Emboscada electoral

 
 
No hay que ser un ducho en la política doméstica de Estados Unidos para discernir en que  el sorpresivo triunfo del magnate, Donald Trump, responde a una estrategia bien repensada que hemos denominado “emboscada electoral”, por lo inesperado del acontecimiento; hito en la reciente historia política de la nación norteamericana.
 
Engañaron a los medios y encuestadores para que no los juzgaran como racistas y tan díscolo como Trump, pero esperaron el momento oportuno para dar el zarpazo. Se mantuvieron callados; se agazaparon y dieron el golpe de gracia a Hillary Clinton.
 
Además varios factores contribuyeron al triunfo de Trump con todo y que no haya sido nuestro candidato-aunque no lo eran ninguno de los dos-; dijo lo que querían oír los blancos norteamericanos de clase media y alta; enfrentó con sus groserías y brusquedad a todos los poderes fácticos, sin necesariamente actual como un candidato republicano.
 
A parte de las denuncias del jefe del FBI, luego retiradas, Trump, enumeró lo que considera actos de corrupción de Hillary Clinton, y se refirió a presuntos yerros de la política exterior. Y tal parece que entonó la “melodía” que los adversarios de su contendora querían escuchar.
 
Pero además, aún los anglosajones, racistas y xenófobos, ya están cansados de los enfrentamientos entre negros y policías con sus respectivos saldo de fatalidades. Aún con el crecimiento en el índice del número de empleados, sentían cierta zozobra y malestar. Sobre todo con el comportamiento de cierta juventud de ahora que no respetan a los mayores (envejecientes).
 
Entienden que esos males devienen del estilo de gobernar de los demócratas. El último aldabonazo que han recibido o van a recibir, es que los retirados-que de seguro votaron muchos-, próximamente van recibir como pago de sus beneficios de seguro social, un pírrico 0.3 por ciento, es decir, 30 centavos más, por cada dólar recibido.
 
Otro asunto -sin enumerar los errores políticos de Hillary- es que esta gente, además de saber votar “concienzudamente” y a pesar de su experiencia política de los últimos años, la consideran una improvisada que, si ha escalado políticamente se debe a que fue catapultada por su esposo Bill Clinton, al que ahora muchos consideran un hombre licencioso y corrupto.
 
En resumidas cuentas no se deja alienar todo el tiempo, como acontece en naciones como nuestra República Dominicana. Aunque no estemos de acuerdo con el ascenso al poder de Donald Trump que tendrá que someterse a la fortaleza institucional de los Estados Unidos, hay que admitir que los legítimos votantes norteamericanos, sí que saben orquestar emboscadas electorales; una estrategia de sufragio que hace falta en República Dominicana.
jpm
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