Impulsar el interés hacia lo correcto, lo digno y lo honorable

Un adagio reza: «Por la plata baila el mono.» Aunque nos parezca extraña e inaceptable, el ser humano acciona cuando tiene un interés. De ahí que, es fácil saber el porqué alguien piensa, dice y hace algo. El humano no actúa sin esa fuerza interior y exterior que lo mueva, lo cual nos ubica en el mundo de los animales, los cuales se mueven, por algo determinado en el momento. Triste y penoso es esa forma de ser del hombre.

Los pueblos no avanzan, sino tienen un interés determinado. De ahí que, como cada persona desarrolla interés, no hay forma en que se pueda concadenar un conjunto de intereses que respondan al interés colectivo. En el conjunto de naciones que existen, sus intereses son diversos y hasta antagónicos unos de otros, por lo cual se conducen hacía el abismo mundial. No es cuestión de tiempos, sino de actitudes grupales, manifestados en ideologías adversas al bien general.

La acción se basa en el interés, esto es más visible, cuando observamos el mundo religioso cristiano. ¿Por qué, si creemos en el mismo Dios y Salvador, no podemos estar unidos? Sencillo, el interés no es el mismo; aunque el interés de Jesucristo, nuestro Salvador, es un solo, sus seguidores han tomado diferentes intereses, los cuales no concuerdan con el interés de Cristo. Las diferencias son tan distantes una de la otra, que no hay manera de ocultarlas, son observables a larga distancia

Podemos decir que el ser humano se ha empobrecido mentalmente, al interiorizar el interés como  móvil que lo puede llevar a la cumbre, o al abismo. La pregunta, ¿Por qué hago tal cosa? Nos puede llevar a conocernos a sí mismo y conocer a los demás.

El objeto del mandamiento de «amar al prójimo como a sí mismo,» es descentralizar el egoísmo de la búsqueda del bien propio, para ocuparse en el bien de los demás, como escribió, el apóstol Pablo: «Ninguno busque su propio bien, sino el del otro» I Co. 10:24.

Es más difícil la vida por la lucha de los intereses, pero a la vez, es más fácil de entender. ¿Cuál es el interés que motiva a alguien a hacer algo? Tan sólo busque el beneficio que puede tener, y sabrá hacía donde se dirige ese barco. Nada sucede sin un motivo que lo hace realidad, es decir, causa y efecto. El ser humano tiene un interés en las cosas que hace.  Un proverbio escrito por el rey Salomón dice: «Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte» Prov. 14:12.

Las guerras en el mundo, siempre han sido entendidas por sus causas. ¿Qué las motivó? A veces, la lucha religiosa por el dominio e implantación de sus creencias; por ensanchar el territorio de un reinado; por control militar y político del mundo; y por bienes económicos. Cualesquiera que sean las causas son bien entendidas, por más manipulaciones que se hagan. Es que el  problema está en el interior de hombre: El interés.

El apóstol Santiago, conociendo la realidad del hombre, escribió: «¿De dónde vienen las guerras  y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites» Stgo. 4:1- 3.

¿Por qué no me intereso en el problema de otro? Porque no tengo nada que buscar en eso. Grave error del ser humano, no se da cuenta que hoy por ti, pero mañana por mí. De ahí que, las luchas por el bien real, se ha dejado a un lado, y en consecuencia el mundo se ha ido deteriorando más y más.

¿Dónde están los valores morales de: familiares, sociales, religiosos,? ¿Dónde están los valores de: nación, de patria, de ciudadanía? ¿Dónde están los valores espirituales de: Iglesia, leer la Biblia como palabra que viene de Dios, la oración como forma de hablar con el Divino, el arrepentimiento, bautismo, perseverancia, entre otros?

El interés individual ha puesto en el olvido el interés general, a pesar de que en el espíritu de las leyes se deja observar, en la realidad es letra muerta. Vivimos en una selva, que se salve el más fuerte, esa es la orientación que se vive, la ley del más fuerte, no la ley de la verdad, de lo justo, de  lo honesto, en fin de lo correcto. Pero, ¿debemos continuar por ese camino? No. Escribió Salomón: «El camino de los rectos se aparta  del mal; su vida guarda el que guarda su camino» Prov. 16:17.

De modo que el interés es la base del accionar del hombre, pero debemos entender si ese interés nos lleva hacía un buen camino para todos. El interés puede estar orientado hacía lo bueno o hacía lo malo, somos nosotros los que debemos impulsar el interés hacia lo correcto, lo digno, lo honorable, y sobre todo hacía Dios y el bien común. El apóstol Pablo escribió: «No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal» Rom. 12:21. Dios le bendiga.

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