Diez perfiles para los nuevos jueces de las altas cortes

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El autor es abogado. Reside en San Juan de la Maguana

El Consejo Nacional de la Magistratura se aboca  a reestructurar el Tribunal Constitucional y la Suprema Corte de Justicia. La evolución  de la justicia está imprescindiblemente vinculada con la historia de la República Dominicana, porque nuestra sociedad a través del tiempo ha luchado por obtener este valor que en gran medida se le ha negado, a pesar de los esfuerzos emprendidos a lo largo de su trayectoria.

En la Reforma Constitucional de 1994, cuando se le otorgó autonomía presupuestaria y administrativa a la Suprema Corte de Justicia, el Consejo Nacional de la Magistratura   los cuales constituyeron pasos de avances a las reformas estructurales que ameritaba el Sistema Judicial,

En la Constitución Política de 201|0, quedaron plasmados los principios fundamentales conforme a los cuales está organizado jurídica y políticamente el Estado Dominicano, principios dentro de los cuales se destaca el que corresponde a la justicia con la creación del Tribunal Constitucional, El Tribunal Superior Electoral y la restructuración de la Suprema Corte de Justicia. En los términos expresos de nuestra Constitución. Los tribunales deben estar expeditos para impartir justicia de manera pronta, completa, imparcial y gratuita.

Todos los sectores conscientes de nuestra sociedad han cifrados sus esperanzas en que para alcanzar los objetivos propios de un régimen en el que impere el estado de derecho, es necesario que en el país existan, por una parte buenas leyes y que los poderes del Estado den al traste con el principio de legitimidad con la creación de normas jurídicas, para que éstas sean un auténtico instrumento en manos de las autoridades encargadas de su aplicación. De igual manera, es esencial contar con un sistema de justicia que asegure la correcta interpretación y aplicación de la ley, para que las personas que integran la Nación Dominicana tengan la seguridad de que los principios y fines que animan un Estado de Derecho son cumplidos en beneficio de los ciudadanos y ciudadanas en general, y en efecto también sirva al de los intereses de los particulares, cuando éstos se ven envueltos en un conflicto.

En la actualidad, El Consejo Nacional de la Magistratura tiene una importante tarea en el Poder Judicial de la República Dominicana, en la constitución de las Altas Cortes y los tribunales del orden judicial, y el Consejo del Poder Judicial  tienen la relevante tarea de crear, dentro de su ámbito de competencia, elegir los jueces de nuestros  tribunales que van a encargarse de la alta responsabilidad de impartir justicia, muy especialmente en materia de amparo, el orden constitucional y garantizar el debido proceso de ley o tutela judicial efectiva, para que una vez elegidos estos jueces,  dichos tribunales apliquen las leyes y los actos de autoridad que violen garantías individuales, por apartarse del respeto a la Constitución y al régimen de seguridad jurídica que deben imperar en el Estado Dominicano.

Todo lo anterior significa que, los juzgadores de amparo y protección al orden Constitucional tienen competencia para, a su vez. Sentenciar en base a la ley y los tratados internacionales y con esto determinar si un órgano legislativo se condujo correcta o incorrectamente, por haber expedido leyes acordes o contrarias a la Constitución. También juzgar los actos de todas las autoridades que integran la administración pública, estatal o municipal, para decidir si esos actos de autoridad estuvieron de acuerdo o en contra de la Constitución o de las leyes; y, por último, analizar los actos de los tribunales judiciales, administrativos, de trabajo o agrarios, para determinar si sus resoluciones o sentencias se emitieron con una correcta interpretación y aplicación de la ley que rige la materia de los juicios.

Para que los Tribunales de nuestro país cumplan correctamente esta elevadísima responsabilidad, es indispensable que los juzgadores que se nombren como sus titulares, sean personas del perfil, la formación y cualidades excepcionales, para que la sociedad pueda vivir con la tranquilidad y seguridad de que la justicia está en las mejores manos.

Por la experiencia que como abogado he tenido ante los Tribunales y como observador y critico acérrimo de nuestro caótico Sistema Judicial, a lo largo de dos décadas, puedo asegurar que he encontrado jueces con las más altas cualidades y virtudes, muy escasos por cierto, pero que han enaltecido la tarea del juzgador y son un ejemplo a seguir. Lo mismo me he encontrado con innumerables casos que son los más abundantes, por cierto, de personas que carecen de cualidades o virtudes para cumplir con tan elevada función; pero, que por compadreo, coyunturas determinadas hoy para gran frustración de la loable tarea de impartir o administrar justicia han constituido una gran decepción; pero que es importante que  las nuevas generaciones tengan ojo visor en seguir los pasos de los primeros y apartarse de los últimos.

