Dinastías que contaminan

Resulta que ahora, el hermano de Reinaldo, el correctísimo, impoluto y  circunspecto Sigfrido Pared Péez, lo que le preocupa no es que el país esté permeado por la narcopolítica, sino quién o quiénes estarían tras la imputaciones que hace el capo Quirino Ernesto Paulino Castillo al expresidente Leonel Fernández Reyna.
 
El director del Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) parece preocupado por la “intranquilidad” que puedan generar las imputaciones del “inversionista” con 200 millones de pesos, a la campaña presidencial del  2002-2004, a favor del ex mandatario.
 
Esto, amén de que el capo dijo que más narcotraficantes habrían contribuido con otros dineros, a la promoción presidencial de quien  aspira al solio, por nueva vez, sin que hasta el momento, ese absurdo haya causado revuelo. Todos seríamos cómplices, si al exmandatario no se le condiciona a que, previamente, desmienta convincentemente a Paulino Castillo.
 
Entre tanto, no sabemos hasta dónde Pared Pérez y su organismo, están facultado o en capacidad  de rastrear los  pasos de un capo que ya purgó su pena en Estados Unidos, y el único inconveniente que presenta es el reclamo de la devolución del dinero, presuntamente aportado, al demiurgo exmandatario.
 
El exsecretario del Ministerio de las Fuerzas Armadas, más que aparentar ser el representante de un organismo de inteligencia, actúa como un político del montón.  Y no de cualquier montón, porque luce, exactamente, como el diputado por carambola Vinicio (vinicito) Castillo Semán, que acusa a sectores del danilismo, o del poder, de estar detrás de las acusaciones de Paulino Castillo.
 
Realmente, contrario a lo que ha expresado Pared Pérez de que se pretende la armonía de una sostenida “paz social”, parecería que él quiere cambiar esa reconfortante condición, por la “tranquilidad” que le llevará a los suyos el que Fernández Reyna salga airoso de una revelación  que se ha convertido en un dédalo que no tiene salida.
 
Hasta el momento, Sigfrido, parece tener muchos amigos o buenos resortes entre periodistas y los medios de comunicación. Que sepamos, nadie ha reaccionado ante la insólita actitud de un militar que, hace poco, como decíamos al iniciar este artículo, lucía como  un militar correcto, impoluto y circunspecto, libre de toda mácula y oscuros meandros politiqueros.
 
Lamentablemente, el gobierno de Danilo Medina, aparte de corruptos que todavía activan en el tren administrativo, está infestado de dinastías familiares que en vez de beneficiarnos con justicia, paz y sosiego, tienden a  contaminar más, a la desafortunada  sociedad dominicana.

 

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