La estrategia contra el Estado Islámico
El presidente de los Estados Unidos de América Barack Obama se ha visto muy presionado por diversos actores en su país para detener el avance del grupo integrista Estado Islámico. Si bien, la decisión de esta intervención no ha sido una tarea fácil, entre otros, debido a que en su campaña el presidente Obama había prometido retirarse de Irak, y regresar allí implicaría reconocer que el retiro de las fuerzas estadounidenses en el año 2011, algo contrario a la recomendación del Pentágono, fue una decisión muy apresurada, y también porque desde el punto de vista militar, las operaciones aéreas de carácter limitado, como la actual, a la larga, solo arrojaran resultados limitados. Si bien, una operación militar estadounidense de mayor envergadura se ha descartado por su costo económico, así como por la oposición que pudiese generar en la opinión pública norteamericana. La situación es muy complicada, pues actuar en contra del Estado Islámico, y más a través de una intervención limitada, puede significar apoyar a uno de los grupos específicos en perjuicio de otros, lo que en Washington se ha estado tratando de evitar. En el caso de Irak, este es un país diverso, donde la lucha sectaria ha sido un componente importante de su historia reciente. El Islam chiíta predomina mayoritariamente entre sus habitantes, pero coexiste una importante minoría sunita, una minoría kurda y otras minorías religiosas. Desaparecido el liderazgo centralizador de Saddam Hussein, las diferencias entre las diversas sectas fueron emergiendo, algunos de estos grupos se radicalizaron y debido a la debilidad del Estado, se formaron milicias armadas. Fueron hechos ensayos distintos, para la conformación de un gobierno incluyente, donde todos los grupos sectarios tuviesen participación, pero una y otra vez fracasaron, por lo que el poder en Irak permaneció en manos de los chiítas, siendo sus políticas criticadas como muy favorables a esta secta. De ahí es que cuando en junio pasado el Estado Islámico, entonces ISIS, toma la ciudad de Mosul, el presidente Obama condicionó su apoyo al gobierno iraquí, a que fuera conformado un gobierno más plural y que tuviese el visto bueno de los distintos grupos sectarios. Debido a la condicionante del presidente Obama, el parlamento iraquí eligió como primer ministro al veterano político chiita Haider al-Abadi para dirigir el gobierno de Irak. No obstante la presión sobre Washington aumentó, cuando el Estado Islámico amenazó con tomar la ciudad de Erbil, capital del Kurdistán, por a la presencia allí de empresarios y diplomáticos norteamericanos. Para entonces los combatientes de EI, habían sitiado a los Yazidíes, un grupo perteneciente a una de las minorías religiosas en Irak. Con el prontuario de EI, respecto de sus actuaciones contra otras minorías, las preocupaciones de la ocurrencia de un genocidio contra este grupo aumentaron considerablemente. Este es el hecho que permite al presidente Obama mostrar los ataques norteamericanos al Estado Islámico, como una intervención de carácter humanitario, que persigue proteger las vidas de las minorías. Si bien todos sabemos que a las potencias las mueven sus intereses nacionales, no los intereses humanitarios. El Estado Islámico, de quien ya hemos hablado en otras entregas, es un grupo islámico radical y violento, que al mismo tiempo es un grupo terrorista, un ejército eficaz y también un gobierno que controla grandes zonas de territorio y población. Nos encontramos ante un formidable actor no estatal, que en la actualidad opera en las fronteras entre los Estados de Irak y de Siria. El presidente Obama busca repartir el costo del combate a Estado Islámico entre un grupo de países, mediante la orquestación de una gran alianza, con actores estatales, así como no estatales, para en primer lugar detener el avance de los islamistas y después replegarlos hasta reducirlos. Esta estrategia se ha basado en que la existencia del Estado Islámico, por si sola lograría acercar a viejos enemigos, haciendo posible unir esfuerzos para combatirle. Esto hay que agarrarlo con pinzas, pues aunque logros importante contra EI surgieron de la alianza entre los Estados Unidos y las milicias chiítas iraquíes apoyadas por Irán y esto en el terreno militar ha sido eficaz para contener el avance de EI, en lo político, presenta problemas graves que hay que solventar. Los sunitas y los kurdos iraquíes recuerdan bien la violencia de las milicias chiítas en el pasado y no quisieran ver su resurgimiento. Si bien, la mayor parte de ellos coinciden en la voluntad de detener al Estado Islámico, en algún momento empezarán a resistirse ante el fortalecimiento de estos grupos y de su patrocinador Irán. En el caso de Siria, el presidente Obama propone, armar, entrenar y fortalecer al Ejército Sirio Libre, conformado por las milicias laicas de Siria, el que originalmente inició la guerra civil contra el presidente Bashar el Assad, de manera que éste pueda combatir efectivamente al Estado Islámico, para conseguir su repliegue. El problema es que el fortalecer a un gran enemigo de Assad el aliado de Irán, podría generar resistencias de Teherán, y quizás, también de un tradicional aliado de Assad: Moscú, esto podría reducir la cooperación de estos actores para la estrategia general del presidente Obama contra EI en Irak y en Siria. Todo esto parece indicar que, formar un frente común contra el Estado Islámico, conlleva aceptar un arreglo práctico con Assad en Siria, a pesar de todas las acusaciones contra este actor. En caso contrario, el Ejército Sirio Libre, tendrá que enfrentarse además de EI, a otros grupos islámicos que operan en Siria, como el frente Al Nusra, filial de Al Qaeda, y contra el ejército de Assad que seguirá respaldado por Teherán y Moscú. De manera que en lugar de fortalecer a enemigos y adversarios específicos, se deben considerar los intereses de todos los actores, internos y externos, lo que incluye los de Irán y los de Rusia para, eventualmente garantizar un verdadero frente común contra el Estado Islámico. Caso contrario, esta frágil coalición podría colapsar prematuramente.