El "selfies" del Big Papi

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El morfema “self” en inglés significa por uno mismo. Los teléfonos smartphones han puesto en boga el tomarse fotos, aprovechando las dos cámaras de estos artefactos que hacen paroxismo en la gente. El bateador designado de los Medias Rojas de Boston David Ortiz, aprovechando la visita de la novena campeona a la Casa Blanca, se tomó un “selfies” con el presidente Barack Obama, subiéndolo a las redes sociales, y desconociendo el número uno norteamericano de que la foto iba a ser utilizada por la empresa Samsung para su lucha sin cuartel por el dominio de los 5 mil millones de consumidores de la telefonía móvil. El simple selfies originó un desmentido de los voceros de la Casa Blanca, pues el presidente Obama fue pescado en su buena fe, ignorando que la mayoría de los artistas y figuras deportivas son una especie de como se dice en nuestro país “guaguas anunciadoras”, limitando sus vidas a “incentivar” a sus fanes, fanáticos e hinchas al consumo desmedido de productos y servicios por lo que les pagan multimillonarias sumas de dinero. En este mundo nada es inocente, y todo en el fondo persigue un objetivo mercurial. En la película The Truman Show del 1998, del director Peter Weir y que tiene como actor principal a Jim Carrey, éste último no se da cuenta de que no es su vida diaria, sino que está en una película en donde todo es comerciales y tramoya de televisión, haciéndose dependiente de los rating y bajo las directrices de un guion. Realmente así es la vida de las grandes figuras: Una pantalla. Pero el pecado del Big Papi se hace inconfesable cuando la empresa que buscó sacarle ventajas a su selfies es de capital surcoreano, en un momento en que ésta tiene una lucha a muerte y sin límite de tiempo con su rival norteamericana Apple, que de seguro le hubiera podido pedirles cuenta al mandatario norteamericano por prestarse a esa estratagema publicitaria. La guerra entre Samsung y la californiana Apple ha llegado en varias oportunidades a los tribunales norteamericanos. Hizo muy bien el presidente Barack Obama en velar por preservar el símbolo presidencial incólume de esa refriega, y no entrar en ese juego de mercados de esas empresas que no paran mientes cuando de beneficios se trata. David Ortiz no es el primer caso de deportista o artista que tenga contrato de publicidad con empresa alguna. Todo lo que hace Lionel Messi es con arreglo a promoción, pues una gran parte de los descomunales ingresos de La Pulga entran por concepto de promoción o publicidad. Igualmente otro ejemplo de esto es Rihanna, que más que una artista parece una valla publicitaria, pues hasta su vida personal se vincula a las grandes ganancias que obtiene por contratos de ese tipo (se rumora que cuando la artista oriunda de Barbados arremetió en contra de un establecimiento hotelero en República Dominicana era parte para favorecer a la competencia, ya que su razón de ser es la publicidad). A los corredores de la fórmula 1 ya no le caben los anuncios publicitarios en sus carros y ese certamen se ha convertido en un vulgar negocio. Ni la FIFA que tiene más miembros que la ONU, escapa a esa realidad, y sus estrategias parten de las multimillonarias ganancias que generan los juegos del deporte rey del mundo. Después de este enredo del Big Papi lo más recomendable para él sería que al tomar sus selfies lo haga en la avenida Venezuela de Santo Domingo; ya no lo puede hacer en Chichio o el Mameluco, lugares muy visitados por el toletero de Boston, pero que fueron objeto de cambio de nombres.

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