El poder del dinero en la actividad política dominicana

La influencia que actualmente tienen los recursos económicos en los proyectos políticos en República Dominicana, no siempre ha sido así. Hemos tenido tiempos desde nuestro nacimiento como país, que una persona podía llegar y en efecto, así ocurrió, pues fueron elegidos a importantes puestos de la administración pública por su honor y decencia, a pesar de no amasar grandes fortunas.

Un claro ejemplo de ello, fueron los tres líderes que dominaron el escenario político durante la segunda mitad del siglo XX,  los extintos ex presidentes de la República Juan Bosch y Joaquín Balaguer y otro de los grandes líder de masa que ha tenido el país en toda su historia, el también difunto José Francisco Peña Gómez.

También del mismo modo en el siglo XIX, existieron grandes figuras políticas que no llegaron a la primera magistratura del Estado basados en el dinero y el poder que proporciona el mismo. Tal fue el caso del General y líder de la Restauración Dominicana, Gregorio Luperón. No obstante el mayor ejemplo de desprendimiento material en beneficio del país y la patria que nos cobija, lo escenificó el patricio Juan Pablo Duarte, quien hizo uso de los recursos de su familia para forjar los cimientos de la Nación Dominicana.

Hoy en día en República Dominicana,  el dinero, es no solo un artículo para  lujo, sino un requisito sine qua non o ingrediente, sin el cual o de forma esencial, no es viable ningún proyecto político, no importa el nivel del que se trate.

Por esta circunstancia, es que hoy tenemos a personas de renombres, que en algún momento concitaron el prestigio y admiración  ciudadana, a través de su desempeño en puestos públicos, pero por deseo de movilidad social y política (aspirar a un puesto de mayor relevancia), se han visto tentados por el soborno y otras malas prácticas, para poder competir en igualdad con alguien, que en la mayoría de los casos, tiene la cabeza vacía, pero la cuenta bancaria repleta de millones de pesos o dólares.

Por esa anomalía en la sociedad dominicana, su clase y sistema político, es que contamos con instituciones débiles y en ocasiones, dirigidas por personas ineptas, sin vacación de servicio, pero con representación y la legitimidad que ofrece un Certificado de Elección Popular emitido por la Junta Central Electoral.

La razones de este artículo, es el bochornoso acto escenificado en la Cámara de Diputados esta misma semana, donde el país pudo ver y escuchar a dos legisladores hacerse acusaciones de tipo penales, degradantes e impronunciables, pero posiblemente ciertas, dado que ambos hemiciclos, están repletos de personas sin capacidad para estar allí, pero por tener dinero, se han colado en las instituciones del Estado, haciendo de las mismas, un vertedero de hombres y mujeres sin celebros,

En tal sentido, advierto que si la sociedad dominicana no hace caso a este flagelo y toma los correctivos de lugar, a mediano y largo plazo tendremos un Estado fallido y nuestras instituciones democráticas civiles y militares, caerán en el descredito internacional, pues no estamos solos. Esta responsabilidad aunque es colectiva, recae directamente sobre los partidos políticos, quienes postulan a cualquier ciudadano con dinero, sin importar la procedencia del mismo y sus antecedentes penales. Son las cúpulas de los partidos, los que están perjudicando grandemente al país con esta mala práctica, por  puros intereses de grupos y a falta de proyectos de nación.

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