El debate que quiere Domínguez Brito

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EL AUTOR es comunicador. Reside en Nueva York.

Los debates electorales, tan de moda en algunas sociedades como la de Estado Unidos, sirven mas que nada, para valorar algunas cualidades de los candidatos. La presencia física, el dominio del lenguaje, la coordinación de las ideas, la capacidad de exponer y discutir en público, es seguro que podrán ser apreciadas por los votantes y talvez, corresponderlas en las urnas.
Lo último que no se logrará, es tener una idea clara y definida de lo que los candidatos harán si llegaren al puesto deseado. Y no es porque ellos no quisieran poder explicar, con lujo de detalles sus plataformas operativas, si resultaran elegidos. Es que el tiempo para la exposición es realmente corto y no alcanza mas que para intentar tratar de causar una buena impresión.
El primer debate dominicano de importancia -que yo recuerde- no fue entre dos candidatos sino, entre un candidato y un cura que quiso “pescar en rio revuelto” y de paso, ayudar al representante de la oligarquía cívica y dizque “anti trujillista”, que era don Viriato Fiallo. Las discusiones fueron moderadas por el periodista Salvador Pitaluga. Pero, el tiro le salió por la culata al padre Lautico García y Juan Bosch ganó las elecciones aquel 20 de diciembre de 1962.
Mas luego, y posterior a las elecciones de 1978, hubo otro debate público que acaparó la atención de todos. Don Marino Vinicio Castillo, intercambió razonamientos con un nobel dirigente del PRD, Hatuey DeCamps. Daniel Adriano Gómez fungió de propulsor y moderador de este match entre la experiencia y el ímpetu. El asunto en discusión eran los “resultados” del mes de mayo.
De ahí en adelante, jamás se habló de “debate”. Hasta que, en 19996, el propio Leonel Fernández lo propuso, para enfrentar a Peña Gómez. Pero en esa oportunidad “los gallos no salían”, al decir del líder del PRD, de su equipo de trabajo y de gran parte del electorado. Como los pleitos sólo se echan, cuando uno tiene algo que ganar, se barajó la pelea sin siquiera “pesar los gallos”.
Hoy, la situación es similar a la de 1996, pero hay notables diferencias, que deben analizarse, antes de aprobar el posible “debate presidencial” que demanda Domínguez Brito. Lo primero es que, contrario al anterior, se ve una diferencia sustancial entre él y Leonel Fernández; que no es porque uno sea “peso pesado” y el otro “peso pluma”, como se argumentó en el pasado.
Sencillamente, Fernández le lleva mas de 60 puntos porcentuales al que pide el deseado debate. Es como se dice en el argot boxístico: Leonel está “rankeado” y su oponente no. Y en el “boxeo político”, estas peleas, no es que no sean importantes, sino que, no producen beneficios en la taquilla.
Sin embargo, si somos coherentes con nosotros mismos, estaremos de acuerdo en que, resultaría seductor un intercambio de ideas entre estas dos figuras nacionales, con tanto acervo cultural y bagaje político. Y esto, muy al margen de que uno de ellos, Domínguez Brito, solamente esté en búsqueda de los “minutos de gloria que le corresponden”.
¿Y saben algo?, pienso que a Fernández le pudiera interesar, aunque sea
ya imposible e improductivo para su candidatura. Porque su gran pasión es la discusión franca sobre los problemas nacionales. Leonel es uno de los políticos mas abiertos al intercambio de opiniones y él sabe que a la gente le gustaría saber siempre lo que piensan los aspirantes a presidentes.
Lo único es que, tendrían que ponerse algunas condiciones. Condiciones muy precisas, para ser exactos. Dado el escenario actual de que la mayoría de los precandidatos danilistas, no tienen autonomía real para tomar decisiones definitivas, habría que hacer las siguientes precisiones:
1. No tiene que ser un debate entre Domínguez Brito y Fernández Reyna de manera exclusiva. Pueden participar todos los danilistas que deseen, aunque eso trae, de por sí, una complicación de logística.
2. Todos los participantes tienen que firmar un documento en el que se comprometan a participar como pre-candidatos en las primarias del 6 de octubre y a que “le cuenten sus votos”, sean muchos o pocos.
Bajo estas circunstancias, creo que Leonel Fernández -que no tiene nada que ganar en dicho debate- podría inclinarse por aceptarlo. Y lo haría sólo por privilegiar la importancia de “conceptualizar” con los que pretenden, de ser posible, dirigir algún día los destinos nacionales.
Pienso que Domínguez Brito, debe convencer a los otros danilistas de que lo secunden en este importante proyecto; especialmente a Reinaldo Pared, Temo Montás y Gonzalo Castillo, porque creo que tanto, Melanio Paredes, como, Radhamés Segura, doña Maritza Hernández, Andrés Navarro y Manuel Crespo, estarían prestos a participar.
Esta sería la ocasión ideal para sentarse “de tú a tú” con Leonel Fernández -de quien todos han sido subalternos- y demostrar que no sólo es que hay “sangre nueva” sino, que la misma es de calidad y que no está infectada.
Repito, solamente si se cumple con las dos condiciones señaladas, Leonel pudiera aceptar este match, en el que todos quieren -o debieran querer- tener una participación personal.
Ah caray, ya casi se me olvidaba que estamos contra el reloj y que no hay chance de organizar el susodicho debate; aunque, realmente, a la nación dominicana le conviene que se institucionalicen los denominados “debates presidenciales” entre ciudadanos que aspiran a administrar el presupuesto nacional.
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