Jesús: Respuesta al nihilismo existencial

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El autor es escritor y político. Reside en Santo Domingo

Nihil en latín es nada. Nihilismo es rechazo a todo. No hay valores absolutos ni valores relativos. Todo es nada. “Ná é ná”. La moral, la política, la religión, la familia, etc., etc. Todo está sometido al aniquilamiento total por una mentalidad cerrada, enclaustrada y secuestrada por un  nihilismo existencial apabullante y despiadado.

La Navidad es la contundente respuesta del Dios creador y liberador a ese sentimiento y convicción de lo caído y aplastado del ser humano.

La Navidad es la ruptura existencial al pensamiento nihilista del ruso Iván Turguénev y del filósofo Friedrich Heinrich Jacobi; al excepticismo incubado en algunos cerebros de la antigua Grecia, y al espíritu poco conciliador del más nihilista moderno: el filósofo alemán Friederich Wilhem Nietsche.

La Navidad es amor, es esperanza, es donación,  es fe en la vida y el futuro.

Sólo el episodio de la Resurrección supera al evento de la Navidad en la contundencia de la acción divina frente al ser humano apabullado y ataviado por las tormentas del nihilismo.

La encarnación corporal de Dios en la dimensión terrenal rompe con toda la lógica del ser humano y los poderes fácticos, pues  es la señal más clara de que Dios no sólo promete, si no que cumple. Es la contundente noticia de que el ser humano no será víctima del Da Sein (el ser arrojado) de que nos habla Martin Heidegger.

Pero eso no se obtiene en la la farmacia de la esquina. Dios, en su proyecto salvífico,  asume holísticamente al ser humano y lo conduce con su Espíritu al lugar donde nadie ha de morir. Todo es gloria, eternidad, felicidad y plenitud paradisíaca.

Pero atención a esto. Esa verdad la disfrutan aquellos que deciden ser libres. Aquellos que al asumir la Palabra con determinación y con todas sus consecuencias renuncian a sí mismos y se lanzan en el insondable mar de la fe, de la esperanza y del amor. Por eso,  el documento de identidad de un buen cristiano dice: “entrega”, “apertura”, “abandono” y “alegría”.

Somos por antonomasia la representación de la LUZ. Somos luz del mundo. Somos la luz colocada encima de la mesa para que el mundo sea tranformado de arriba abajo.

Sin embargo, Jesús, el Mesías, el Enviado, el Hijo del Padre, se queja de que somos una generación víctima del tormento, de los escándalos y de las contradciones del mundo. “¿Con qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: “les tocamos flautas, y no bailaron; les endechamos, y no se lamentaron. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores”. Pero, atención, Jesús termina esta escena con una frase contundente…”Pero la Sabiduría es justificada por sus hijos” (Mateo 11,16-19).

Llega la Navidad. Llega el júbilo, la celebración, la esperanza y el amor. La Navidad es una reconducción de la vida.

No dejemos que unos líderes genuflexos a los poderes satánicos nos pongan en manos de un nihilismo existencial.

Que viva la Navidad, que viva JESUS!!!

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