OPINION: Invirtiendo en acciones

 

Hace unos años se hablaba en las aulas universitarias y entre profesionales de las finanzas y la economía de cómo invertir en acciones, cual que fuese un sueño o una utopía pero se debía aprender en ese momento todo lo concerniente sobre la materia, para cuando las empresas de la nación dominicana estuviesen preparadas para realizar operaciones bursátiles mediante el uso de dichos instrumentos financieros.

Ha transcurrido bastante tiempo desde que se escuchaba a los profesores de finanzas referirse a dicho tema ante estudiantes que se quejaban porque se les invitaba a aprender sobre la valuación de las acciones y sus distintas formas de invertir en tan desconocido instrumento financiero en el país, ya que las empresas dominicanas siempre se han gestionado de forma cerradas o sin la participación en su capital de personas particulares a la familia que les dieron origen.

El momento prácticamente ha llegado para que las empresas dominicanas inicien la captación de recursos financieros frescos para  sus operaciones a través de las emisiones de instrumentos de rentas variables, acciones comunes u ordinarias y ahorristas obtener más rendimientos, a través del mercado de valores donde se producen la compra y venta de una variedad de instrumentos de inversión de títulos valores con autorización de la Superintendencia de Valores del país.

El Mercado de Valores es el segmento del mercado financiero donde concurren la oferta y la demanda por valores, entre inversionistas y emisores.

Las acciones constituyen el capital social de una empresa. Otorgan derechos a sus propietarios como son los beneficios o ganancias en el valor de la acción, votos en las juntas de accionistas y derechos preferentes para adquirir nuevas acciones.

Los accionistas comunes son los propietarios de una empresa o corporación y como tales tienen ciertos derechos y privilegios, entre ellos: el control de la empresa, los accionistas tienen el derecho de elegir a los directores de la empresa, quienes a su vez eligen a los funcionarios que administrarán a la compañía.

Otro privilegio es el derecho preferente. Con frecuencia, los accionistas comunes tienen un cierto privilegio denominado derecho preferente, el cual les permite comprar cualesquiera acciones adicionales que venda la empresa.

El propósito del derecho preferente es doble. Primero protege las facultades de control de los accionistas actuales. Si no fuera por esta salvaguarda, la administración de una corporación que fuera cuestionada por los accionistas podría evitar que estos la removieran de sus funciones, mediante la emisión de un número considerable de acciones adicionales y la compra de las mismas.

De este modo, la administración podría apoderarse del control de la corporación y frustrar la voluntad de sus accionistas.

El fundamento más importante del derecho preferente, es que protege a los accionistas contra una dilución del valor con lo que se evitaría que los accionistas antiguos pierdan valor en sus acciones, utilidad que se transferirían de inmediato a los nuevos accionistas.

En consecuencia, la venta de acciones comunes a un precio inferior al valor de mercado diluiría su precio y transferiría la riqueza desde los accionistas actuales hasta aquellos a los que se les permitiera comprar las nuevas acciones. El derecho preferente previene la ocurrencia de estas situaciones.

Aunque las empresas emiten solo un tipo de acciones comunes, en algunas situaciones cuentan con acciones clasificadas para satisfacer ciertas necesidades especiales de la empresa. Por lo general cuando se realizan este tipo de clasificaciones especiales, una categoría se designa como clase A, otra como clase B, y así sucesivamente.

Con frecuencia, las compañías nuevas y pequeñas que tratan de obtener fondos a partir de fuentes externas emiten distintos tipos de acciones comunes, ejemplo: acciones de la clase A se venden al público  y pagan un dividendo, pero no tienen derechos de votación cinco años después de su emisión.

Acciones de clase B, que detentan los organizadores de la compañía. Tienen plenos derechos de votación durante cinco años, pero los términos legales establecen que no se pueden pagar dividendos sobre ellas sino hasta que la compañía hubiera consolidado una capacidad de generación de utilidades, mediante la acumulación de utilidades retenidas hasta un cierto nivel establecido.

