Diáspora Dominicana versus Estado Dominicano

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EL AUTOR es dirigente deportivo y comunitario. Reside en Nueva York.

Por FELIX QUIÑONES

Quién escribe es un dominicano que como cientos de miles más, decidimos dejar todo “engavetado” en nuestro país y empacar rumbo al exilio económico, en busca de un mejor futuro de vida; de un mayor respeto humano y un mejor porvenir, en términos generales. Entrañables recuerdos de infancia, la familia, nuestros barrios con sus calles y parques, y una carrera universitaria a nivel de dos materias de tesis. Todo quedó allá. 

Cuanta tristeza y añoranzas, Dios mío, en mis dos primeros años de auto exilio. Puedo decir de manera terminante, que superé obstáculos y libré grandes batallas. De manera honrada y humilde fui adaptándome a las reglas de esta gloriosa nación que es Estados Unidos y que me ha recibido hospitalariamente. Y es que, los dominicanos somos trabajadores por convicción y con grandes metas a la hora de definir los planes futuros. 

Esta actitud y disposición, viene como parte del equipaje de todo ciudadano que sale en búsqueda del porvenir suyo y de su familia. Y mucho cuidado, que ésto nada tiene que ver con ciertas aspiraciones de minorías y casos aislados de algunos, que eligen el camino del mal. 

Dudo que tengamos números exactos de la cantidad de ciudadanos que vivimos fuera del país, pero se calcula que rondamos los dos millones (20% de la población nacional) y en USA residimos mas del 75%. Somos un país de gente trabajadora, que emigra, pero nunca se olvida de su tierra y de sus familiares. Vivimos fuera sí, pero siempre enterados de lo que sucede allá. Lejos del terruño querido, pero cerca de una agencia de envíos, para mandar dinero, comida, medicinas, equipos médicos, electrodomésticos, etc..etc. 

Convertimos un país pequeño como RD en una grandiosa estructura para la captación de remesas, sin que el Estado dominicano se gaste un solo centavo en ello. A tal punto que, de manera global, es decir, sumando los envíos formales a los que lleva cada dominicano en los bolsillos, mas los regalos a familiares, mas las cajas y tanques de alimentos y medicinas, mas el pago de los servicios consulares (de hecho, los mas onerosos del mundo) superamos lo recibido por concepto de turismo y exportaciones; siempre de acuerdo a lo que publica el Banco Central. 

Les decía que un país como el nuestro que, del 2012 a la fecha ha recibido más de cinco mil millones de dólares al año, hablando solo de manera formal; lo menos que le corresponde es tratar con mayor responsabilidad, delicadeza, agradecimiento y reconocimiento, a su comunidad que reside en el Extranjero, que realmente somos sus exiliados económicos. 

Personalmente yo exijo y sugiero más respeto para nosotros, los que de alguna manera tomamos la difícil decisión de emigrar y construir nuevos horizontes, en procura de un mejor porvenir; pero siempre, con la Dominicanidad estampada en la frente, como señal de orgullo por nuestra patria, por nuestros orígenes. No es posible y mucho menos saludable para una nación pequeña como somos, vivir de espaldas a la gente que emigra. 

Pero, esa parece ser la política oficial de todos los gobiernos que recuerdo. Dan por sentado que nosotros no merecemos nada del Estado dominicano, como si nuestra salida del país fuera una “declaración de guerra”. Que si procuramos un regreso digno y seguro -al país que dejamos y tanto extrañamos- hemos de pagarlo con creces y por adelantado. 

Quizás por esa bendita y estéril percepción, es que somos tan maltratados y perjudicados, en muchísimos renglones y actividades. Nos gastamos uno de los consulados más caros del mundo; que, de tocar y pisar dentro, ya nos están cobrando. Los documentos que se expiden allí, son extraordinariamente caros, elevados, abusivos; talvez, los mas caros del planeta. 

En materia de los boletos aéreos, el caso dominicano es digno de observación. Literalmente se puede decir que viajar a Santiago de los Caballeros, nos resulta mas costoso que a Madrid; donde la distancia y tiempo de vuelo al aeropuerto de Barajas, son el doble de las que hay al aeropuerto Cibao. Pero, además, ni siquiera el almuerzo formal nos ofrecen en el viaje; todo lo que nos brindan es un simple “snack” o bocadillo.  

Señores, los emigrantes somos una maquinaria que le aporta al país más que “el oro”; y claro está, el oro lo regalamos en los tiempos de la colonización, lo cambiamos por espejitos. Pero nada ha sido suficiente para que los gobiernos nuestros tomen la decisión necesaria y recibamos mejor atención y trato. Y esto los deja -a los gobiernos- muy mal parados ante nosotros.  

En conclusión, por el trato que nos dispensan, podríamos decir que nuestros gobiernos han creado un “caos nacional”, para obligarnos a emigrar y como consecuencia de ello, a producir dividas (dólares) y enviarlas al país.

Y ¿Qué nos han dado a cambio de este sacrificio?

Tres disfuncionales diputados del Exterior, que aquí consideramos que son de “la secreta”, porque nadie sabe, nada sobre ellos…   ¡Bárbaros!                                                                                                                              

 

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