El Todo sin Partes

imagen
El autor es economista. Reside en Santo Domingo.

 

“No hay tal cosa como una comida gratis.” Milton Friedman

Hubo una época –los setenta- en que la travesura más emocionante para los jóvenes de clase media era “echar un cubo”. Echar un cubo era irse sin pagar de una pizzería, una cafetería, un restaurant. La propuesta era riesgosa, temeraria. Podía terminar en pescozones o en un buen mal rato en un destacamento de la policía. Eran otros tiempos…

Con los años surge la pregunta: y si el cliente no paga la cuenta, ¿quién la paga? ¿El mesero? ¿El cajero? ¿El gerente? Lo más importante de la respuesta se encuentra en el epígrafe: alguien paga la cuenta (que no el cliente).  Esto es, en la economía real (no en la economía idílica de esas almas enamoradas que se denominan “progresistas”), todo consumo tiene que ser pagado por alguien, con nombre y apellido. Por supuesto, quien consume no tiene que ser quien paga, como sucede cuando un padre compra un helado a su hijo. O cuando el mesero le regala una pizza a los jóvenes necios del barrio.

Cubos hay muchos. Si el dueño le permite al gerente esta fuga (una pérdida financiera), no habrá manera de que el negocio obtenga ganancias. Si se lo permite, el gerente invitará a toda su familia y amigos a cenar gratis todos los días. De igual forma, si el gerente le permite la pérdida al cajero, el cajero utilizará el restaurante como su fonda personal. Y si el cajero se lo permite al mesero… El punto es que la preservación del valor económico del negocio exige medidas de auditoría que impidan efectivamente cualquier tipo de fugas. Los supermercados, los bancos, no son diferentes. En cada punto del ciclo hay un responsable único en el manejo del ingreso. Entender esto es como lo más elemental del mundo, pero no…

En un debate reciente sobre la migración ilegal hacia EUA, el presentador de Fox Tucker Carlson increpa al presentador de Univision Jorge Ramos sobre cuántos migrantes ilegales éste aceptaría en su casa, a lo que Ramos responde: – Es que éste no es un problema de personas, es un problema de países… El todo sin partes.

Hay economistas que piensan que existe actividad económica agregada sin nada por debajo, algo como, por ejemplo, la producción de las empresas individuales. Curiosamente, como explico en otro lugar (Crítica a la economía del status quo), lo que no existe factualmente (es un constructo estadístico) es la actividad “agregada”. Las denominadas cuentas nacionales no son más que un reporte que se debía utilizar a fines de decisiones de negocio pero que al cabo resultan en pistas falsas con fines políticos de distinto tipo. Pero éste es otro tema…

No existe todo sin partes ni, a la inversa, partes sin todo. Es un asunto de definición o, si se quiere ser más amplio, de la unidad en la existencia (no hay práctica sin teoría, no hay forma sin fondo, mal sin bien, etc.) Sin embargo, entre el todo y las partes hay un problema de información y de percepción. El todo es un constructo (por lo que no tiene pensamiento ni percepción) y las partes no lo saben todo, ni del todo ni de los demás, y como sujetos son sujetos a la percepción. Por lo que una de las partes aún se esté cayendo el cielo puede pensar que todo está muy bien. A la vez, otra de las partes siempre piensa que todo va muy mal, hasta cuando se saca la lotto. En el medio, sin embargo, más o menos sabemos, hay a quienes le ha ido bien, a quienes no tan bien. De todo. Y las opiniones, bueno, son como el ombligo: todo mundo tiene una.

Pero las finanzas no son asunto de percepción. A final de año (esto es una figura argumentativa) el señor gobierno viene con una cuenta. Una cuenta siempre abultada donde dice (eso dice él) que ha gastado en todo (con el mejor propósito). Y viene con la cuenta porque hay que pagarla, y todo el mundo tiene que buscarse en el bolsillo. El ciudadano (las partes) pagan con impuestos (de todo tipo) y con inflación. El señor gobierno tiene mil maneras de meter las manos en nuestros bolsillos. Pero digámoslo de nuevo, porque sé que es duro escucharlo: todo gasto público tiene que ser pagado. Incluso el gasto público que queda como deuda de un particular (un contratista, una empresa, un individuo) tiene que ser pagado: es el cubo que el gobierno le echa a los ciudadanos.

Los migrantes haitianos hacia la República Dominicana implican un costo enorme que hay que pagar, un coste que se acrecienta conforme aumenta la migración. Un coste monetario (uso del presupuesto en salud, educación, seguridad social, etc.) al que hay que añadir el coste de remediación: el coste de recuperar el bosque, los espacios públicos, los niveles de escolaridad, etc.) El costo de remediación es implícito, no monetario, por lo que no tenemos una buena apreciación de lo que significa (mientras salga agua por el grifo no nos interesa la desertificación del país, etc .) Este es un coste como cualquier otro, que hay que pagar, de una u otra manera. Ahora bien, cuando de rascar la cartera se trata, los muy ricos no tienen cambio, y los pobres no tienen un peso. ¡Ah!, ¿los progresistas? No, esos siempre que ven llegar la cuenta se van al baño. Paga y pagará el resto. Calcule usted lo que le toca.

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
0 Comments
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios