El bienestar colectivo incluye el individual

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EL AUTOR es político, periodista y mayor general retirado de la Policía. Reside en Santo Domingo.

“Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).

La solución a la crisis actual debe ser colectiva. Es tiempo de que la administración pública beneficie a todos y se acabe con los privilegios que perjudica a las mayorías. Todo está escrito en cuanto a los diagnósticos de la problemática social dominicana. Las políticas públicas económicas, ambientales, tecnológicas, etc. requeridas para gestionar la solución a cada demanda de la ciudadanía, tal vez con pocas exenciones, están claramente identificadas y son viables.

¿Por qué no se ha logrado cumplir con ellas? Simple, no se han elegido los políticos correctos. Lo más importante entonces, es conocer a profundidad tus candidatos, en detalles de historial profesional, familiar, valores, experiencia en general de servicios al bienestar colectivo y transparencia ética en los intereses privados o de lucro. 175 años equivocándonos al elegir nuestras autoridades o funcionarios sin los más mínimos valores, escasos de vocación de servicio y ética, en su gran mayoría son orcopolitas o genios del mal, excepto tres presidentes de nuestra historia republicana, el general Valverde, Ulises Francisco Espaillat y Juan Bosch, que quisieron gobernar con verdadera justicia social en un verdadero estado de derecho, pero solo gobernaron dieciocho meses entre los tres.

¿Cuántos dominicanos han pasado por puestos electivos o designados que han hecho carrera de más de 20 años y resisten auditorías de sus bienes y actuaciones? Muy pocos. En esta selección o identificación de esos candidatos han fallado los partidos y los electores partidistas. En una reflexión quizás ligera he observado que el problema quizás es que estemos buscando soluciones individuales o de grupos a problemas sociales o colectivos, cuando por simple lógica debemos establecer o deducir que las soluciones colectivas contienen en sí mismas las soluciones individuales o particulares.

Si un millón de dominicanos pudimos coincidir y marchamos juntos en contra de la corrupción y la impunidad, debiera ser más fácil coincidir y marchar a favor de la solución que comienza con cambiar a los actores políticos tradicionales por actores políticos diferentes y probados en su historia profesional y transparencia ética, como ya mencionamos, a quienes defino como políticos duartianos comprometidos con la democracia verdadera y asegurados en vocación de servicio y de patria.

Los políticos administran la cosa pública y deciden las políticas o proyectos a realizar para que la sociedad funcione, y también deciden en qué gastar el dinero público. Cómo tener una sociedad educada y avanzada si no se invierte en los servicios básicos como educación de calidad con civismo, seguridad, salud, protección civil, producción con valor agregado, productividad, medioambiente sano, justicia, transporte, agua, empleo de calidad con oportunidad de desarrollar los talentos y demás servicios en excelencia.

Nada de eso lo decide la sociedad, aquí los gobiernos lo deciden todo y casi siempre en contra de la sociedad y el mérito. Los grupos de poder desde Santana en la primera República al nacer el Estado dominicano, han impuesto la tiranía y el desorden con la sombrilla de la corrupción impune y han asesinado, desterrado o corrompido a los líderes con visión, compromiso de patria y preocupación por el bienestar de la sociedad o colectivo. El tema puede que sea simple, pero no hay voluntad de parte de los políticos y la sociedad trabajadora es indiferente ante la irresponsabilidades de quienes los representan y administran corruptamente el Estado. Además, la corrupción se extiende a la administración privada. Así lo certifica el Foro Económico Mundial: “pues la República Dominicana es el cuarto país latinoamericano con peores resultados en instituciones privadas, al patrocinio de estos argumentos se impone una cultura sistémica basada en el fraude, la evasión y el deterioro social que también toca a los poderes fácticos del sector privado.”

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