El relajo nacional con los Símbolos Patrios

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EL AUTOR es dirigente deportivo y comunitario. Reside en Nueva York.

Parece como si la famosa “Moral y Cívica” que enseñaban antes en las escuelas, se haya borrado de la mente de los ciudadanos dominicanos de todas las edades. A los jóvenes, no los culpo tanto, porque una buena parte de ellos nunca recibió tales instrucciones, pero a los mayores, no les perdono la indolencia de permitir o apoyar esas muestras de irrespeto patrio.

Es muy cierto que con el ajusticiamiento del tirano RLTM en 1961, empezó a perderse la devoción del pueblo por los “símbolos nacionales”. También es verdad que, ese respeto tan ceremonial por la observancia de los emblemas patrios, es quizás, uno de los mas grandes logros de la mal recordada “Era de Trujillo”.

Poco a poco, me cuentan los mayores, la gente empezó a mostrar cierta indiferencia por el Himno Nacional y la Bandera Tricolor. Al extremo de que para los años 80’s, casi no se veía la Enseña Nacional en las puertas de las residencias particulares, cuando al decir de mis padres, era obligatorio que se exhibieran durante la celebración de nuestras Fechas Patrias.

Recuerdo que en el primer gobierno del doctor Fernández, se creó por decreto la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, que tenía por misión, “recuperar el respeto perdido por los símbolos patrios”, entre otras misiones como: recordar nuestras grandes batallas, cuidar de las plazas y monumentos nacionales, conmemorar las fechas patrióticas y honrar la memoria de los héroes, próceres y mártires.

Este esfuerzo gubernamental, no parece que haya alcanzado mucho éxito, porque todavía tenemos escuelas donde no se enhiesta la Bandera al comienzo del día y en algunos casos, ni siquiera bandera tienen. Y no hay que decir que, a diario vemos personas mayores y jóvenes que no guardan respeto alguno cuando se entona el Himno Nacional.

Pero donde mas molesto me siento, es aquí en Nueva York, cuando veo algunas imágenes desaprensivas con los símbolos nacionales y que a nadie parece preocuparle. Yo no soporto a los organizadores de desfiles y paradas, que hacen los mas descarados negocios con la dominicanidad y terminan honrando a personas y hechos que nada tienen que ver ni con Juan Pablo Duarte, ni con sus ideales y pensamiento político.

Como mucho menos soporto a los comerciantes nuestros que, durante la celebración de nuestras Fechas Patrias, hacen un despliegue inusitado de la Bandera Nacional, pero no es para rendirle honor y reverencia sino, para acrecentar sus ventas, mostrando -en apariencias- un nacionalismo que están muy lejos de sentir.

Y la cosa no se para ahí; en algunos negocios, de la mas variada calaña, colocan una foto del Patricio, como si fuera un cartel anunciando una corrida de toros o de algún concierto de reguetón. No hay el mas mínimo criterio de que la figura de Juan Pablo Duarte siempre debe mostrarse con la mayor solemnidad y respeto.

En ciertos restaurantes de Inwood, para señalar un único sector de Up Town Manhattan, se llega al paroxismo de mostrar los símbolos nacionales -dígase Bandera, Escudo y la figura del Patricio- como parte misma de sus estrategias de publicidad permanente, de suerte que usted se acostumbra a ver en conjunto, al Patricio y un “desayuno tres golpes”, como si fueran “dos colegas cualquieras”. ¡Nada resulta mas irreverente y odioso!

En otro restaurante, pero en Broadway, a las alturas de Washington Heights, sus propietarios u operadores parecen haberse propuesto romper elrecord mundial de lo insólito, cuando le plantan el nombre del negocio, en el mismo centro del pecho a una foto de Juan Pablo Duarte; haciendo parecer como si el corazón del fundador de nuestra nación, fuera un vulgar “churrasco encebollado”.

Hay ocasiones en que la Bandera Nacional ha servido hasta de mantel, en una mesa donde se colocan las bandejas de alimentos a ser consumidos en una fiesta popular que celebra una asociación cualquiera, de miembros de una provincia o municipio dominicanos, residentes en Nueva York.

Cuando la fiesta sube de tono y la alegría se desborda con los tragos y el buen merengue, es fácil predecir el estado final en que terminará nuestra Enseña Nacional, en esa ingrata labor a que fue destinada, tan diferente a la idea que de ella tenían: Concepción Bona, María Trinidad Sánchez, María de Jesús Piña e Isabel Sosa, al confeccionarla por primera vez.

Los “gandules” derramados por los comensales, terminarán cambiando el inmaculado color blanco de la cruz, por no se sabe que combinación de colores. Todo dependerá del contenido de bija que tuviera el condimento preferido de la munícipe que donó los sabrosos gandules.

El Escudo Nacional, por su tamaño diminuto, probablemente corra mejor suerte y sea cubierto en su totalidad, por una de las bandejas de aluminio. Pero el “rojo bermellón” y el “azul marino” de los cuartos cruzados, es seguro que terminarán como cuadro de pintura abstracta o sub realista.

Sin embargo, la vagabundería de los patrioteros de pacotillas, no se ve solamente en Nueva York. En RD, las autoridades correspondientes, ya sean deportivas o políticas, han hecho desaparecer el Escudo Nacional de los uniformes y banderas que exhiben nuestros atletas en competencias y ceremonias internacionales. Aquí, tengo que reconocer la labor patriótica de la Fuerza Nacional Progresista, que al igual que yo, se siente muy indignada con esa falta de pudor nacional.

Hablando ya en términos extremos y sacando al aire mi íntima frustración, he llegado a pensar que de seguir las cosas como van en este país, y en NYC muy especialmente, con el avance de los anti valores sociales, tan de moda en las administraciones demócratas, no me sorprendería que, a algún dominicano de hojalata, se le pudiera ocurrir un nombre para su negocio como: Rosa Duarte Café & Lounge o tal vez, otro mas atrevido aún, Salomé Ureña Sala de Masajes Personales.

¡Sólo nos falta hacer lo que nunca se ha hecho!

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Espero por la respuesta del famoso Instituto Duartiano en Nueva York

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