El orgullo de la pertenencia: regreso a los valores tradicionales

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El autor reside en Nueva York

En un pasado no muy lejano, los estadounidenses valoraban profundamente la durabilidad y conservación de sus pertenencias. Era habitual escuchar a las personas expresar su orgullo por mantener vehículos y otros equipos en excelente estado durante muchos años. Este apego contrasta notablemente con el consumismo actual y la obsolescencia programada, impulsada por campañas masivas de marketing.

Arreglar, reparar, reutilizar 

En aquellos días, reparar era la regla y no la excepción. La gente prefería arreglar lo que poseía en vez de reemplazarlo, considerando el mantenimiento como una responsabilidad y una muestra de aprecio. Este valor tradicional disminuyó considerablemente cuando se impuso la cultura de consumir y desechar bienes nuevos, afectando profundamente las costumbres sociales.

Este cambio cultural hacia el consumismo trajo consigo una economía basada en la constante sustitución de productos. Las campañas publicitarias fomentaron la preferencia por novedades sobre bienes duraderos, generando un ciclo permanente de compra y desecho. Esta dinámica no solo alteró el panorama económico, sino también los valores personales y colectivos de la sociedad estadounidense.

Aranceles, efectos secundarios

Las tarifas aduaneras impuestas por el presidente Donald Trump durante su primer mandato, ratificadas y endurecidas en este, su segundo periodo presidencial, comenzaron a revertir esta tendencia. El incremento en los costos de bienes importados llevó a los consumidores estadounidenses a revisar sus hábitos de consumo, priorizando nuevamente el cuidado y la conservación. Esta política arancelaria ayudó a restaurar lentamente una mentalidad basada en la sostenibilidad económica y ecológica.

Orgullo de pertenencia      

1.  Con precios más altos para productos nuevos, la población empezó a apreciar nuevamente el valor del cuidado y el mantenimiento. Este resurgimiento del orgullo por conservar las posesiones refleja más que una reacción económica; representa un regreso a valores de durabilidad, responsabilidad y sostenibilidad, perdidos en décadas anteriores.

 

Reciclajes por osmosis 

Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA), la generación de basura per cápita era significativamente menor en los años 60 y 70 debido al valor dado a la reparación y mantenimiento. Este enfoque tradicional permitía prolongar la vida útil de bienes cotidianos, generando ahorros sustanciales y reduciendo la carga ecológica provocada por el consumo excesivo e innecesario.

Como resultado de esta renovada conciencia, talleres de mecánica automotriz, Carrocería y pintura, Tapicería, reparación electrónica, plomerías, han visto un notable resurgimiento. Según IBISWorld, la industria de reparación de electrodomésticos en Estados Unidos ha crecido más del 2% anual desde la implementación de las políticas arancelarias, revirtiendo décadas previas de declive económico en estos sectores.

Vuelta al sentido común

Paulatinamente nos vamos alejando de gastar el dinero que no tenemos, comprando cosas que no necesitamos para impresionar a personas que no conocemos. Esta situación pudiera utilizarse como parte de la estrategia para regresar empresas a los Estados Unidos, pues es sumamente difícil trasladar todo el entarimado industrial empresarial de un estado a otro, peor si es desde otro continente. Lo que si es relativamente fácil es sembrar el país de pequeñas empresas de servicios y manufactura y subcontratarlas.     Lo que crearía millones de puestos de trabajos y poco a poco esas grandes empresas que se fueron de los Estados Unidos, por carambola, regresarían con pocos traumas a territorio americano.

Más reciclajes y menos desechables 

Este cambio cultural también impulsa una demanda creciente hacia los fabricantes, exigiendo productos más sostenibles y duraderos. Según Nielsen, una empresa de información, datos y medición de mercado, el 81% de los consumidores estadounidenses considera prioritario que las compañías implementen prácticas responsables. Esta tendencia obliga a los industriales a rediseñar productos con criterios de durabilidad y fácil reparación. En los Estados Unidos, hace unas décadas, existían numerosas compañías que garantizaban sus productos de por vida. Las cajas de herramientas se heredaban por generaciones.  Era muy común escuchar decir: “Este serrucho y este martillo eran de mi abuelo”

Regreso al pasado 

La vuelta al cuidado y la reparación también ha fortalecido comunidades locales, generando mayor cohesión social. Iniciativas como los «Repair Cafés» y talleres comunitarios se multiplican en todo el país, proporcionando espacios donde la población adquiere habilidades prácticas, comparte conocimientos y fomenta un entorno social y económicamente resiliente.

Una nueva visión empresarial 

Esta evolución cultural también genera cambios importantes en la industria tecnológica. Empresas como Apple y Samsung enfrentan presiones legales y sociales para permitir reparaciones independientes, algo que anteriormente era difícil de concebir. Estos cambios promueven la innovación en el diseño y construcción de productos más amigables con el consumidor y el medio ambiente.

Merma de las importaciones

La reducción de la dependencia de productos importados también tiene implicaciones globales significativas. Al disminuir las importaciones, especialmente aquellas con alto impacto ambiental por producción y transporte, Estados Unidos contribuye indirectamente a reducir la contaminación y las emisiones de carbono asociadas al comercio internacional.

Conclusión

Finalmente, este renovado orgullo por la conservación y mantenimiento de los bienes impulsa a una sociedad más consciente, sostenible y responsable. No solo fortalece la economía local, sino que también reconstruye el tejido social y cultural del país, favoreciendo un modelo de vida basado en valores tradicionales de respeto, durabilidad y sostenibilidad.

Parece que de verdad América quiere ser grande nueva vez y volver a los tiempos donde escuchábamos la voz del viejo filósofo Papatón, en las polvorientas calles del antiguo BAMESO de Santo Domingo, cuando, con mucha convicción blasfemaba:  “Si hay dios, es americano”.

CarlosMcCoyGuzman@gmail.com

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antonio ro
antonio ro
7 dias hace

Interesante pero no lo veremos, ya que el mundo se ha acostumbrado a vivir del consumismo y el despilfarro.

Irmtrud Ma
Irmtrud Ma
8 dias hace

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