El reinado de lo banal y lo absurdo está ganando la guerra

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El autor es periodista. Reside en Santo Domingo.

El ritmo de la vida de hoy, con sus ruedas físicas y espirituales que hacen rodar la propia existencia humana, se desenvuelve en nebulosas, con falencias, achaques y disquisiciones tormentosas y abrumadoras. Acciones éstas que abrazan lo banal y lo absurdo, chocando de frente con la inmundicia y la muerte.

Eso es, la sociedad humana de estos tiempos, se mueve, se agita, como en los tiempos de Sodoma y Gomorra, arropada por la banal, resumido en el ego rapaz, el orgullo, la pereza, la codicia, la envidia, la mentira , la gozadora  sin sentido las ambiciones desenfrenadas, la homosexualidad y la más despreciable idolatría a los peores valores, que colindan con el culto, con la adoración al mismísimo Satanás.

La conducta banalizada de la sociedad de hoy, se extiende de norte a sur, de este a oeste, pero se asienta y desarrolla con mayor fuerza en los países más avanzados, cultural y económicamente, donde se da rienda suelta a quienes deseen inscribirse y arroparse con el manto deslenable de lo impuro, de lo oscuro, de lo obsceno y de lo inservible. Pero ese tabernáculo maldito, también cobra vida en las entrañas de este país, y de otros de las mismas dimensiones, inclusive que como los dominicanos, ejercen la democracia y la fe cristiana, como estandarte religioso y espiritual.

Esa mancha ominosa, ese gran agujero negro, comprime las médulas de nuestra decencia, de la sana divisa existencial de una mayoría de ciudadanos que respiran aire limpio, aún en corrientes sucias, que practican la bondad, el trabajo honrado, en fin, todo lo bueno y lo más sano para ellos mismos y para toda la colectividad.

Esto y más, abarcan amplios sectores sociales, que se afanan aceleradamente por el éxito inmerecido por lo fácil, por lo rápido, por lo supérfluo, por lo insustancial, por lo dañino. Y que se sepa bien claro y tajante, que ese panorama pasmoso, no está propiciado, en buena medida por el liderazgo político de aquí y de otras latitudes, salvo en algunos casos en que el accionar político, el poder mismo le ha facilitado a algunos la comisión de actos de peculado, de robo descarado.

Resulta tormentoso y altamente preocupante, el culto que se le rinde hoy a la banalidad y a lo absurdo, mientras se desprecia lo bueno y lo más noble de las sociedades de estos tiempos. Aquí, por ejemplo, muchos aplauden y se arrodillan ante una tal Tokisha, un tal Pío, ante insolentes, comunicadores, influencers, reggaetoneros, raperos, dembowseros y drogadictos.

Para mí, rasga mi corazón, apuñala mi conciencia, cuando observo los aplausos y aprobación que mucha gente tributa a hombres y mujeres vacíos de alma y espíritu, que se destacan, simplemente, por lo estruendoso, por lo vanidoso, por lo vulgar, por lo banal. Ahora, se premia con mayor rigor los chismes e insolencias de farándula, lo impúdico, lo inmoral, y se obvia un exquisito concierto de jazz, una formidable exposición pictórica o una cadenciosa fiesta merenguera.

Aquí y allá, personajes siniestros, en las peores dimensiones, como Florián Feliz, Quirino Paulino Figueroa Agosto, Arturo del tiempo, Carlos Lether, Pablo Escobar, El chapo Guzmán, Los Somozas, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Gadafi, Hussein, King Jong Un,  Pinochet, Hitler, etcétera, fueron celebrados, y algunos lo son aún, como si fueran benefactores, hombres de bien, personas de cualidades humanas, nobles y positivas.

Nada más absurdo y desgarrador, panorama este, que lastima, empobrece y dificulta el sano desarrollo humano, y el establecimiento de sociedades sanas, decentes, pulcras y afianzadas en el amor, la justicia y la verdad.

Pero qué va, lo banal y absurdo está ganando la guerra. Muchas veces hacer dinero rápido y como sea, es el norte y el fin de muchos, y también hacer o incentivar guerras y otros conflictos bélicos y políticos para eternizarlos, a fin de mover las fábricas de armas, barcos, aviones y demás equipos sin tomar en cuenta las vida que se pierden, la salud que se afecta y el dolor que se genera.

Ojalá un día cercano, miremos al cielo e imploremos a Dios por su misericordia y su ayuda para alejarnos de estos pecados capitales, de este ritmo bochornoso y diabólico, que nos castiga y nos reduce considerablemente. Ojalá, también, pronto miremos al rostro de Jesucristo, al ejemplo y grandeza de Moisés, Abraham, La Virgen María, Lincoln, Bolívar, Martí, Dalí  Gandhi, la madre Teresa, Rubén Darío, Sócrates, Platón, Da Vinci, Mandela, Duarte, Mella, Luperón, Peña Gómez, Las Mirabal y Luis Abinader. Ojalá lo logremos pronto, muy pronto.

jpm-am

 

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Albert Castillo
Albert Castillo
18 dias hace

Muy buen artículo, pero lo dañaste al final metiendo a Abinader en el paquete de esas grandes figuras que mencionaste. La cagaste al final.