De la abundancia del corazón habla la boca

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EL AUTOR es investigador y empresario agroindustrial. Reside en Santo Domingo.

En su vida pública de tres años, Jesús fue asediado permanentemente por los poderosos de su tiempo, las autoridades del templo, los doctores de la ley, los escribas y fariseos. En más de una ocasión le fue necesario dirigirse a ellos en términos fuertes.

Jesús conocía que la intención de sus adversarios era confundir al pueblo sencillo, disfrazándole la verdad, para así, con la mentira, desacreditarle, y unas de las respuestas que pusieron en evidencia a aquellas personas de doble cara, doble parecer y dudoso comportamiento fue ésta:

“¡Camada de víboras! ¿Cómo pueden hablar cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:35).”

Es una enseñanza que no pierde vigencia, y que, además, permite medir la bondad, no solo de una persona, sino incluso, de todo un pueblo. Solamente hay que escuchar cómo se expresa la gente de sus conciudadanos, para saber si los habitantes de ese pueblo tienen buenas cosas en su interior.

Y es que no puede dar naranjas un árbol de limones. Es imposible que salga luz de un lugar donde hay oscuridad, no puede salir olor agradable de donde hay podredumbre, no puede salir amor, donde hay odio, no puede salir bondad de donde hay maldad.

Por eso dicen que proyectamos lo que somos cuando hablamos, porque no somos lo que se ve por fuera, sino lo que tenemos dentro.  Eso está contenido, además en otra enseñanza de Jesús:

«No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre… Lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias.” Mateo 15:11; 15:18-19

Por eso, tengamos ojos para ver y oídos para oír, de modo que no nos puedan engañar los que viven con el único objetivo de engañar para servirse del engaño, alcanzando objetivos que no pueden alcanzar por la vía correcta.

No permitamos que nos contaminen los que ya están contaminados, no seamos nosotros también precursores de esa contaminación. Más bien mirémonos  a nosotros mismos, busquemos lo que no está bien dentro de nosotros y saquémoslo fuera, limpiemos nuestros corazones.

Ya fue dicho una vez: “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16). Observemos bien el comportamiento de las personas, miremos sus frutos, y así podremos sacar conclusiones más cercanas a la verdad.

Es el momento de ver las cosas de manera diferente, de reflexionar con tranquilidad y observar con atención, porque es tiempo de cambiar, y cuando hablo de cambiar, no me estoy refiriendo a algo externo, estoy haciendo referencia a un cambio radical a lo interno de cada uno de nosotros.

Eso es revolución, cambiar nosotros, para que nuestro entorno cambie, y así también estimular a los demás a cambiar. Pienso que si nos disponemos a cambiar, en vez de estar en constante queja y señalando a los demás, cambiará nuestra sociedad, cambiaran también los políticos.

Y no me refiero a que ellos por su bondad van a cambiar, es que la fuerza indetenible de un pueblo transformado, inspirado por el Espíritu de verdad y de amor, o los hace cambiar, o se los lleva de encuentro, como las lluvia de un gran diluvio de amor, que limpia, pero a la vez elimina lo malo.

Entre tanto, aprendamos del Maestro, saca de tu corazón las buenas cosas, para que se  transformen en sal y luz mediante buenas acciones. No andes por ahí señalando, acusando y sembrando odio y mentiras, actúa con prudencia y di siempre la verdad completa, porque una verdad a medias es peor que una mentira.

Prepárate para determinar quién es merecedor de tu confianza, como para que tú le premies con tu elección para cargos de dirección en la sociedad. No oigas el ruido que produce el viento que sopla a veces fuerte, mira más bien el fruto que dan los árboles, y por sus frutos los conoceréis.

Seamos también nosotros ejemplos coherentes, que nuestras acciones coincidan con nuestras palabras; actuemos pensando siempre en el hermano que tiene igual derecho que tú a tener lo que tú exiges. Que tu derecho termine donde empieza el del hermano.

Hagamos de nuestro País un gran País, trabajando para lograrlo, reconociendo en cada persona que vive en él, un hermano, un ser humano que merece el mejor de los tratos. Que nuestras palabras sean la evidencia de que todavía hay esperanza, porque “de la abundancia del corazón habla la boca.”

c.aybar@nikaybp.com

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Josefina
Josefina
4 Años hace

Hermosa reflexión , la verdad es una emulemos a Cristo

INVESTIGUE ANTES DE REPETIR COMO COTORRA
INVESTIGUE ANTES DE REPETIR COMO COTORRA
Responder a  Josefina
4 Años hace

A CUAL CRISTO?. NI SIQUIERA LOS QUE INVENTARON EL CUENTO DEL «DIOS» UNICO Y SU MAL LLAMADO TALMUD RECONOCEN EL PLAGIO ESE. ANTES DE DESPOTRICAR HAY QUE TENER BASE PARA QUERER SER GRACIOSO. (A).

Mabicero. Deja el cuento y ponte a trabajar.
Mabicero. Deja el cuento y ponte a trabajar.
4 Años hace

De la abuadancia de INCAUTOS se llenan los bolsillos los vividores de la»fe».