Incremento de los suicidios en República Dominicana

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El autor es licenciado en Diplomacia y Servicios Internacionales. Reside en Santo Domingo

En República Dominicana las emociones negativas se han convertido en un verdadero sentimiento. Esta prolongación nociva va mutando y generalizándose, hasta ser, un estado de ánimo colectivo. La sociedad está violenta, dolida y desesperada.

Muchos ciudadanos expresan y demuestran múltiples quejas sobre los problemas que los agobian, y muchos los reprimen; solo observen las cifras de suicidios y, lo peor de todo, hasta jovencitos se están suicidando.

Hoy día, la sociedad sufre de múltiples crisis; desde la delincuencia, que es un factor estresante, hasta las crisis de valores familiares; la inseguridad y otros males impiden que el dominicano sea feliz.  El notable incremento de la canasta básica afecta a todo el colectivo nacional.

El año pasado, la República Dominicana tuvo una tasa de 7.22 suicidios por cada cien mil habitantes, cifras alarmantes y lo peor de todo, por encima al promedio de países en Latinoamérica —en relación con el tamaño de la República—, con una subida de 12.1 % y 13 por ciento con relación al 2018 y 2019. En el año 2019, se registraron 4.5 de suicidios cada cien mil habitantes. Para este año 2023, se estima, según las publicaciones de algunos medios, que podrían incrementarse.

Nuestra hermosa República Dominicana fue catalogada en el año 2009 y 2015 como el país de América Latina con el primer y segundo grado más alto de felicidad. En el 2022, solo superamos a Bolivia, Paraguay, Perú y Ecuador. Ya nos encontramos notablemente por debajo de: Costa Rica, Panamá, Brasil, Guatemala, Chile, Nicaragua, México, El Salvador, Honduras, Argentina y Colombia.

Somos un sistema que nuestro pensar determina nuestro sentir y hace que esas energías negativas se expandan a todo el colectivo nacional. Las muertes a diario es una muestra de hasta donde se está llegando. Decía Epicteto, que: «No son las cosas que nos pasan, las que nos hacen sufrir, sino lo que nosotros nos decimos sobre esas cosas». (Debemos tener mayor resiliencia).

Está claro, que la ineficiencia y falta de gestión, alimenta la ira nacional. Esa ira y esos sentimientos, probablemente se conviertan en frustración, esto si no hacemos un esfuerzo en ayudar a evitarlo. No podemos permitir muera gente de bien, más cuando sus males podrían tener solución, como generalmente las tienen.

La sociedad en general está perturbada, pocas noticias positivas y pocos resultados favorables. Nuestra población no debe ser discriminada o sentirse inútil. Estamos profundamente convencidos del deterioro social.

Tenemos personas hipnotizadas y dirigiendo, mientras los ciudadanos, están desesperados, se desangran. No se trata de pelearnos y acusar a individuos de incapacidad; sino, de ir encarrilando nuestros pensamientos en individuos capaces de abordar estos problemas, ya sea de manera individual o colectiva.

Basta de teorizar y de estar con muletillas mientras la desesperación social está llevando a dominicanos, incluso, a consumir cianuro. Detrás de decisiones como esas, siempre hay culpables, aún no los señalemos. En vez de estar juzgando, se debe aprovechar ese malestar para buscar soluciones.

Los métodos de solución de conflictos no son enseñados en las escuelas. Se ha subestimado las lamentables cifras de este tipo de muertes, y más grave, cuando la mayoría de las víctimas rondan entre los 14 y 29 años. Nuestro sistema de salud no cuenta con verdaderos hospitales de salud mental y, todavía, resulta un tabú manifestar depresión o problemas mentales, aún sea del tipo situacional.

El suicidio es un tema de salud que requiere un abordaje comunitario y responsable. De esta misma forma, hay que destacar el aumento de suicidios en adolescentes (muchos niños no expresan los abusos recibidos o no tienen el debido seguimiento de los «psicólogos» en las escuelas); lamentablemente, muchos profesionales de la salud mental que laboran en nuestras instituciones, son solo cifras nominales y gastos.

No podemos permitir que se debiliten las iglesias, porque ellas son los hospitales de las almas, y placebo para ayudar a personas infelices y desesperadas. Hay grupos que manchan y satanizan las iglesias con el único fin de que se flexibilicen sus exigencias.

Deben existir lugares, por provincias y municipios, donde los ciudadanos —desesperados por ante tantas crisis— puedan dirigirse. Las estructuras de las iglesias podrían ser usadas o las mismas de las escuelas públicas para fines de contener una verdadera «epidemia» de suicidios.

jpm-am

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Clara Guerra
Clara Guerra
1 Año hace

2- y resulta que las iglesias, salvo algunas, están llenas de personas falsas, severas, que en nada ayudan a calmar esa sed de amor y consuelo
Si a esta situación que padecen miles de dominicanos, le suma usted esa lucha para salír adelante y la degradación de tantas comunidades, pues no dude usted que mucha gente piense que no hay otro camino.

Clara Guerra
Clara Guerra
1 Año hace

1-La prevención del suicidio y la garantía de una vida plena comienza en la infancia. En República Dominicana la peor violencia se ejerce dentro de cuatro paredes: pelas, correazos, insultos,esclavitud infantil. A esta cruda realidad, hay que sumar la gran cantidad de hijos que no tienen padre o no les conocen, generando un vacío afectivo casi imposible de llenar. Luego viene el tema de ir a las iglesias en busca de ese consuelo

Hi Camilo
Hi Camilo
1 Año hace

Despues de leer este desastre de articulo solo puede decir «Zapatero a tus zapatos»