Es hora de extinguir el mesianismo

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Con la fresca memoria de un Juan Bosch que nunca buscó un puesto en el Monte Olimpo y que consideraba una honor haber sido escogido para dirigir la transición de una dictadura sanguinaria a la democracia, encuentro duro de tragar ver a sus “discípulos” endiosando el puesto Presidencial. Entiendo que hay “estado de sitio” en nuestros barrios y “de terror” en las áreas residenciales; que los palestinos están muriendo por centenares y que casi 400 vidas se perdieron en un avión mientras muchos otros mueren en nuestro territorio por falta de comida y atención médicas y otros tantos se autodestruyen con sus excesos alimenticios, pero siento la necesidad de expresar el disgusto que el endiosamiento a los Presidentes causa en muchos de los que vemos sus funciones como un trabajo, en lugar de un regalo del cielo. Para empezar debo hacer justicia a la versión de la verdad histórica que me han contado. Dicen amigos de sus años mozos que Nuestro Presidente comenzó con el PACOREDO, mientras que su predecesor fue peledeísta desde su inicio en la política, pero la verdad es que eso no es un factor determinante en el comportamiento de la persona encargada del Poder Ejecutivo. Creo que es tiempo de recordarles al Presidente Medina y a los que le seguirán que ellos han sido honrados con el más alto puesto público por un período de 4 años y que esa distinción no es equivalente a una coronación como Emperador, Rey o cualquier otro calificativo caudillista. Ellos, que demuestran deleite en copiar costumbres, reglas y títulos norteamericanos y europeos, no parecen interesarse en la auto-regulación que los altos funcionarios (comenzando con el Presidente) tienen que seguir para cumplir con leyes y estatutos constitucionales. En USA se tiene claro que el dinero que se paga por una escuela o un puente proviene de los impuestos pagados por los ciudadanos y las corporaciones. Nadie piensa en esta nación que el Presidente ahorra la mitad de su sueldo para donarlo a comunidades carentes de escuelas, y sospecho que, además de estar muy ocupado, el Presidente de USA o el de Francia no inauguran una autopista en vista de que ellos no aportaron el dinero para construirla. Por otro lado, Gobernadores estatales y hasta el propio Presidente, en contadas ocasiones, son invitados a cortar la cinta que bloquea la entrada a un edificio. Estas participaciones siempre están motivadas por una agenda política. Por ejemplo, Barack Obama se apersona a la inauguración de una planta productora de paneles solares porque una de sus metas es reducir el consumo de petróleo. Recientemente este Presidente dijo un discurso próximo a un puente fracturado por falta de mantenimiento y como forma de presionar a la Cámara Baja para que diera curso a un proyecto que destinaria el dinero para reparar puentes y carreteras, aprobado ya por el Senado. Como podemos ver, las diferencias entre nuestra vapuleada RD y el “gran imperio del Norte” son descomunales pero los voceros de los presidentes dominicanos le venden a nuestro pueblo el oxidado cuento de que el país está mejorando quizás porque hay mejores autopistas y trenes de pasajeros. Lo que no dicen es cuántos nuevos millonarios surgieron de esas construcciones mientras que miles de niños se acuestan sin desayunar; la gente no tiene servicio eléctrico confiable; el agua no llega a las duchas y nada cambia para ellos en el ir y venir de presidentes con ínfulas de Reyes. Señor Presidente: Honre su cargo haciendo actos relevantes y deje al Director de una escuela nueva inaugurar su edificio. Permítame recordarle que usted arriesgó su vida luchando contra el trujillismo perfumado de Balaguer y por eso no entiendo por qué ahora sigue los pasos de ese caudillo en cuanto a la centralización del poder y el festejo de acciones que son parte de su función como empleado público que cobra un sueldo los días 25 de cada mes, no paga gasolina, chofer, comida, ni la renta de una mansión.

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