Indigenismo, fusión y dominicanidad
En la sociedad dominicana hay una intención deliberada de ocultar los elementos indigenistas de nuestra construcción sociocultural. En sentido general, la educación dominante solo privilegia los elementos hispánicos, ocultando los factores africanos y aborígenes de nuestra etnicidad. La lógica dominante empina la hispanofilia y desdeña que el sujeto dominicano es consecuencia de un largo proceso de hibridación cultural, que incluye también rasgos aborígenes y africanos. Es esa mezcla la que define todo el perfil identitario del dominicano.
En el caso de los aborígenes, fueron sometidos a un proceso violento de desculturación que en menos de una centuria los eliminó de la faz de la isla. El proceso de conquista y “evangelización” devino en el exterminio de más de nueve millones de indígenas en todo el continente y, en nuestra isla, más de doscientos mil. No obstante la fuerza de la violencia impuesta por los colonizadores, hubo brotes de resistencia que tuvieron una gran importancia, destacándose los casos de los caciques Caonabo y Enriquillo.
El cacique Caonabo fue el más enérgico iniciador de la resistencia anticolonialista en la Isla La Española. Su papel fue relevante porque asumió con fiereza y gallardía la defensa de su raza que resultó exterminada a través del cruento proceso de conquista llevado a cabo por los colonizadores europeos.
El cacique Caonabo enfrentó a los invasores desde que estos instalaron el primer asentamiento en la isla. Frente a los desmanes iniciados en el cacicazgo del Marién, Caonabo y sus guerreros atravesaron la Cordillera Central a mediados del 1493, caminando desde el Maguana más de cuatrocientos kilómetros a pies, y ajustició a los treinta y nueve hombres que dejó el Almirante Cristóbal Colón al mando de Rodrigo de Triana en el Fuerte de la Navidad, primer emplazamiento militar europeo en el Nuevo Mundo.
Asimismo, Caonabo hizo una alianza estratégica con el cacique del territorio del Maguá, -Guarionex- para enfrentar a los colonizadores. Su firme rechazo a la conquista insular fue un digno ejemplo de rebeldía e impugnación a un orden que avasalló a los de su raza.
Caonabo merece ser recordado siempre como un gran líder antiesclavista y ponderado como se recuerdan a los grandes héroes nacionales con actividades conmemorativas en las escuelas, liceos, colegios y universidades por ser quien siembra la semilla de la lucha por la libertad en las tierras del Nuevo Mundo.
El Cacique Enriquillo fue el gran continuador de la lucha de Caonabo en el siglo XVI en la Isla La Española. El fiero guerrero puso en “jaque” a las autoridades españolas durante catorce años (1519-1533). Fue tal la fuerza de su lucha que no pudo ser vencido por las autoridades españolas, debiendo enviar un emisario desde la corona a capitular con él para poner punto final a su levantamiento.
Enriquillo fue un guerrero singular, gran estratega militar y un gran conciliador político que logró incorporar a su ejército no solo a los aborígenes disgustados, sino a cientos de negros alzados.
El cacique Enriquillo debe ser recordado por la defensa de su raza; por su atrevimiento y gallardía de con un pequeño ejército, enfrentar a un poderoso imperio político y militar como el español, creando un nuevo paradigma de combate: la guerra de guerrillas.
La dominicanidad es mezcla étnica, es fusión cultural. Reivindicar solo la hispanofilia en nuestra definición como pueblo, es acrítico y evidencia que al parecer no nos queremos como somos. Es la evidencia de que en la sociedad dominicana padecemos una gran crisis de identidad.
jpm