Domingo Moreno Jiménez

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“Un grano de poesía es suficiente para perfumar un siglo”. José Martí.

Tratar de entrar al mundo mágico del poeta y, sobre todo, de un bardo como
lo fue Domingo Moreno Jiménez, es como pretender descifrar la emoción que se
presagia al vernos en el vestíbulo de una alcazaba de geniecillos frente a
hadas y a dragones utópicos derramando versos de fuego encantados de
poesía y de amor, sin soslayar destellos de incertidumbre como ocurre en toda
gran obra humana.

Con poses de escritor y soñador a la vez presiento, en mi lirismo
incesante, que los dragones de pie y alas del castillo mágico de poetas me han
contagiado con su hechizo porque son tantas las veces que me he imaginado poeta
atraído por la intuición y la gloria de Moreno Jiménez, que algún día tendrán
que abrirse las puertas del alcázar fascinante donde se escriben versos y se
mitigan anhelos.

El propio poeta, como padre señero del postumismo, promueve esos anhelos
míos de juglar todavía por florecer desde mi alma encandilada con su poema Aspiración,
cuando el ilustre poeta dice en dos fragmento iniciales: Quiero escribir un
canto/sin rima ni metro/sin armonía, sin hilación, sin nada/de lo que pide a
gritos la retórica./Canto que tuviera/solo dos alas ágiles,/que me llevaran
hasta donde quiere/ con su sed de infinito/, en las noches eternas volar el
alma/.

La Feria del Libro Santo Domingo 2014 viene siendo una hermosa y fascinante
galería donde los escritores, literatos, poetas, novelistas y editores
nacionales e internacionales más afamados concurren animosos e iluminados, uno
por primera vez y otros ya han expuesto sus obras como fervientes impulsores
del difícil arte de la producción literaria y a deleitar con sus fantasías
escritural a lectores ansiosos de todos los mundos que acuden a los bazares del
libro a comprar sus ejemplares favoritos y al disfrute contagioso de discursos
antológicos de los más brillantes exponentes de la literatura antillana y de
occidente.

Cómo olvidar que otros seres humanos sin paciencia para sentarse a leer un
libro transitan por las calles o espacios interiores de la Feria, acaso podrían
ser los caminantes que llegan atraídos por video-juegos y otros tipos de
tecnologías que un dia deberán encontrarse con Domingo Moreno Jiménez o el
poeta por su magia y libertad textual encontrarse con esa
tecnología.

En mi dulce y maravilloso espejismo por el que transito en mis ocasiones de
sueños contemplo al poeta santiagués Domingo Moreno Jiménez en la Feria del
Libro llevándonos con sus versos a un mundo de ilusión y de nostalgia con su
poema Desasimiento, diciéndonos: Era blanca/y me perseguía/
era pálida/y me perseguía/era casi diáfana/ y me perseguía./Mujer ¿no sabes que
yo ya he olvidado la vida? /Mujer ¿no sabes que ya yo he trocado mi corazón por
un cayado?/ Mujer. ¿Ignoras que hasta la lumbre de mi sentir se ha
desvanecido?/

Y Moreno Jiménez humaniza nuestras esencias y nos vuelve niños ante una
soledad inesperada y mustia cuando escribe aquel poema “Mi vieja se muere”,
que nos estremece y nos desgarra a la vez, dedicado a María Teresa Valencia, su
madrina y madre adoptiva. Con esta muerte el poeta nos manifiesta que su “paz
interior y exterior” se desvaneció, sentimiento éste muy pesaroso el cual
aparece en casi todas las almas abatidas ante lo infausto.

Sin embargo, este gigante de la poesía post modernista no deja nada suelto
o al azar sin llevarnos cogido de la mano a unos planos muy difícil de alcanzar
puesto a que solo él puede llegar al grado máximo o al cenit de la unión del
alma humana a lo divino durante la existencia terrenal. Moreno Jiménez no es un
asceta o un anacoreta puesto que no vive aislado, por lo contrario, él esta en
la aproximación de un plano místico ejercitando el espíritu humano para la
perfección.

Moreno Jiménez, en el poema La hija reintegrada, del dolor nos
eleva a una dimensión astral al que solo él puede subir. Para que los lectores
puedan tener una idea más acabada de lo que transmite en este verso este
inmenso poeta santiagués, veamos unos fragmentos: Hija, yo no sé qué decirte si
la muerte es buena/o si la vida es amarga/sólo te aconsejo que despierte,
adulta de comprensión más que tu padre!/Hija, ya no habrá oriente ni poniente
para tu porvenir/ una sabana blanca serán tus días,/una sabana blanca será tu
pasado/y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el
porvenir/.

El poeta escribe la poesía La hija reintegrada en medio de
un ambiente de abatimiento y de gran desconsuelo, en el momento en que su hija
María Josefa Jiménez muere a tan solo unos meses de edad, de colerina—según lo
narra el poeta también santiagués, don Tomás Morel–, quien estuvo con Domingo
Moreno Jiménez en el velorio de su hija.

Este hombre que vivió impregnado de un amor elegiaco y que ahora hallándose
frente a la partida apresurada al Seol de su amada hija María Josefa, aún
entristecido, encuentra la iluminación que le proveen los espíritus celestes a
los poetas y termina esta poesía igualando su hija a la leyenda de la flor
blanca del higüero que florece en Viernes Santo y que da una sola flor muy
codiciada, especie de amuleto para la suerte. ¡Eres, amada mía, como flor del
higüero joven/, como el azogue del crepúsculo/, como la diafanidad de la
naturaleza toda!

El Ministerio de Cultura, en la persona del cantautor José Antonio
Rodríguez, ha hecho justicia a un poeta tan merecedor como es Domingo Moreno
Jiménez por su tantas virtudes y atributos que adorna a
esta figura estelar del parnaso de la literatura dominicana y antillana,
dedicándole la Feria del Libro 2014, el evento literario de mayor importancia
que se celebra anualmente en el país.

Este merecido privilegio a Moreno Jiménez así como el premio recibido
recientemente por el galardonado poeta Tony Raful de la mano de la prestigiosa
Fundación Corripio, Inc., significan no solo un reconocimiento a una labor
prolífica y grandiosa de un hombre ilustrado, además sirven de estímulo y de
motivación espiritual para el desarrollo y esplendor de las letras dominicanas.

Para esa formidable ceremonia de apertura de la Feria del Libro 2014 abrigo
la dulce esperanza de que se lleve a cabo un ceremonial estupendo en el que
haga su entrada gloriosa el poeta Tony Raful, el ministro de Cultura José
Antonio Rodríguez, don Pepín Corripio, prestigioso mecenas de las letras y
también de las artes, y don Jorge Tena Reyes, poeta y escritor iluminado.

Debo finalizar este aporte a la grandeza de una labor poética
extraordinaria con una frase del laureado poeta chileno Pablo Neruda: «La
historia ha probado la capacidad demoledora de la poesía y a ella me acojo sin
más ni más».

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