Las ventajas de emitir acciones comunes como una fuente de financiamiento son: las acciones comunes no obligan legalmente a la empresa a hacer pagos a los accionistas. Solo cuando la compañía genera utilidades y no tiene necesidades internas urgentes de ellas puede proceder al pago de dividendos.

Las acciones comunes no tienen una fecha de vencimiento fija, es decir, nunca tienen que ser reembolsadas como sería el caso de las emisiones de deudas (bonos).

Si los proyectos de una compañía muestran buenas perspectivas, con frecuencia, las acciones comunes se pueden vender en mejores términos que cuando se trata de deudas.

Las acciones resultan ser atractivas para ciertos grupos de inversionistas porque generalmente implican un rendimiento total esperado más alto (dividendos más ganancias de capital) que las acciones preferentes o las deudas y como una representación de la propiedad de la empresa, las acciones le proporcionan al inversionista una mejor protección financiera contra una inflación no anticipada, porque los dividendos comunes tienden a aumentar durante los periodos inflacionarios.

Entre las desventajas asociadas con la emisión de acciones comunes se encuentran: la venta de acciones comunes proporciona algunos derechos de votación, y tal vez el control, a los nuevos accionistas. Por  esta razón, los administradores que se interesan en el mantenimiento del control evitan con frecuencia el financiamiento adicional por medio de instrumentos de capital contable (acciones comunes, preferentes y utilidades retenidas).

Otro aspecto es que las acciones le proporciona a los nuevos propietarios el derecho a compartir los ingresos de la empresa, si las utilidades aumentan, los nuevos accionistas comparten las ganancias, mientras que si hubieran recurrido a deudas (bonos), los nuevos inversionistas (acreedores) habrían recibido solamente un rendimiento fijo, independientemente del nivel de rentabilidad de la compañía, mientras que los accionistas actuales habrían recibido el resto.

Los costos del aseguramiento y de la distribución de acciones comunes son, por lo general, más altos que los de las deudas o las acciones preferentes.

Sus costos de flotación (costos relativos a su emisión) son característicamente más altos porque los costos de investigación de cualquier inversión en valores de capital contable son más altos que los de los valores de endeudamiento comparables, y las acciones son más riesgosas que los bonos o deudas, lo cual significa que los inversionistas deberán diversificar sus tenencias de instrumentos de capital contable, por lo que debe venderse una cantidad determinada a un número más alto de compradores que la cantidad de bonos.

Si la empresa tiene más instrumentos de capital contable de lo que exige su estructura de capital óptima, el costo promedio de capital será más alto que lo necesario. Por lo tanto, las empresas venderían sus acciones si ello ocasionara que sus razones o cocientes de capital contable fueran superiores al nivel óptimo.

De acuerdo con las leyes fiscales los dividendos de las acciones comunes no son deducibles como un gasto para propósitos fiscales, mientras los intereses de los bonos si lo son. Los impuestos aumentan el costo relativo del capital contable en comparación con los bonos.

Desde el punto de vista social, las acciones comunes son una forma deseable de financiamiento, debido a que les otorgan a los negocios mayor fortaleza ante reducciones de las ventas y utilidades. El financiamiento por medio de acciones comunes no implica pagos por cargos fijos que pudieran llevar a la quiebra a una empresa en decadencia.

Desde el punto de vista de la economía en su conjunto, si una gran cantidad de empresas recurriera a un elevado nivel de bonos, las fluctuaciones en los negocios aumentarían.

Es menester afirmar que el Mercado de Valores es una alternativa de ahorros e inversión para quienes quieren experimentar con algo distinto a la banca comercial o buscan mejores niveles de rentabilidad para sus ahorros o capitales.

El Mercado de Valores es un medio para canalizar recursos de agentes que tienen dinero para ahorrar o invertir hacia otros cuya posición requiere de dinero para desarrollar diferentes actividades.

De manera que no se debe escatimar esfuerzos en ofrecer a los ahorristas e inversionistas la oportunidad de disponer de nuevas alternativas de negocios a través del Mercado de Valores que aunque incipiente es digno de que se preste la mayor atención, con el propósito de diversificar el riesgo financiero y coadyuvar con el desarrollo económico y social de la República Dominicana.

felix.felixsantana.santanagarc@gmail.com

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