Halloween: una celebración diabólica

Desde hace mucho tiempo y en todo el territorio continental de los Estados Unidos, el día 31 de octubre se celebra la fiesta de «Halloween» o «Noche de Brujas», en donde los disfraces, calabazas, maquillajes, velas, calaveras, casas de terror, etc., son los actores principales de la noche.

Es de todos conocido que los Estados Unidos, ya sea por su gran desarrollo en todas las áreas, su poder económico, su plataforma socio-cultural y por su grandeza militar y política, siempre ha sido concebido como una nación de referencia mundial y en consecuencia, sus costumbres, estilo de vida y en cierta forma, su manera de actuar, son íconos a imitar todo el mundo.

Es por esa razón que, algunas celebraciones propias de sus tradiciones, se han incorporado en muchos países, sobre todo, al sur de Río Bravo, integrándolas a sus actividades festivas. Una de ellas y que ha motivado esta humilde opinión, es la llamada «Noche de Brujas» o de «Halloween».

Lo que debe mover a reflexión – como es mi criterio- , es que muchos inmigrantes así como ciudadanos de otras naciones allende a las fronteras norteamericanas, se suman a estas celebraciones sin tener en cuentas sus orígenes, sus significados y sus consecuencias espirituales en torno a la fe y a las creencias de un verdadero cristiano.

El criterio de muchos que llegan a los Estados Unidos y que se suman ipso facto a todo tipo de festividades sin tener el más mínimo criterio de la razón o el porqué para integrarse a cualquier celebración propia de la nación, al parecer se centra en un conocido refrán español que reza: «Al país que fueres, haz lo que vieres». En cierta forma debe ser así, pero no en todas las cosas, sino en aquellas que no afecten nuestra moral, nuestra ética, nuestros principios, nuestros valores y nuestras creencias religiosas.

Los orígenes del Halloween

Esta fiesta eminentemente idólatra y hechicera, formaba parte de una costumbre de un pueblo muy guerrero llamado los Celtas desde hace más de 3,000 años, los cuales habitaban zonas localizadas en Irlanda, Francia, Escocia e Inglaterra. Justo el día 31 de octubre, los Celtas hacían las festividades de fin de año dedicada a una divinidad pagana llamada «Samhain».

Al producirse las inmigraciones europeas hacia los Estados Unidos, principalmente la irlandesa, estos trajeron las costumbres de esas festividades a la tierra norteamericana. Dichos ritos tenían un carácter religioso, pagano, diabólico y alejado totalmente de los principios cristianos.

Al emperador Constantino inducir que todos su gobernados se convirtieran al cristianismo mediante un decreto, estos ritos hechiceros dedicados a la divinidad pagana de «Samhain’, se mezclaron con los ritos de la iglesia Católica que celebraba para el 1ro. de noviembre el día de «Todos los Santos». Fue así que la gente comenzó a llamarlo «All hallowmas» que significaba «La masa de todos los santos». A la noche anterior se le llamaba «All Hallows Eve» o sea, «víspera del día de todos los santos». Con el trascurrir del tiempo, la frase degeneró en «Halloween».

Una de las artimañas del señor de la tinieblas, es disfrazar las cosas más dañinas para el ser humano en algo que aparentemente son inicuas y «buenas». Todo esto se convierte en rutina y en lo que se conoce como «tradición» o «fiestas», sin que ello levante la más mínima de las precauciones. Con justa razón fue que un filósofo de quien en estos momentos no recuerdo su nombre, dijo que : «La tradición es la parte inerte de la historia». Tienen sus palabras todo un caudal de verdad.

Sin lugar a dudas y a juzgar por los hechos, la celebración de «Halloween» o «Noche de Brujas», es el rito pagano más diabólico que pueda existir en el calendario Gregoriano. Ninguna persona que se considere verdaderamente cristiano y sujeto a las enseñanza del Maestro Jesús, debe integrarse a estas celebraciones y mucho menos permitir que sus vástagos pequeños se integren a ella.

Como ya conocemos, ese día de dicha celebración consiste en vestirse de brujas, fantasmas, duendes
demonios, calaveras, adivinos, brujos (as), casas llena de pavor, de telas de arañas, velas, sangre, murciélagos, etc. O sea, una verdadera apología al mundo de las tinieblas, al oscurantismo, la hechicería y lo desconocido. Lo triste y lamentable, es que se involucra en ello a los niños guiados por los adultos.

El pensar de muchos y obviamente, de manera errónea, es que una simple fiesta no perjudica a nadie ni tiene consecuencias en materia de fe y creencia frente a los designios de Dios. En La Biblia, específicamente en el libro del Cantar de los Cantares, nos encontramos con un texto en donde el rey Salomón manifestó: «Las zorras pequeñas son las que echan a perder la viña». Cantares 2:15

El buen cristiano jamás debe comprometer su fe y sus creencias en pos de sumarse a unas celebraciones totalmente cuestionables y de orígenes siniestros y hechicero.

Es de conocimiento desde la óptica de la sicología infantil, que los niños son como una esponja vivientes: absorben y copian casi todo lo que ven o les enseñan. En consecuencia, si lo inducimos a este tipo de celebración fantasmal y diabólica él será en el futuro un portavoz viviente de ese tipo de cultura nefasta.

Los Estados Unidos es una nación pletórica en muchas cosas buenas, nobles, interesantes, novedosas, científicas. Aprendamos de ellas e imitemos de esta gran sociedad lo bueno y lo positivo, pero no le hagamos el juego a Lucifer y a todos los engaños de los que se vale para ganar terreno y destruir tu alma, tu mente y tu corazón.

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