Haití: una lectura del poder en el caos…. 

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El autor es político y profesor de historia. Reside en Santo Domingo

Quizá sería interesante consultar a Moisés Naím –“El fin del poder”– para poder explicarnos, con actualidad aunque sin perder de vista los clásicos del drama sociohistórico y cultural haitiano,  cómo es posible, porque ha sido una variable de manejo del poder o, desde la salida de Jean-Claude Duvalier -“Baby Doc” (presidente-dictador: 1971-1986), una suerte de caos y equilibrio con que los actores fácticos en Haití han sabido administrar y manejar, bajo cualquier circunstancia -incluso, de intervención extranjera o asistida-ONU-, sin que, más allá de René Préval, la democracia se asiente por algún tiempo, los golpes de Estado cesen y el exilio o magnicidio no afloren en medio de una crisis sociopolítica prolongada que ya no puede ser explicada a la luz de la socorrida teoría de un “Estado fallido” -en todas sus características o acepción  semántica-sociológica- cuando se infiere una entronizada o sui géneris cultura de lógica del poder en crisis-caos mediatizada y donde los arreglos y acomodos no terminan de balancear un poder político-económico de una élite -gráficamente- encima de un pueblo hambriento; y más si auscultamos en el proceso revolucionario que desembocó en su independencia (1804). ¿Dónde fue a parar ese embrión-histórico referencial? O más, actual: ¿No será que la elite haitiana ha instalado un no bien estudiado “modelo” o técnica de gobernar en crisis y caos?

Federico Henríquez Gratereaux, quizás o sin quizás, junto a José Israel Cuello, Frank Moya Pons y Roberto Cassá, es, de nuestros intelectuales, quien, con más lucidez, ha descifrado, sociológicamente, el complejo e trincado entramado histórico-sociocultural o rompecabezas de una realidad que nos demanda estudio, atención y buena vecindad, sin perder de vista la hecatombe y práctica o expulsión migratoria -¿inducida?- como uno de los hilos explicativos de la lógica del poder en el caos….(para desactivar presión social o “poblada”, lo que no invalida obviar lo latente e impredecible: un estallido social…).

Es más, creemos, que ninguna crisis política o de gobernabilidad, que, por mucho tiempo ha sido permanente en Haití, ha mostrado el accionar político, diplomático y hegemónico de esa élite en el poder como la actual: imposibilidad para celebrar elecciones, puja por el poder -de dos primer ministro por decreto- antes y post magnicidio y aceptación de mediación internacional condicionada (en tanto no se trate del control fáctico ni del tejemaneje sobre “las interpretaciones constitucionales”), mientras se pone en escena su hueste o ejército mejor entrenado: su diplomacia ….(de múltiples quehaceres, y sigilosamente entrenada para variadas gerencias; pero con énfasis en canalizar ayuda que se desparrama, cual barril sin fondo ni transparencia alguna, en oenegés y actores variopintos sociopolíticos y oligárquicos bajo los ojos cuasi complacientes de los centros-organismos de la comunidad internacional).

En síntesis, que, a simple vista y a pesar de la incertidumbre, lo que se observa en Haití, tras el asesinato de su presidente, es el teatro de unos actores -elites- diestros y donde, por ningún lado, afloran -por lo menos, que la prensa internacional haya hecho visible- otros actores políticos intermedios, socialmente hablando, aunque sea a modo de un mejor reparto o representatividad. No sé si es que hay un entendimiento o adormecimiento suministrado hacia los sectores intermedios o de abajo, quizás, conectados con partidos políticos, líderes políticos y sociales -apaciguadores-, elite gobernante -amén de las bandas armadas- o que, ultimadamente, en Haití se da un entendimiento sociológico colectivo de sonambulismo mezcla de miedo, control y desarticulación social y política absoluta -desde los sectores paupérrimos, profesionales y “aparatos” contestatarios-; y después del movimiento Lávalas y su líder Arístides. Igual que con la Constitución -y sus enmiendas-2011- de Haití que es, quizás, la más laxa y complaciente del hemisferio, aunque todo esté consignado y, democráticamente (¿?), exista reelección diferida -uno si otro no-; pero diferente a la nuestra, no la posibilidad de un tercer periodo.

Mientras, desde el lado Este de la isla (República Dominicana), toca observar, coadyuvar, estar atentos y, sobre todo, jugar a una diplomacia sumamente activa -por razones geopolíticas, neurálgicas u estratégicas-, pues, por más complejo de avestruz, no siempre los modelos o técnicas de control y dominio del poder son infalibles o infinitos.

JPM

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Haitian
Haitian
3 Años hace

dios mía. ta bonita ese articula

Arturo Espaillat@Navajita
Arturo Espaillat@Navajita
3 Años hace

excelente análisis! esperamos con júbilo las idioteces del pseudo historiador y comunista haitiano, luis de ny, ya que todo artículo relacionado con la pocilga haitiana, este-luis de senegal-, las retuerce con su infundado dizque saber histórico.

Luis De New york
Luis De New york
Responder a  Arturo Espaillat@Navajita
3 Años hace

navajita. es que tu no conoces la historia de la isla, por ende, no puede comprender cuando yo cito datos históricos para rebatir todas unas series de tergiversaciones históricas, las cuales tu las acepta por falta de conocimiento histórico de la isla donde naciste.

El Centinela de la Frontera
El Centinela de la Frontera
3 Años hace

el fundador de la república dominicana el general juan pablo duarte señaló lo siguiente: “entre los dominicanos y los haitianos no es posible una fusión”. ¡que viva la república dominicana!