ESPAÑA: mafias en la subcontratación laboral
EDWIN PINEDA CARRASCO
MADRID.- La historia nos dice que la esclavitud, como institución jurídica, es una situación por la cual una persona (el esclavo) es propiedad de otra (el amo); es una forma particular de relaciones de producción, característica de un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en la evolución de la historia económica.
Cuando extrapola la de definición de la esclavitud al contexto de sub-contratación laboral en España la similitud es alta.
¿Por qué en España hay tantísimo bodyshopping? Sin duda, y con diferencia, el mayor negocio tecnológico, el conocido popularmente como bodyshopping, o por nombres más elegantes como “asistencia técnica”, o por el erróneo nombre de “consultoría” u otros más peyorativos como “venta de carne” (cárnicas).
Conozco algunos casos de profesionales que viven y otros que los traen para trabajar en España, y son engañados vilmente, de hecho algunos están trabajando en los gigantes informáticos europeos y norteamericanos.
La tolerancia del estado español en su sistema de contratación laboral es real. Es lamentable que en Europa se permita la esclavitud laboral y que las mafias se lucren del trabajador. Entiendo que si las autoridades están pendientes de la explotación sexual, tráfico de personas, migración irregular, también deben poner la mira en las grandes y pequeñas empresas en este tema.
El bodyshopping funciona de la siguiente manera: una empresa, normalmente mediana o grande, paga el sueldo de un profesional, pero esa persona siempre trabaja, física, regular y normalmente, durante años, en un cliente suyo. Por su parte, la empresa intermediaria, normalmente llamada consultora, se lleva mensualmente una comisión.
Esto difiere mucho de lo que sucede en otros países. Y habrá quien esté más a favor o en contra, pero que los costes son altos… es una evidencia. Al pasar por una consultora, un intermediario, este problema se traslada, esos gastos pasan del cliente a la consultora, la cual corre con los gastos de despido…. o le busca a la gente otro cliente. Así, terminado el proyecto, el cliente se despide del trabajador amablemente con un adiós, y nada más. Sin la mala imagen, con menos problemas de conciencia… y sin los elevados costes de indemnización que esto supone.
A este punto también hay que añadir otro, y es que contratar personal es “gasto fijo” y subcontratarlo es “variable”, y lo primero queda peor en las cuentas de resultados de las empresas.
La subcontratación excesiva es síntoma de una cultura empresarial que agrava la crisis y que impide que España alcance un nivel tecnológico y salarial tan alto como los países más avanzados.
Otro problema de la economía española es una cultura empresarial sin perspectiva a largo alcance. En las empresas más prestigiosas del mundo, se hace todo para que los empleados se queden en la empresa.
En España se hace todo para que sea lo más fácil deshacerse de ellos. En las empresas más prestigiosas, los mejores empleados cambian su puesto dentro de su empresa para ampliar sus conocimientos. En las empresas españolas, los mejores empleados cambian la empresa, porque es la única forma eficaz de ampliar sus conocimientos. Saltando empleos en otros países sería una indicación, que está algo mal con el empleado. En España es una expresión de que está algo mal con las empresas.
Esta falta de lealtad de la empresa a sus empleados tiene lógicamente consecuencias negativas. Es lógico que, en un entorno así, es imposible acumular las décadas de experiencia tecnológica que tienen las empresas más avanzadas. Y es comprensible también, que los mejores empleados se van del país, porque quieren trabajar para estas mejores empresas. Así, los que se quedan tienen aún más difícil avanzar en productividad y nivel tecnológico, que son la base para tener empleos estables y bien pagados. Con ellos, la crisis económica sería menos grave en España.
El estado tiene que hacer una exhaustiva revisión con los resultados del fracasado modelo de contratación.
Soy consciente que este artículo de opinión puede ser visto en países y empresas como una amenaza a sus intereses, pero la verdad debe imperar ante este vicio de explotación laboral.
JPM