Justicia y sabiduría en el pensamiento antiguo

El notable abogado Cicerón forma parte de las dos categorías de intelectuales de Roma: Comentarista de filosofía griega, y sobre todo, abogado y moralista. En la mitad del primer siglo antes de nuestra era, escribió una vasta obra de exégesis de la filosofía griega. Al tiempo que expresa su admiración por estos autores, señala la superioridad de Roma en materia de sabiduría practica. Su distinción entre la cultura y la civilización queda todavía, en nuestros días, un modelo de reflexión. Analizando la solidaridad de la ley ideal y de la ética, afirmó que la sabiduría es la madre de todas las nobles actividades y que es el amor de esta sabiduría que ha dado en Grecia el termino de “filosofía”: filo=amor, Sofía=sabiduría. Amor a la sabiduría. La política tripartita de Platón, monarquía, aristocracia, democracia, le inspiró una imagen del Estado ideal, que debería ser el resultado de un positivismo basado sobre la geografía y la psicología, pues el Estado sigue la ley biológica del crecimiento y del declinar. Según Cicerón, la salud de los ciudadanos pasa por un poder que tendría en cuenta la justicia y la sabiduría. Lee a Parménides y conserva la lección esencial:”Para él, el hombre tiende al infinito por sus aspiraciones. Este análisis lo conduce a atribuir al hombre la responsabilidad de sus actos. Está de acuerdo con Platón y los estoicos, en lo que concierne el fundamento universal racional de la necesidad de someter la doctrina de las leyes al conocimiento de los hombres. Para él, la filosofía es una especie de “medicina del alma”, que queda íntimamente ligada a la virtud de la inteligencia. Seneca, emigrado de la Córdoba del siglo primero de nuestra era, es influenciado por los estoicos. Exalta la virilidad moral y la victoria sobre los deseos. Su diatriba contra la cólera-pasión propone un método de disuasión moral, fundado sobre una visión psicopatológica. Elabora una pedagogía moral sobre la teoría de los temperamentos, promocionando la razón disminuye la ira, y es esencial para sondear las intenciones en cuanto a los vínculos entre la pasión, inesperada y el egoísmo. Estar convencidos de que la cultura dispone al hombre a la sabiduría, Séneca quiere la unión de la legalidad y la espiritualidad moral. Plinio el joven, en el primer siglo de nuestra era, presento las virtudes de cada edad, y se inclina sobre el análisis del suicidio. Epíteto fustigó el servilismo y la futilidad de la vida de corte, y convierte el estoicismo popular, insistiendo sobre la rehabilitación del trabajo manual, y la libertad de espíritu. De estos algunos ejemplos de autores de Roma antigua, se deduce que la exegesis latina del pensamiento griego contribuyó a hacer universal, y a mejor transmitirla durante los siglos siguientes, gracias, sobre todo, a la lengua latina mas extendida, hablada por los sabios durante largos siglos. Tenemos que evocar los padres de la Iglesia cristiana, sobre todo en el último periodo de la Antigüedad tardía, autores de una literatura patrística fructífera y la fertilización, ella misma influenciada por la lectura de autores griegos y romanos. La religión cristiana aparece y se difunde alrededor del mediterráneo (Oriente Medio, el Sur de Europa), en los últimos siglos del antiguo mundo. Contiene numerosas enseñanzas concernientes al hombre que comete actos perjudiciales. Los no cristianos moralistas autores, como Jenófanes y Diógenes Laercio, ya han entregado en la crítica del pasado, que consideran las historias mitológicas inmorales marcada por una larga serie de crímenes atroces (asesinato, parricidio, infanticidio, violación , estafas, adúlteros, etc) que se suponía los dioses cometer. Otros autores, como Teágenes y Porfirio tratan de demostrar que todas esas historias tenía, en realidad, un sentido alegorico, concerniente a la naturaleza de los elementos. Así, en su interpretación, Zeus, el rey de los dioses (Júpiter en la mitología latina), se convierte en el intelecto; Atenas (Minerva) la habilidad; el combate entre los dioses se convierte en lucha entre frío y caliente, lo seco y lo húmedo, lo suave y lo pesado. Ciertos padres de la Iglesia cristiana van hasta tratar de anexar a Platón, que hablaba de “el hombre parecía a Dios”, como el Génesis: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza «. Es cierto que la creencia de Platón y de Aristóteles parecía monoteísta, en un mundo donde pululaban numerosos dioses, pero la interpretación de los escritores apologistas parece exagerada. Esos filosofos no pensaban probablemente en el Dios de las religiones monoteístas, sino en una especie de unidad divina, “la divinidad del mundo”. La misma tentación anexionista ha tenido lugar con respecto de los estoicos, del hecho de su