Debe seguir “verde que te quiero verde”

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EL AUTOR es politólogo. Reside en Santo Domingo.

 

 

La lucha contra la corrupción ya no es algo que controle la clase política y eso constituye una buena noticia.

En el caso de Odebrecht no fue por una presión política que la procuraduría decidió actuar realizando sometimientos a la justicia de varios personajes de distintos partidos políticos e incluso llevarlos a prisión, sino la exigencia social: hubo y hay una fuerte presión social, además del trabajo de investigación periodística cada vez más profundo. La sociedad dominicana ya entendió que la corrupción le cuesta en su vida cotidiana.

Esto es muestra de que la corrupción no puede ser controlada por los gobiernos y partidos políticos, que no han acreditado su compromiso con el combate a la misma. Solo se dedican a hacer ruido sobre el tema principalmente en las campañas electorales y cuando están en la oposición.

Ya el combate a la corrupción en la esfera mundial no solo se discute en los territorios de los países afectados y una prueba de ello es el caso Odebrecht. Como vemos, además de la presión social interna tenemos una ¨presión¨ externa encabezada por los EEUU que considera que la corrupción en nuestros países los afecta negativamente tanto en materia comercial como en la emigración ilegal: ¨la gente emigra ilegalmente a EEUU porque sus países son un asco y es culpa de los corruptos que se roban el dinero. Si los países se manejaran bien, la gente se quedara allí¨. Cito al presidente Donald Trump.

Ahora bien, Odebrecht se puede quedar en un caso famoso donde se condenen, más o menos, a los culpables y todo siga igual como pasó con Baninter, o ser el caso que inició el fin de la impunidad, algo parecido al trabucazo de Mella que dio inicio a la independencia dominicana.

Para lograr esto se debe seguir exigiendo al estado la transparencia en el funcionamiento de la justicia no solo en el caso Odebrecht sino también en los demás actos de corrupción actualmente estancados por falta de voluntad política, para así poder vencer la impunidad asociada a la corrupción, y fortalecer además los canales de denuncia de tal manera que la misma pueda ser eliminada o al menos disminuida.

Sería el inicio de una nueva etapa en esta lucha, haciendo frente a estos flagelos sociales que vienen destruyendo nuestra sociedad moral y económicamente, sería superar la alta desconfianza de la ciudadanía y buscar total transparencia en el manejo de los fondos públicos y, por lo tanto, mejorar las condiciones de calidad de vida y equidad que contribuyan a la estabilidad política, económica y social de los ciudadanos.

En nuestro país los partidos políticos son una de las instituciones más desacreditadas. Se ha perdido la confianza en ellos y a la clase política se le considera alejada de la sociedad, incapaz de responder a las demandas y necesidades ciudadanas. Esta desafección se está canalizando a través del Movimiento Verde surgido espontáneamente y difundido por las redes sociales. Este movimiento da voz a una parte de la sociedad que busca una mayor participación en las decisiones del gobierno.

Pero aunque su origen es la lucha contra la corrupción y la impunidad sin entrar en juego con la clase política, en sus discursos leídos en las marchas verdes hacen todo tipo de peticiones de carácter político.

Mucha gente pensará que al país le conviene que la llamada Marcha Verde se convierta en un movimiento político y llene el espacio dejado libre por la oposición, que no acaba de arrancar. Pero es un movimiento muy joven, de unos cuantos meses, deben aprender a caminar y luego correrán o hasta volarán.

Para convertirse en partido político deben cambiar algunas cosas, pues un movimiento sin un líder visible, totalmente horizontal es difícil que pueda nombrar representantes por muy rotativos y democráticamente elegidos que sean. Con este tipo de organización sin ninguna estructura, parece poco factible que sean exitosos en la lucha por el poder político, ya que cualquiera es un vocero. 

Algunos de ellos están pidiendo incluso la renuncia del Presidente de la República, una petición temeraria que incita al rompimiento de la institucionalidad con consecuencias impredecibles para la economía y la sociedad dominicana; esta petición ha sido un duro golpe a su imagen ya que se aparta totalmente de su lucha y ha recibido un rechazo generalizado.

Este movimiento tiene tanto éxito a nivel de opinión pública por el tema que trata: la corrupción y la impunidad. Si decide convertirse en partido político tendría problemas hasta para escoger una ideología ya que son muchas las que convergen en esta iniciativa. Incluso podrían perder la credibilidad al dejar en un segundo plano su lucha original para adentrarse en toda la problemática que conlleva la lucha hacia el poder político, incluidos pactos que afecten su lucha que quedaría reducida a un tema de campaña y nada más.  

La sociedad perdería lo que pudo ser un instrumento eficaz para erradicar la causa de los descalabros morales, éticos y económicos que terminan debilitando las estructuras sociales, acentuando los niveles de pobreza, desigualdad, exclusión y violencia de todo género.  

El aporte que haría a la sociedad dominicana este movimiento de permanecer con sus propósitos de luchar contra la corrupción y la impunidad seria inconmensurable, se podría hablar de un antes y un después de la Marcha Verde, sería el cambio que el país necesita para emprender el progreso en todos los órdenes, por esto debe seguir “verde que te quiero verde.”

 

tommymejiapou@hotmail.com

jpm

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