Hacer lo que hay que hacer
El paracaidista Jim Pee Wee Martin, hoy con 93 años, dijo hace unos días, en el acto de conmemoración del 70 aniversario del Día D: “solo haces lo que tienes que hacer, a pesar de ello. Esa es la diferencia». Así lo recogió la prensa al revivir el momento de llegar a la playa de Utah, Francia, cuando se convertía en uno de los grandes héroes de aquella estrategia militar conjunta, con la que se iniciaba el fin de la segunda guerra mundial. Martín, con apenas 23 años, refiere que él y sus compañeros de la 101 división aerotransportada: “sabían que fuera lo que fuera, no sería amigable ni fácil”. Nos queda claro, con el relato de Martín, que cada uno de los seres humanos debemos hacer lo que tenemos que hacer cuando se presente la prueba, a pesar de todo, y hacer la diferencia. Tras el conocimiento de la Sentencia 168/13, del Tribunal Constitucional, mucha gente en la República Dominicana ha hecho lo que ha tenido que hacer sobre los alcances de la misma respecto a la soberanía y a la identidad del pueblo dominicano. Algunos, entre los que me inscribo, hemos ofrecido nuestro respaldo, condicionados única y exclusivamente por el amor patrio con el que hemos nacido y vivido en nuestras cabezas y corazones; a sabiendas “de que fuera lo que fuera, no sería amigable ni fácil”, como recordó Martín al sobrevolar Francia nuevamente, pese a ser un nonagenario. No ha sido amigable ni fácil para el presidente de la Junta Central Electoral, Roberto Rosario Márquez, plantarse como lo ha hecho para defender la identidad nacional. En unas palabras memorables, con las cuales develaba las presiones internas y externas que ha recibido por mantener su dominicanidad vibrante, a sabiendas “de que fuera lo que fuera, no sería amigable ni fácil”, dijo, “la historia deberá reconocer mis esfuerzos”. Sostengo, si no es mucho decir, que él debe ser agregado a la lista de héroes nacionales, y las futuras generaciones de auténticos dominicanos lo valorarán justamente. Tales palabras no pueden quedar al aire, ni mucho menos ser archivadas en el olvido de la nada; el presidente del organismo donde deben figurar inscritos los verdaderos dominicanos, reclama a la historia reconocimiento por el deber cumplido, y con tal manifestación, dejar claro que cualquier situación que se presentase, fuera de la jurisdicción institucional que preside, no deberá arrastrarle; se siente libre de pecado y los dominicanos debemos agradecerle su patriótico amor. Sé que tampoco ha sido fácil ni amigable para Vinicio Castillo Semán (Vinicito), mantenerse alerta ante el naufragio de la identidad del pueblo dominicano. Su anteproyecto de construcción del muro fronterizo concitó respaldo masivo; él es que más, hijo de la República Dominicana, ha alzado su voz en pro del futuro del legado de Duarte, los Trinitarios, los Restauradores y otros tantos y tantos de esta tierra preciada y poco defendida. De igual forma, el presidente Danilo Medina ha hecho lo que tenía que hacer. Nadie ha querido estar en sus zapatos en el último año de los dos que lleva en el poder. Las presiones nacionales e internacionales; las mentiras, los intereses y el peso de la historia han empañado su extraordinaria gestión en la primera mitad, más no así su popularidad, ganada a base de priorizar a la gente; dirigiendo sus políticas públicas a producir riquezas en sectores nunca antes tomados en cuenta. Ellos, como Martín, junto a periodistas, economistas, juristas, diplomáticos, políticos, estudiantes y miles y miles de dominicanos, solo han hecho lo que han tenido que hacer por la salud de la patria; pese a todos los obstáculos y presiones interesadas recibidas para hacerlos zozobrar en su derecho de dejar oír su grito de impotencia por todo cuanto acontece en los últimos tiempos en la República Dominicana; Son los nuevos héroes en mi registro y seguro que de muchos más. No ha sido fácil, ni amigable para ellos cumplir con el sagrado deber de defender la dominicanidad. Han hecho la diferencia, como dijo Martín, hace pocos días. Para a quienes les duele la República Dominicana han sentido en carne propia que su esfuerzo y decisión de permanecer a su lado no ha sido amigable ni fácil. Sectores comprometidos con la causa de los haitianos que viven ilegalmente en la República Dominicana y los de allá, han apuntado sus cañones, algunos han disparados ya contra aquellos que han estado y se han mantenido a favor del espíritu duartiano. No ha sido fácil, ni amigable, replico a Martín, mantener los ideales de patria en momentos en que los intereses económicos se lo lleva todo. No es ni ha sido fácil, ni amigable, mantener los valores de respeto por los hombres y mujeres que derramaron su sangre para que los dominicanos disfrutemos hoy de libertad y soberanía, como no fue ni ha sido fácil ni amigable, identificarse como defensor de la soberanía nacional y de la permanencia de la República Dominicana, en momentos en que otros se llenan los bolsillos con enajenarla. No ha sido fácil ni amigable luchar para mantener en los corazones de cada uno de los dominicanos el legado de los patricios; no ha sido fácil ni amigable defender a la República Dominicana de las cobardes e irresponsables críticas malignas sólo para mancillarla, pese a ser y tener soberanía y querer serlo y mantenerse siéndolo. Quizás, Martín, nunca sepa que sus palabras de recordación de la hazaña que le llevó a la gloria me hayan inspirado a escribir estos párrafos. Le agradezco sobremanera, y agradezco a Dios por él, como agradezco a Dios que por mis venas recorra la misma sangre de dominicanidad con la que los Trinitarios juraron fundar y defender a la República Dominicana, bajo las palabras sacrosantas de: Dios, Patria y Libertad. Otra vez, replico a Martín: “Solo hicimos aquello para lo que entrenamos, y volveríamos a hacerlo”.