moral exigente. Los grandes autores cristianos, como aquellos de la corriente de pensamiento de Alejandría, en los siglos II y III, (Pantene, Clemente y Orígenes), consideran el Verbo (como en los viejos logotipos), como educador de la humanidad. Ellos establecen una jerarquía espiritual “cualitativa” del hombre. En el siglo IV, Gregorio de Niza escribió un libro sobre la naturaleza del hombre, colocándolo en el medio, entre el mundo visible (su cuerpo) y el mundo invisible (su alma). Esta es una idea antropocéntrica. El jurista Tertuliano, nacido en Cartago, pensaba que el alma es un cuerpo, que Dios mismo es un cuerpo sutil, que crea el Verbo como el sol produce los rayos. El retórico Arnobe participa en un estudio comparativo entre la inteligencia del hombre y la de los animales, concluyendo que el hombre sería, a menudo, atacado de una “discapacidad” de la razón. San Agustín, nacido en Tagaste en 354, arzobispo de Hippone en 399, ofrece un aporte considerable a la criminología. Su pensamiento concierne a la noción del orden (herencia de los platónicos). Es “el orden que comprende y contiene todo”. La sola excusa posible es la falta de información. La perfección del orden no es puesta en peligro por los hombres que serían menos buenos, pues ellos también, son los creadores de Dios. Por consiguiente, según san Agustín, todo lo que es malo o el mal, lo es por la voluntad de Dios. Crea tres funciones de excelencia, en orden creciente: ser, vivir y comprender. La inspiración parece venir de los neo-platónicos. Esas funciones de excelencia conducen al libre albedrío del hombre. Dios ha creado al hombre libre. Para san Agustín, el orden es también un factor de paz, una base de moralidad. Su teología negativa, según la cual podemos conocer solamente lo que Dios no es, recuerda la “docta ignorancia” querida por Sócrates a la recuperación por Plotino, filosofo neoplatónico. En contraste, el conocimiento puede referirse a la gradación de la ciencia, más puras. Hacia finales de su vida, san Agustín dirige su pensamiento teocéntrico hacia la comparación establecida con los poderes absolutos de un rey, que hace y deshace las leyes según su buena voluntad. El castigo aplicado a los delincuentes debería tener, ante todo, un carácter educativo (siempre Platón) que no debe tender a la destrucción del culpable, sino a su mejora”. Él lucha contra la tortura:” Usted lo tortura, no porque usted sabe que es culpable, sino porque usted no sabe; castigas nuestra ignorancia”. Entre las obras de san Agustín: Las Confesiones, La Ciudad de Dios y las Letras. El periodo de tiempo conocido bajo el nombre de “Antigüedad” es calculado desde los primeros tiempos históricos, hasta la caída del Imperio romano, al siglo V. Su fin tuvo lugar paralelamente al desarrollo geográfico y cultural de la religión cristiana. Los dioses son remplazados, sobre una parte cada vez más extensa del mundo, por el Dios de los cristianos. Los jefes de Estado se convirtieron a la nueva religión. El emperador romano Constantino 1ro, el Grande, bajo la influencia de su madre Helena, impuso el cristianismo en 312. Clovis, rey de los Francos por herencia, y de toda la Galia por sus victorias guerreras, se convirtió a la religión cristiana en 496. El papa, jefe espiritual supremo, se convierte un personaje importante en el gobierno de los asuntos terrestres. Es pues, comprensible, que el campo sobre el crimen y el criminal, siendo afectad Dios se convierte juez. El arbitra los conflictos entre los humanos, sin apelación: es el comienzo de una larga época, que subsiste, desde la Antigüedad, a través de la Edad Media, bajo la forma procedimental de un juicio de Dios”, conocido con el nombre de Ordalías. Por otra parte, una especie de «juicio» queda implícito en los avatares contemporáneos: el duelo, juegos como «ruleta rusa», la costumbre de jurar por Dios, por la vida, o la cabeza de un ser querido, etc. Las Ordalías son las pruebas judiciales, cuyo resultado prueba la verdad de una afirmación, según la voluntad de Dios. Los individuos concernidos son sometidos a la prueba del fuego, del hierro incandescente, el ahogo, del veneno, del aceite caliente, etc., o del duelo judicial. Aquel que sale vivo, o aquel cuyas heridas tienen un cierto aspecto es considerado inocente. El que no tiene la fuerza o la habilidad de escapar al peligro de la prueba, o cuyas heridas y quemaduras no tienen el aspecto deseado, es declarado culpable. Tales pruebas no son una invención cristiana, ellas figuran ya en el Código de Hammurabi, columna gravada en piedra y dedicada al dios Shamash: el rio decidía de la culpabilidad de aquel que allí era tirado.

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
0 Comments
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios