Discutir y pactar: la regla política de América

Por lo general, dispongo del domingo para organizar mis cavilaciones sobre la situación nacional. Después de ver La Respuesta y apurar mi café reglamentario, paso revista a los acontecimientos semanales y a las ideas que me han llegado a través de mis oyentes de radio. Esta vez sin embargo, hube de adelantarme en función de la tormenta invernal Jonás que azotó el Este del país y que nos obliga a un forzoso día extra de descanso.

 

Varios temas se agolparon en el tintero, pero uno de ellos me sedujo de inmediato, quizás porque me afecta de manera directa. Es que yo he  estado haciendo de comunicador social por mas de 20 años en esta ciudad de Nueva York y siempre he soñado con abrir un espacio de discusión formal, donde los dominicanos de ultramar podamos dilucidar los asuntos de competencia común.

 

A pesar de escribir con un ritmo semanal y hablar diez horas semanales por radio, sobre temas por lo general conflictivos, a lo mas que he llegado es a intercambiar pareceres con el señor Miguel Espaillat, un tribuno de barricada que como yo, dice en voz alta lo que piensa en silencio.

 

Pero mi match con Miguel -que ha abarcado varios niveles de desavenencias y tópicos diferentes- ha sido posible porque yo he tenido la iniciativa de confrontarlo. El amigo Espaillat, jamás se ha referido directamente a mis opiniones, sin que antes yo haya contradicho algún criterio suyo; y esto me hace sentir un poco culpable, pero sobre todo decepcionado.

 

Es como si se sintiera un pánico colectivo a expresarse libremente. Y donde mas acentuada está esta especie de mordaza voluntaria, es en la clase política dirigencial. Literalmente, “nadie sabe qué piensan” los dirigentes políticos de los partidos dominicanos sobre ningún tema de interés colectivo; pero mucho menos los oficiales electos locales, ya sean demócratas, republicanos o de alguna otra formación minoritaria; porque casi todos son meticulosamente parcos.

 

Pero a decir verdad, este extraño comportamiento de los dominicanos residentes en USA, es algo mas que una simple apatía por el intercambio de ideas, una práctica tan útil y necesaria cuando se trata de comunidades emergentes en franco proceso de empoderamiento. Si nos dispusiéramos a compartir ideas, en corto plazo podemos quizás, construir la Agenda Dominicana del Exterior. Pero qué va, nuestros dirigentes y oficiales electos parecen pertenecer a una arcaica “logia política secreta”. O tal vez es que no quieren exponerse en el discurso, a fin de llegar al cargo con el menor compromiso posible.

 

Lo que piensa un Adriano Espaillat por ejemplo, sobre el futuro de los dominicanos en USA, es uno de los secretos mejor guardados de la historia. Y cuando digo Adriano Espaillat, muy bien pude haber mencionado a cualquier otro de nuestros “líderes”, ya sean del frente local o del frente insular. Pero menciono al senador estatal porque es él quien ha intentado representarnos en Washington en dos ocasiones y ya se apresta a hacerlo por tercera vez. Y es precisamente su caso el que mejor nos ilustra acerca de las consecuencias de mantener ese hermetismo rancio sobre los asuntos que nos conciernen a todos.

 

Si existiera la costumbre de discutir los planes y proyectos de manera pública; y los votantes conocieran el programan de acción de nuestros candidatos -una vez resulten elegidos- de seguro que les resultaría mas fácil edificar la mayoría electoral que pueda producir el triunfo. Se trata de entender que para ganar hay que aglutinar sectores y los intereses de esos sectores solo se conocen con el intercambio de ideas. Luego, la labor del candidato es garantizar que cada sector se sienta justamente representado, durante el proceso de campaña y en el ejercicio del poder político.

 

Hay otro aspecto de la lucha reivindicativa local, que por la costumbre  de nunca discutir en público, ya ha causado la derrota en dos ocasiones al aspirante a la Casa de Representantes. Es muy cierto que los dominicanos debemos llevar un candidato nuestro, porque somos la mayoría residente en el Distrito 15 al Congreso; pero cuidado, no somos la mayoría votante. Esto conduce al planteamiento inicial de este trabajo: tenemos que pactar con las otras comunidades.

 

Como quiera que se mire el asunto, la clave para construir mayorías votantes, está en la capacidad que tengamos para concertar, primero entre nosotros y luego con los otros. Hoy, la lucha por el puesto del legendario Charles Rangel, reviste una importancia capital. En las primarias demócratas se enfrentarán entre sí siete candidatos: cuatro afroamericanos, un puertorriqueño y dos dominicanos. Es una especie de “round Robín”, donde cada uno compite contra los restantes.

 

Para ganar hay que pactar, de eso no hay dudas; pero sobre todo, pactar con las comunidades votantes. El que tenga capacidad para entenderlo, tendrá más posibilidades de sustituir al “viejo Charlie” en el Congreso, uno de los mejores amigos nuestros en Estados Unidos.

 

¡Vivimos, seguiremos disparando!

 

jpm

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Luis
Luis
8 Años hace

completamente de acuerdo con usted, pero creo que nuestra mejor carta de presentacion será el amigo guillermo linares y digo esto porque estoy combencido de que el entiende mejor esta comunidad, pero ademas a ocupado puesto importante lo que lo hace ser un politico esperimentado.