un momento de regresión penoso. Si bien ha influido la crisis económica parecería que  la capacidad del hombre común de ver más allá del presente inmediato no existe.  En occidente se vive  una temporada confusa, con surgimientos de partidos y candidatos populistas, demagogos, con ideas racistas, políticas contradictorias y conflictos comerciales.   Europa es parte de los afectados.  La crisis ha desatado todo ello y ha motivado el surgimiento de una corriente que rechaza la comunidad europea y el uso del Euro porque, entre otras cosas,  considera que falta  solidaridad con los países más  endeudados. La Brexit, por ejemplo, es consecuencia del rechazo a políticas de inmigración que consideran impuestas por la comunidad.

Las personas, sobre todo los que manejan el poder, deben conocer bien su pasado para no cometer errores superados….aparentemente.  La historia nos muestra la inutilidad de  decisiones motivadas por el miedo y por la rabia, que no se adecuan a las respuestas inteligentes que ameritan los problemas reales.  Demos un viaje en el tiempo con nuestra mente y conozcamos los  conflictos y algunas guerras del pasado histórico de Europa. Por ejemplo, vamos bien atrás, a la época de las guerras por motivos religiosos en las cuales Europa sufrió muchos derramamientos de sangre y pérdida de dinero y tierras cultivadas.  En su libro “Orden Mundial” Henry Kissinger, en el cual trata temas del pasado y del presente, señala con agudeza  como en Europa después de un siglo de guerras religiosas, desordenes, conflictos sectarios y finalmente la guerra de los treinta años se concluye con una serie de acuerdos y con una paz definitiva que se denominó la Paz de Weftalia.  “La paz de Weftalia reflejaba un adecuarse de manera práctica a la realidad, no a una concepción moral única. Se basaría sobre un sistema de Estados Independientes que se abstenían de la reciproca interferencia en los negocios internos de los demás pueblos y controlaban entre si las respectivas ambiciones mediante un equilibrio de poder. Se era asignado a cada Estado el atributo del poder soberano sobre su territorio.  Cada uno habría reconocido las estructuras internas y las propensiones religiosas de los otros y si habrían abstenido de poner en discusión su existencia”. Después de tanta sangre derramada en vano esa paz significo el fin de las guerras religiosas en Europa.  Según indica en su obra Kissinger;”La paz de Weftalia sentó las bases para un sistema aplicable a escala global.  Se convirtió en un nuevo sistema de orden internacional de respeto reciproco, por lo menos en teoría.”

Más adelante, en su obra, Kissinger señala el temor del maquiavélico Richelieu, en Francia, de que  dicho equilibrio se perdiera si se daba la unión de la Europa Central (Alemania, Austria y la Italia septentrional de la época) ya que consideraba que unidos podrían gobernar el continente. Por esto uno de los principios cardinales de su política diplomática fue el de mantenerlos divididos, demostrando ser un visionario político, ya que esto sucedió  más tarde.  Esa fue la brújula de la política exterior de Francia aún después de la muerte del Estadista francés.

Asimismo Kissinger señala dos estadistas de Europa del Este con posiciones políticas opuestas, si bien de momentos históricos diferentes.  Metternich, después de la derrota de Napoleón, en Austria, propugnaba por la estabilidad y la confianza entre los países europeos.  “Era un hijo del iluminismo, y plasmado por los filósofos del poder de la razón y no de los sostenedores del poder de las armas”.  “Para  Metternich el interés nacional de Austria era una metáfora del interés general de la Europa”.  Y con la diplomacia y  estrategia negociadora tuvo la capacidad de colocar a Austria en una posición de líder en la Europa de la Restauración.

Por otro lado, más tarde surge otro importante Estadista en Europa Central, Bismarck, el cual tenía como objetivo la unión de Alemania, y para lo cual creía necesaria la guerra con otros países de Europa.    Lo logra usando, además, en su gestión  una combinación de nacionalismo y liberalismo; Según él no eran necesarios los principios de la santa alianza. En una ocasión escribió una máxima que decía:”La única base sana para la política de una grande potencia es el egoísmo y no el romanticismo”

Con la fuerza y con alianzas Bismarck logró forjar y mantener el Imperio mientras estuvo en vida, pero sentó las bases para la primera y segunda guerra mundial.

Creó una potencia económica y militar superior a la de los demás países de Europa, con excepción de Inglaterra con la que rivalizaba. Intuía, según Kissinger, que con tal poder podía suscitar el temor y la unión de países vecinos que actuarian en  contra del imperio, y por ello tratò de mantener alianzas según la conveniencia del Imperio.  Sin embargo, en su estrategia nacionalista no tomo en consideración, o menospreciò, los conflictos étnicos de los países incluidos en el imperio, ni el resentimiento de los pueblos de Europa que se habían visto despojados de su territorio. Este conjunto de factores y las ambiciones geopolíticas de Rusia, que era vista como protectora de minorías eslavas  existentes en Ucrania, Rutenio y Polonia, pertenecientes al nuevo imperio alemán, fue la mecha que provoco la primera guerra mundial. Con la muerte del genio político de Bismarck y con un imperio alemán nacionalista que se sentía fuerte la guerra fue inminente.

En las grandes guerras de la historia de Europa los grandes perdedores han sido los más ambiciosos, crueles e incapaces de ponerse límites. Hitler, Napoleón y hasta Bismarck que tuvo la suerte de no  ver con sus ojos la destrucción del imperio Alemán.

Claro, la sincronicidad de los acontecimientos y sus posibles consecuencias no son evidentes y a menudo sus posibles dramáticas conclusiones no son percibidas en el momento histórico. La historia, estudiada con profundidad, es una maestra para entender situaciones presentes y, aunque si bien siempre habrán nuevas variables, todas juntas deben ser sopesadas en el escenario en que se desenvuelven.

Las negociaciones políticas deben manejarse de una forma empática, solidaria, y se debe ser capaz de ceder cuando sea necesario.  Lo que debe priorizarse es la salud económica de los países en más dificultad y no los intereses de grandes capitales. Cuando se llega al extremo es muy difícil volver atrás…y la crisis y el resentimiento pueden crear monstruos como Hitler.

Se deben seguir creando reglas que castiguen la corrupción ya que esta es una fuente de derroche y malos manejos económicos y una peste que ha destruido imperios y mantenido en la pobreza países del tercer mundo con riquezas naturales y condiciones climáticas privilegiadas.   Una unión de países con situaciones económicas diferentes como es en la actualidad la Comunidad Europea,  pero de la cual uno saca ventajas de la otra más débil, debe buscar acuerdos para  que ambas partes salgan victoriosas.  Si esto se logra Europa surgirá de esta crisis más unida y más fuerte.

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