Y en esas atenciones me permito compartir con los amigos lectores lo que debería ser el perfil o las cualidades y virtudes con las que planteo debe contar un juzgador, hombre o mujer, las cuales serían las que detallamos acontinuacion:

  • Un juez debe ser persona primero temerosa de Dios y ello le dará inteligencia, condición esencial para el conocimiento y comprensión de la ciencia del derecho; así, comprenderá a cerca del papel que le corresponde dentro del Sistema de Justicia; y, todos los elementos, circunstancias y realidades que imperan en el momento y en el lugar en el que le correspondan cumplir con su misión de hacer valer el imperio de la ley o impartir justicia, que son dos términos muy diferentes.
  • El juez debe estar ligado a la historia de lo que hemos sido y tener la visión de lo que debemos ser para que comprenda el devenir del mundo en el que vivimos y especialmente el de nuestro país, porque no podemos entender la realidad actual y la proyección clara hacia un futuro, si no conocemos los antecedentes que han conformado nuestra historia, la de nuestras instituciones, así como las circunstancias que nos rodean. La justicia no es un valor que debemos ver partiendo de idealidades, sino debe ser acorde a la realidad para proyectar, consolidar o corregir las tendencias de una sociedad y la de sus integrantes en particular.
  • El juez debe tener vocación de juzgador, con la que se cuenta al margen del conocimiento; es decir, es una condición innata de la persona. Vocación de justicia significa acudir a un llamado para enfrentar y resolver problemas en los que están involucrados los seres humanos. Cuando la persona se conduce con serenidad, con tranquilidad, con equilibrio anímico y mental, cuando no se deja conducir por bajas pasiones, y se revela ante la injusticia, no piensa en cuidar el puesto, ocupa la función más por verdadera vocación que por las comodidades y privilegios que el puesto le genera, se puede decir que tiene vocación para ser juez.
  • El juez debe ser estudioso de la ciencia del derecho, para conocer y dominar sus instituciones; significa no un cúmulo de conocimientos en una materia, sino que deben comprenderse y desentrañarse las instituciones jurídicas para aplicarlas a la prevención y solución de los problemas y conflictos que se dan en una realidad social.  La simple acumulación de conocimientos está muy lejos de ser verdadera justicia,
  • El juez debe tener valor para impartir justicia, de acuerdo con sus perfectas convicciones, razonabilida, sentido común y conocimientos, sin temor a represalias por parte de quienes resultaron afectados, por opiniones contrarias de los medios de comunicación e inclusive por presiones o consignas de otras autoridades o temor a perder la posición. El valor es una virtud con la que debe nacer el juez y por la que esté dispuesto a dar la vida, en cumplimiento de su función, Un juez aferrado a la posición es un peligro para la administración de justicia.
  • El juez debe vivir con profundo sentido de respeto, para sí y para todas las personas y circunstancias que lo rodean. La vida de un juez debe ser con apego a la familia; un juez que no crea una familia no debe ser juez porque no goza del respeto dentro del seno familiar,
  • Un juez debe tener buenas relaciones con nuestros semejantes. El juez debe conducirse respetando su función, lo mismo que a las personas que acuden ante él a solicitar justicia, y esto solamente lo puede lograr cuando esa virtud forma parte de su propio ser.
  • El juez debe ser libre, porque solamente las personas que no están atadas a complejos, a intereses, a temores o a envidias, son capaces de conducirse con ecuanimidad, templanza y serenidad, virtudes que todo juzgador requiere para meditar y profundizar en los problemas concretos que se le plantean, en su labor de impartir justicia.
  • El juez debe estar imbuido de amor a la vida, a la libertad, a sus semejantes, a su profesión, a la naturaleza y en general, a todo aquello que lo fortalezca como ser humano y lo aparte de pensamientos o sentimientos de malestar por el bien ajeno.
  • El juez debe ser honesto, por lo que no puede encaminar su criterio y decisión, guiado por la dádiva, por presiones políticas, por recomendaciones e inclusive por sentimientos personales, de amistad o de animadversión, hacia las partes en litigio o hacia las personas que los representan.
  • El juez debe trabajar, para dedicarle tiempo y esfuerzo a su tarea de impartir justicia. Debe buscar que su trabajo sea productivo, procurando resolver los litigios en el fondo y no simplemente en sus formas, para evitar justicia retardada o, inclusive, denegación de justicia. El esfuerzo que lleve a cabo un Juez, no debe convertirse en obsesión en el trabajo, porque toda obsesión acarrea desequilibrios en las personas, restando con ello la serenidad, la tranquilidad y el sosiego con los que todo juzgador debe trabajar en el cumplimiento de la misión que tiene encomendada.

Con estos diez requisitos que enumero, con todo respecto y humildad, los cuales deberían tener aquellos que aspiren a las Altas Cortes, hombre o mujer, de seguro tendremos un Poder Judicial bien consolidado, de lo contrario será un traje a la medida del poder político de turno, sectores empresariales y la influencia de sectores extraño a la sociedad dominicana, con lo cual estará garantizada la impunidad frente al crimen y la corrupción, Digo con toda seguridad, será un atraso para lo anhelado por la sociedad o si contamos con  personas que estén preparadas para alcanzar la justicia como supremo valor. El desarrollo de toda sociedad depende de la solidéz de sus instituciones jurídicas.

 

El autor es Licenciado en Derecho, egresado de la Universidad Central del Este; Exprofesor de OYM 2010 hasta 2018 en la Escuela de Comunicación, exprofesor de Ufhec y actual profesor de la Universidad Central del Este (UCE),en la facultad de Derecho  y Facilitador de Curso Monográfico, Maestría en Derecho Laboral y Administrativo y Varios Diplomados en Derecho Constitucional y Procesal. Actualmente Labora como Abogado Analista Legislativo de la Cámara de Diputados de la Republica Dominicana; litigante, dedicado al ejercicio libre de la profesión en despacho propio, durante 25 años.

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