El Presidente cumplió
Las vías de derecho quedan abiertas a personas físicas o
jurídicas que consideren que el decreto
250-14 sobre el reglamento de aplicación de la
ley 169-13 que establece Régimen Especial de Naturalización y
Regularización de Extranjeros, viola algún precepto adjetivo o sustantivo. Así es la democracia.
El tribunal Constitucional tendría la última palabra en torno
a si ese reglamento colisiona o no con
la ley que viabiliza o con la Carta
Magna, por tanto esa es una discusión de contenido jurídico, no político,
aunque sus repercusiones abarcan ese
terreno.
Lo que si puede debatir es si el Gobierno, y en particular,
el presidente Danilo Medina, han actuado en consonancia con el interés nacional,
durante todo el áspero trayecto que se ha recorrido desde la sentencia del TC que fijó alcance de la
nacionalidad y ordenó control y
regularización migratoria.
El histórico fallo del juez de control constitucional
que abarcó un interregno histórico de
más de 80 años de desorden y anarquía migratoria, desató una virulenta campaña
internacional contra el gentilicio dominicano, acusado de racista, xenófobo y
de promover apatridia.
República Dominicana estuvo colocada por mucho tiempo en ese
oleaje de infamia, dirigido y promovido desde las principales metrópolis y
organismos multilaterales, con infeliz respaldo de malos dominicanos, del
gobierno haitiano y de antiguas colonias caribeñas.
Es de justicia decir que el presidente Danilo Medina- fijaos bien
que me refiero al Presidente-
dirigió con valentía, gallardía y
elevada inteligencia política la defensa de la soberanía nacional y el derecho
a la autodeterminación del Estado
dominicano.
No es lo mismo ni es igual abordar los temas de la sentencia
del TC, de la ley y del reglamento, desde la óptica de un político, jurista o
ciudadano ordinario, que desde la poltrona presidencial, pues al jefe de estado
le corresponde actuar más que nadie con Baeza fría aunque arda el corazón.
En todos los escenarios
donde se vertieron infamias contra
nuestro pueblo y nuestras instituciones se produjeron la debida
confrontación de comisiones oficiales o
del propio presidente Medina, como ocurrió en Puerto Príncipe, Washington,
Trinidad y Tobago, Ginebra, Madrid, Caracas, Ciudad de Panamá y La Habana.
Creo muy sinceramente
que lo que se ha logrado está más cerca del ideal que de lo posible, aun en el
caso de que el TC produzca reparaciones jurídicas sobre ese reglamento. El
presidente ha actuado a la altura
de la dignidad requerida para un jefe de Estado y un estadista
excepcional.