En el mes del Rosario

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LA AUTORA es mercadóloga y comunicadora. Reside en Santo Domingo.

La Virgen María es un ser especial. Observando la historia de la Salvación, vemos la importancia tan grande que tiene la intercesión de María Santísima en bien de la Humanidad. Solo con haber sido la escogida por Dios para ser la madre de su Hijo y el hecho de haber aceptado su voluntad permitió que nuestro Señor Jesús viniera al mundo y nos redimiera. A través de su intercesión, Jesús hizo su primer milagro en las Bodas de Cana, e innumerables milagros a través de los tiempos.

Consagrarnos a Ella y pedir su intercesión a través del Rosario es gran Sabiduría. Es llamada la omnipotencia suplicante. Ella nos acerca y aproxima a Jesucristo. Y no es para menos, si descubrimos el tesoro de nuestra Madre Maria. Secreto que encierra su gran humildad y sencillez. Su ejemplo de vida y su silencio. El no querer figurar sino ser, estar, amar, interceder, servir siempre. Su vida de oración, que se perpetúa desde el cielo sirviéndonos de Abogada ante Dios Estamos en el mes del Rosario, su oración predilecta.

Así lo pudimos descubrir a través de un librito, pequeño pero profundo porque invita al lector a encontrarse con Ella en la oración del rosario, escrito por un gran amigo de Ella, San Luis Maria Grignion de Montfort y titulado: “El secreto admirable del Santísimo Rosario”. Maria es el medio mas seguro, el más fácil, el más corto y el más santo para llegar a Jesucristo. En otras palabras, el mejor atajo. No confundamos esto que nos dice el Santo. Es decir, no contradice las palabras de nuestro Señor Jesucristo cuando nos dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.” Lo que debemos entender es que Maria es el mejor atajo para llegar a Jesús.. De hecho, por Ella, el Padre nos entrego a Jesús. Por su intercesión, Jesús hizo su primer milagro en las Bodas de Cana de Galilea. Con esta acción, Jesús nos revela su debilidad por su Madre en la cruz, nos la entrega en Juan, queriéndonos mostrar que es nuestra Madre en el Espíritu y que nos cobijemos bajo su manto. Ella nos ha regalado el Rosario para que meditemos con Ella los misterios y las virtudes de la vida, muerte, pasión y gloria de Su Hijo Jesús a la vez que pedimos su intercesión.

Hoy más que nunca se hace urgente que la invoquemos mediante el Rosario e imitemos en nuestros actos, por ser madre de Dios y madre nuestra. Oración de súplica por nuestro país tan necesitado de orientación para encontrar la luz ante tantas dificultades! y que nos de la fuerza que necesitamos para cumplir el rol que nos corresponde, sembrando en lugar de destruir para juntos cosechar los frutos de una mejor nación. Demostremos nuestra devoción no como un acto externo sino interno y conmovedor que salga desde lo profundo de nuestras almas. San Juan Pablo II nos confesaba su devoción a la Virgen: “Yo mismo, no he dejado pasar ocasión de exhortar a rezar con frecuencia el Rosario. El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo”.

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