La controversia sobre Bartolomé de Las Casas 

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EL AUTOR es abogdo y político Reside en Santo Domingo.

          Apenas visible, a dos esquinas de mi oficina, justamente entre la calle Hostos y Meriño, se encuentra ubicado un pequeño parque que usualmente se encuentra cerrado. En su interior se levanta una estatua en honor a uno de los máximos defensores de la raza indígena durante la época colonial: Bartolomé de Las Casas. Resulta extraño que, dada la relevancia del personaje, ese monumento se encuentre parcialmente oculto en un área a la que pocos tienen acceso por encontrarse generalmente cerrada al público.

          Pero la curiosidad, que nada tiene que ver con aspectos de esta naturaleza, aumenta en la medida que observamos todo cuanto nos rodea. Al investigar sobre la vida de este fraile dominico, quien vino por vez primera a la isla de La Española en 1502 con la flota de Nicolás de Ovando, a la sazón gobernador de las Indias, me percaté de la intensa actividad que caracterizó su ciclo vital.  Las Casas denunció con vehemencia el maltrato a los aborígenes y la torpe política de colonización de los conquistadores españoles. Sus posiciones le granjearon numerosos enemigos e igualmente le generaron serias dificultades en aquel entonces.

          Nadar contra la corriente siempre ha sido empresa para espíritus valientes, dispuestos a pagar cualquier precio, y eso fue lo que ocurrió con este fraile dominico cuando se pronunció contra los vejámenes de que fueron objeto los nativos. Su vida y obra han dividido la opinión de estudiosos e historiadores. Para Joaquín Balaguer fue “hombre de temperamento volcánico e imaginación desenfrenada” que describió la crueldad padecida por los aborígenes; en cambio, Pedro Henríquez Ureña señaló que fue “un indomable e impetuoso quijote de la fraternidad humana”. Ramón Font Bernard, por su parte, apuntó que “el Padre Bartolomé de Las Casas puede figurar en la historia universal como un precursor de la lucha por los derechos humanos”.

          En esa misma dirección se expresa Agustín Yanéz, quien al referirse a sus detractores sostiene: “la convicción del dominico invalida los empeños de la hispanofobia, que quiere presentarnos a Las Casas por bandera del indigenismo radical, cerradamente opuesto a lo español”. En efecto, su constante intransigencia en la defensa de los nativos de estas tierras, independientemente de sus inconsistencias con relación a los negros africanos, le hacen merecedor de reconocimiento. Si bien es verdad que justificó la servidumbre de los negros africanos en una etapa histórica difícil, no menos cierto es que defendió ardorosamente a los indios. Ciertamente se trata de una incongruencia, inexplicable de conformidad con los parámetros de hoy, por lo que habría que ubicarse en el tiempo que le tocó vivir, así como las circunstancias imperantes en aquel momento histórico, para juzgarlo adecuadamente.

          Algunos intelectuales como Ramón Menéndez Pidal, no vacilaron en calificar al fraile sevillano como un “demente” o “paranoico”, puesto que resulta incomprensible sus contradictorios puntos de vista frente a los negros e indígenas. En cambio, el historiador dominicano, Bernardo Pichardo, sostiene que “si incurrió el Padre Las Casas en el error de recomendar la esclavitud de una raza por otra, llegó a ello poseído por un verdadero sentimiento cristiano”. Son dos posturas radicalmente opuestas, producto de las interpretaciones y valores de ambos intelectuales que, a mi juicio, no obedecen a la verdad histórica. No creo que fuese un desquiciado como indica Menéndez Pidal ni tampoco que su vocación cristiana lo llevase a posturas tan antagónicas.

          Como bien expone el escritor mexicano Agustín Yañez, en su libro titulado “Fray Bartolomé de Las Casas, El Conquistador Conquistado”, en un momento determinado, desde 1516 hasta 1531, el pensamiento del fraile sevillano evolucionó por etapas. Más claramente, originalmente justificó la esclavitud de los indios sublevados contra los españoles, para luego aceptar la esclavitud y comercio de los negros. Esto obedece, de acuerdo al citado autor, porque “las ideas de Las Casas tuvieron un proceso depurativo, cuyas etapas, entre sí comparadas, pueden oponerse”. Asimismo, afirma que “cuando Las Casas sugirió aliviar a los nativos con la concurrencia de los negros, la trata era cosa corriente para los españoles y autorizada por la Corona”.

          Se observa, pues, que mientras algunos condenan enérgicamente las contradicciones del clérigo español, otros, por el contrario, tratan de justificarlas tomando en consideración el contexto histórico de la época. Esas incongruencias que confluyen en la impulsiva naturaleza del Padre Las Casas constituyen, en mi humilde opinión, una manifestación del espíritu de aquellos tiempos. Es decir, la pasión del encomendero y la del clérigo se conjugan antagónicamente, como síntesis y antítesis, en distintas etapas de su vida, Esa evolución de su pensamiento, en la que evidentemente se revelan ideas encontradas, posiciones disimiles e irreconciliables, bien pudo ser parte de una convicción producto de las circunstancias prevalecientes en la etapa de la colonización. Las Casas creyó aportar una idea para solucionar un problema, sin percatarse del error en que incurría al olvidarse de la igualdad entre razas distintas.

