Experiencia y juicio con el futuro

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EL AUTOR es comunicador y escritor. Reside en Nueva York.

 

Nuestras creencias y patrones emocionales son impulsos invisibles e involuntarios que determinan la calidad de nuestra vida. Por mi imaginación nunca paso que mi país, al transcurrir el tiempo, se convertiría en un cementerio de cerebro humano. Es demasiado doloroso, pero así pienso ahora. No es un insulto a mi país y mi gente. Los seres humanos tenemos la necesidad de crecer, llevar nuestras vidas al siguiente nivel; a ese nivel que conocemos como extraordinario.

 

Tengo lo propio de un pensamiento dormido por las circunstancias dolorosas a que los políticos y el pueblo han sometido mi patria. Ahora el dolor y las emociones se confunden, el espíritu y el alma hacen propia su insultante batalla. En el ser y no ser aparece como un comportamiento matutino en un amanecer sin despertar una ulcera arrogante que me hace más viejo.

 

Esa continuidad de sentimiento y detrimento humano que se ha impuesto en la Republica Dominicana motiva a reflexión en el propio imperativo de la conciencia. Todo se ha hecho mal, casi todo está sincronizado a un azar personal para perturbar el futuro del país para favorecer un señalado.

 

Hemos sido manejados dentro del contexto de una supremacía organizada, nos han acorralado como vaca, nos ordeñan y nos ponen a pastar; en fin, somos el resultado de una generación creada para ser esclavos modernos. Las religiones, por medio de sus cabecillas, son los que nos proveen el pasto.  Sin voz vivimos, con voto virtual que no cuenta. Somos lo que más se aproxima a la degeneración humana. Hay una dieta para moldear la mente, ellos son privilegiados del gobierno de turno, sin ellos el gobierno se ve feo y anacrónico, con ellos todo lo celestial es hermoso.

 

Tenemos un país donde la gente piensa que son tan corruptos los diputados como los policías. En Dominicana no se cree en el gobierno, pocos respetan las instituciones, no creemos en las leyes que ellos mismos imponen con su propia cultura; estamos embarazados con desorden gubernamental.  Todo se entiende como normal; así lo muestran los noticiarios. La corrupción ya no es una tragedia, tenemos un deterioro de los servicios públicos común.  Aquí no se piensa en la correcta formación cultural del pueblo y las instituciones públicas. Nunca se ha pensado a largo plazo hacer cosas que en el futuro nos beneficien-, los políticos buscan un espacio de componenda paralelo al gobierno.

 

El Cardenal,  que ejercía en tiempos atrás una notable influencia en las familias,  ha desperdiciado ese caudal de responsabilidad que tenemos los seres humanos, ahora maltrata el futuro. Nunca en su sano juicio le ha prestado atención a esa evolución de la imaginación que se evidencia como un documental creando moratones en la conciencia.

 

Nuestras creencias y patrones emocionales son impulsos invisibles e involuntarios y estos moldeados, determinan calidad de nuestra vida. Costumbres y tradiciones son fuentes implícitas en nuestro andar para compartir, que sirven como mensaje genético donde subsisten por generaciones.

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