Justos por pecadores
La expresión «por uno pagan todos,» es muy común oírla, pero en realidad es de carácter injusta, pues no se debe tratar a todos de la misma manera, en la que se trata a alguien que es culpable; pero se debe reconocer que es una forma de no enfrentar al que en realidad es culpable de algún hecho o por omitirlo.
Decir que todos los hombres son iguales, es una irresponsabilidad del emisor. No es verdad que todas las mujeres son iguales, pues cada ser humano es diferente a los demás. Por el hecho de que un hombre sea injusto no debe culpabilizar a todos los hombres, o en caso de las mujeres por igual.
El Sumo Sacerdote de los judíos, Caifás, dijo al resto de los miembros del concilio: «Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca,» Jn. 11:49, 50. Esa actitud, desde un enfoque humano, era injusta, ¿por qué tenía un inocente que morir, o no era lo correcto saber si era culpable o no?
Si Jesús era inocente, toda la nación debía defenderlo, si era culpable toda la nación debía condenarle. No se debe condenar al inocente, bajo ningún capricho humano. Esa solución es un acto inmoral, ilegal y pecaminosa.
Se toma en consideración de si fulano es de tal familia, entonces, es una mala persona. Eso no es correcto, cada quien debe llevar su culpa. Muchas personas con dignidad son menospreciadas, satanizadas, por juicios injustos. Nadie debe ser responsabilizado por lo que otro haga. Jehová Dios, a través del profeta Ezequiel, dijo: «Y si dijere: ¿Por qué el hijo no llevaráa el pecado del padre? Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos, de cierto vivirá. El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él» Ez. 18:19, 20.
Solo la Divinidad cristiana, puso sobre Jesucristo la responsabilidad de los pecados de toda la humanidad, como una manifestación de amor y misericordia, ante la triste realidad de ésta. Por eso, escribió el profeta Isaías: «Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros» Is. 53:5,6.
La sociedad ante ciertas acciones de algunos de sus integrantes, llega en ocasiones a decir: «Hay que dar un ejemplo, y sentenciarlo a 30 años de cárcel» o «hay que darle para abajo». Los que así dicen, no se dan cuenta que pueden estar incurriendo en que se haga un acto de injusticia, de maldad e ilegal ante el imputado. Esa actitud es tan delincuencial, como el acto delictivo cometido por el otro. Se debe propiciar un castigo equivalente a la infracción hecha, ni más ni menos; eso sería justicia.
La morbosidad humana siempre quiere imponerse, pero hay que dominar esas emociones, para que la justicia sea hecha. De ahí que, los procesos judiciales llevan su tiempo, para poder examinar correctamente las infracciones y las leyes. Se vive en un mundo, donde las leyes regulan las conductas del hombre, sancionando al individuo cuando éste las viola. En justicia la tardanza es negación de justicia, pero la impaciencia es muy mala consejera, es también injusta. Como tampoco se puede permitir que alguien tome la justicia por su mano, pues esa sería la injusticia más grande,
Toda sociedad tiene un régimen social de justicia, el cual debe ser el más justo posible. Se busca que el culpable sea condenado y el inocente sea absuelto. Se debe evitar el que uno pague por otros, como también, el que todos paguen por uno. Cada quien debe pagar por sus hechos, pero el inocente debe gozar de su inocencia. Es preferible que un culpable ande en las calles, que un inocente esté en la cárcel. Las partes envueltas en un proceso judicial, son las responsables de que se aplique la justicia.
Dios, como Juez, también hará justicia, pues dio autoridad a su Hijos, Jesucristo, para encausar a cada uno en un juicio, nadie se escapará de la justicia divina. Por eso, se ha dado tres códigos que serán usados en el juicio final. Los que sin ley han pecado, serán juzgados según su conciencia, defendiéndoles o acusándoles ésta; quienes bajo la ley dada mediante Moisés han pecado, por ella serán juzgados y; los que han vivido bajo el período del evangelio, por él serán Juzgados, Rom. 2:12- 16.
Por lo visto, cada uno debe entender, que solamente Dios ha hecho que el justo muriera por los injustos, como una forma de evitar el castigo eterno y de enderezar la vida terrenal, en aquellos que creen en él. No obstante, se requiere un formato de vida donde el bien sea lo correcto. El apóstol Pablo escribió: «Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo,» 2Co. 5:10.
JPM
sr ministro pervertido, hace siglo que uds. mataron a la fábula de dios, sino, vaya y consulte a f. nietzsche
bueno, sr. pina. vayan preparando otra mitología, por que ya, la de la biblia se sabe, que no existe en este sistema solar.
caballero, ud. parece que le gusta el mazoquismo. lo digo porque cada vez que salen ustedes vendiendo cuentos de fe, cogen mucha pela con nosotros los ateos; pues, lo emplazamos con muchos argumentos que desmienten todas esas mentira biblicas, con lo cual les espantamos a los incautos que pudieran caer en sus redes de fe. seguiremos combatiendolos a los vendedores de falsas promesas de paraisos, donde para llegar alli, hay que morirse.
eso mismo estaba pensando. creo que dentro de unas decadas, la profesion de vivir de inacutos por la fe. va a ser mas dificil que la de canillita cibernetico. ya se le esta haciendo tarde a estos faquires de la fe.