El juego sudoroso del político corrupto

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El autor es escritor y periodista. Reside en Estados Unidos

Defender a un político investigado por la justicia es cometer un error de perspectiva y quienes incurren de tal manera lo hacen con la mera certeza y rectitud deformada y en defensa de intereses que atentan contra los recursos públicos, sin dejar de formar parte de esa sintaxis cometida en detrimento de la sociedad, particularmente su defensa está ramificada en la mera certeza de acallar responsabilidades convirtiéndose así en cómplices de su defendido.

El tablero de la justicia en el que se investigan a ciertos ex funcionarios y ministros de los gobiernos pasados, al igual que a algunos vestidos de profetas en la presente administración, sojuzgan las piezas que se juegan en el ajedrez político.

 Los objetivos de este pecaminoso juego están a la vista a nivel global y son parte del escrutinio en el que participan los defensores de esa madeja de  gavilleros y vividores que toda la vida se endiosan en favor de reconocidos políticos corruptos que aun con sus antecedentes de robos aspiran cada cuatro años a ciertos cargos políticos.

Si en el juego del ajedrez político la moral y las buenas costumbres tienen asidero para despilfarrar los bienes del Estado, sin el control de estamentos regulatorios establecidos por las leyes, pues de nada vale que la justicia gaste miles de millones de pesos “persiguiendo la corrupción administrativa” sin aplicar el castigo que corresponde a cada culpable de cometer dichos delitos.

Cuando los principios y la crianza de familia están por debajo de las cualidades morales, no es posible mantener el estatus, mucho menos ser transparente ante el manejo de recursos recaudados y destinados para realizar inversiones de desarrollo social y sostenibles que competen a la sociedad en su conjunto, por tanto ¿por que no es posible para la justicia dominicana juzgar el mal comportamiento del poderoso y el político sospechoso?

A escasos meses del  proceso electoral agendado para el 2024 es notorio en la República Dominicana una madeja de mercachifles humanos con antecedentes de corrupción, narcotráfico, asesinatos, maltratos físicos y otras actividades que coaccionan los principios de todo ser humano, aspirando a Senadores, Diputados, Alcaldes y Regidores, cachazudos que se han olvidado de todos los deslices cometidos contra el Estado, los cuales promueven sus aspiraciones disfrazados de moralistas empedernidos.

“El juego sudoroso del político corrupto” que cada cuatro años se alza con el santo y la limosna no solo merece el castigo de la presente administración de justicia, sino de la Junta Central Electoral (JCE) que juntamente con la Procuraduría General de la República (PGR), están en el deber de desarticular esta banda que se ha enquistado en los partidos políticos tradicionales convirtiéndose en Asociaciones de Malhechores, los cuales no tienen otros métodos para amasar fortunas que no sea el de fundir las instituciones públicas.

“Cuando el mal comienza a fluir difícilmente puede curarse, se convierte en una llaga que corroe todo el cuerpo”. La corrupción ha trascendido tanto en el país que se ha convertido en un mal incurable, un basurero donde todos quieren hurgar para conseguir dinero sin ningún tipo de esfuerzo, por encima de cuestionamientos y con el apoyo de la propia justicia, la cual confunde al ciudadano común haciendo creer con ahínco que están muy interesados en suturar las heridas que tienen al Estado dominicano permanentemente brotando sangre.

Los políticos dominicanos ya no encuentran que ofrecerles al votante, razón por la cual es común cada cuatro años el mismo discurso, los mismos ofrecimientos, la misma demagogia y las mentiras misericordiosas cada vez que recorren los pueblos y vecindarios del país. La gravedad es que esos sufragantes miserables, acostumbrados al “dame lo mio” creen en el discurso de sus farsantes.

Se considera que la corrupción constituye un elemento común en el ejercicio de la gestión pública y que es ilusorio pensar que las autoridades no se beneficien ilegalmente en el uso de los cargos públicos.

 En contraposición a esto, ¿por qué no se investigan a los precandidatos que aspiran a cargos electivos, antes de otorgarles candidaturas? Los partidos tienen la respuesta.

jpm-am
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Víctor nartinez
Víctor nartinez
8 meses hace

Tremendo artículo pero aquellos profesionales conocedores de la verdad
Porque no se hacen eco de esta realidad y hacer también sus comentarios y opiniones que le lleque a la mayoría del pueblo dominicano y otros pueblo

Rafael Morales
Rafael Morales
8 meses hace

El problema es el esquema de la «justicia» . Por ejemplo, la JCE es quien debe de rechazar a todos los candidatos que tienen problemas judiciales de forma inmediata, pero no hay una ley que se lo permita.
Este es un paìs hecho para ladrones politiqueros, la justicia es la principal prostituta.
Miren a los mafiosos que borraban fichas en la procuradurìa. Eso este el colmo.

MENLLAMIENTO MONSALVO
MENLLAMIENTO MONSALVO
8 meses hace

CELENTE ARTICULO, BUENO PARA DESENMASCARAR A LOS CORRUPTOS Y LADRONES POLITICOS QUE EN POCO TIEMPO SE AN ROBADO Y HAN DESFALCADO EL PAIS Y TODAVIA QUIEREN SEGUIR PARA TERMINAR DE ROBARSE LO POCO QUE HAN DEJADO Y ACABAR DE DESTRUIR Y HACER DESAPARECER A REP. DOM. Y HAY DOMINICANOS QUE SIGUEN A ESA ASOCIACIONES DE LADRONES QUE HAN COLOCADO AL PAÍS COMO UNO DE LOS MÁS CORRUPTOS DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD.
CASTIGO PARA ESOS CORRUPTOS.

angel-miguel
angel-miguel
8 meses hace

Muy bien, excelente, asi debe ser