          En la famosa Junta de Valladolid se produjo el famoso debate entre el sacerdote y filósofo español, Juan Ginés de Sepúlveda y Las Casas; el primero defendía la justicia de la guerra contra los indios por la inferioridad cultural de estos últimos; por el contrario, el apasionado clérigo sevillano era partidario de la idea de la igualdad del ser humano al margen de consideraciones políticas. Sepúlveda se apoyaba en las ideas de Aristóteles, Maquiavelo y la razón de Estado para someter a los nativos y así elevarlos a un estadio de civilización superior. Por otra parte, el fraile dominico era partidario de que los españoles abandonaran América y evangelizaran sin apoyo militar alguno.

En esa famosa Controversia de Valladolid, la cual culminó sin resolución alguna, el Defensor de los Indios empeñó sus mayores esfuerzos y fue la última aparición resonante de su vida. Ahora bien, Fray Bartolomé de Las Casas rechazaba en determinados aspectos las ideas aristotélicas, aunque en algunos puntos se apoyaba en ellas, como por ejemplo al sostener que los indios tenían las condiciones de racionalidad y gobierno suficientes para alcanzar un nivel superior de civilización. No fue un aventurero que vino motivado por la codicia; su padre, Francisco Las Casas, se incorporó a la segunda expedición de Colón en el 1493 y trabajó arduamente en la creación de las primeras instituciones del Nuevo Mundo.

          El Padre Las Casas fue sabio y previsor al redactar su libro De Regia Potestate, el cual fue denunciado a la Santa Inquisición, por cuestionar la autoridad del soberano cuando se violan los derechos de los súbditos. Demostró en este punto una visión y agudeza extraordinarias. Tanto es así, que Ramón Font Bernard afirmó con sobrada razón que se adelantó a su época al señalar en la referida obra “que ningún Rey, ni Estado, ni Emperador, puede enajenar territorios, ni cambiar su régimen político sin el consentimiento expreso de sus habitantes”. Se trata, sin lugar a dudas, de una afirmación de incuestionable validez y permanencia.

          Fueron numerosos los contradictores del Padre Las Casas, pues además de Juan Ginés de Sepúlveda se destacan sus diferencias con Fray Toribio de Benavente, fraile perteneciente a la orden franciscana y mejor conocido como Motolinía. Ambos fueron tenaces adversarios del padre Las Casas y al referirse a su animadversión contra el fraile sevillano, Agustín Yañez puntualiza: “Motolinía y Sepúlveda inciden, para descrédito y aniquilamiento del adversario, en tal amenaza; pero muchos años atrás venía sonando ese clamor en los oídos del soberano”. Esa fue una de las razones por las cuales Carlos V ordenó a la Audiencia de México que se recogieran copias de sus escritos y se le ordenó que compareciera ante el Consejo de Indias para justificar sus argumentos adversos a la Corona.

          La. agitada vida del Padre Las Casas se desarrolló en La Española, Cuba, México, Perú, Guatemala y Venezuela. Murió a los 92 años en Valladolid, luego de haber agotado una extensa y fecunda labor. El monumento erigido en su honor no debería estar ubicado en el solar próximo al Convento de los Dominicos, sino en un lugar más visible, que bien podría ser frente a la entrada principal del referido Convento. Es lo menos que debemos hacer por una figura histórica que, al margen de las controversias que generó su misión, constituye uno de los principales precursores en la lucha por los derechos humanos.

JPM

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maximo caminero
maximo caminero
2 Años hace

excelente escrito. gracias

antonio roca
antonio roca
2 Años hace

los imbeciles al no tener nada que aportar, apelan siempre a la gastada palabra «racismo».

Luis De New york
Luis De New york
Responder a  antonio roca
2 Años hace

como le llamaría tu a un elemento que supuestamente sale en defensa de una raza, y hace una propuesta en contra de tu raza, diciendo que había que llevar negro esclavo a la isla para que hagan los trabajos duro, ya que los negros no tienen almas?

Luis De New york
Luis De New york
2 Años hace

ustedes los blancos pongan a la casas donde lo quieran poner, analicenlo en el tiempo que mas les convenga a ustedes, que para nosotros los negros, no fue mas que un racista, junto a su manada de gavilleros.

butifar comillas
butifar comillas
2 Años hace

interesante como siempre y que nos educa.

Jose Novas
Jose Novas
2 Años hace

por ultimo, el padre las casas tuvo un vinculo muy cercano con el cardenal pedro ximenez de cisneros, que para la epoca era el confesor del rey fernando l, y ese es un factor que debe ser tomado en consideracion cuando se aborda la historia de sus acciones el la colonia la espanola.

Jose Novas
Jose Novas
2 Años hace

que tuvo esclavos nativos y ladinos al principio de la colonia, y que fue una decada despues de su llegada cuando debido en sacerdote dominico. los encomenderos propietarios de esclavos tenian que acogerse al codigo que regia la esclavitud **** durante el reinado de louis xiv en francia, o sea antes del inicio de la colonizacion. es facil teorizar a cinco siglos de distancia, pero es mucho lo que varian las versiones en todo ese tiempo. (sigue)

Jose Novas
Jose Novas
2 Años hace

a ese personaje de la era colonial tendremos que estudiarlo desde una vision apartada de las cronicas que dejaron los colonizadores y acogida a una logica desapasionada, la razon es que la historia colonial adolece de muchas invenciones y los hechos historicos deben estar sustentados en documentos que establezcan su veracidad. pocos saben que antes de que bartolome de las casas vino a la isla como encomendero (continua)