Crisis y retos de la Cámara de Cuentas

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El autor es comunicador. Reside en Nueva York

POR LUIS M. GUZMAN

La Cámara de Cuentas de la República Dominicana enfrenta una crisis estructural que afecta profundamente su capacidad para garantizar la transparencia y la correcta administración de los recursos públicos. Esta institución, encargada de auditar el manejo de los fondos del Estado, ha sido objeto de críticas constantes debido a problemas internos y externos que han erosionado su credibilidad y eficiencia.

En este contexto, abordar los retos que enfrenta resulta fundamental para recuperar su papel como pilar de la rendición de cuentas.

Uno de los problemas más graves que enfrenta la Cámara de Cuentas son los escándalos recurrentes que han dañado severamente su imagen pública. Desde denuncias de irregularidades en auditorías hasta incrementos salariales considerados injustificados, estas situaciones han debilitado la confianza de la ciudadanía en la institución.

Además, los conflictos internos entre sus miembros han amplificado la percepción de falta de profesionalismo y transparencia, evidenciando la necesidad de fortalecer la ética institucional y los mecanismos de supervisión.

La actual administración ha mostrado un desempeño muy pobre

La baja productividad también se ha convertido en un obstáculo significativo para el cumplimiento de sus funciones. Durante los últimos cuatro años, la Cámara de Cuentas sólo ha concluido diez auditorías e investigaciones especiales, un número que resulta insuficiente para atender las necesidades de fiscalización en un país con una amplia red de instituciones públicas.

Urgencia

Esta situación evidencia la urgencia de optimizar los procesos internos, adoptar tecnologías modernas y establecer metas claras y medibles que permitan incrementar su productividad.

Otro factor que ha comprometido la eficacia de la Cámara de Cuentas es la desconfianza interna entre sus miembros. La decisión del pleno actual de desechar trece auditorías realizadas por la gestión anterior, bajo el argumento de que no cumplen con criterios de confiabilidad, no solo ha retrasado el trabajo institucional, sino que también ha puesto en evidencia la falta de cohesión y coordinación en su seno. Este tipo de conflictos internos refuerzan la necesidad de protocolos claros para validar y revisar auditorías sin que los intereses personales o políticos interfieran.

Los problemas de gobernabilidad también destacan como un obstáculo crítico para la operatividad de la Cámara de Cuentas. Actualmente, las limitaciones administrativas del presidente de la institución dificultan la toma de decisiones estratégicas y la resolución de conflictos internos, lo que afecta negativamente la eficiencia general del organismo. Una reforma del marco normativo que fortalezca las competencias del liderazgo institucional es imprescindible para garantizar una gestión más efectiva y alineada con sus objetivos constitucionales.

Fuga de talento y falta de personal calificado

El éxodo de personal calificado constituye otro de los grandes retos que enfrenta la Cámara de Cuentas. Los bajos salarios y las condiciones laborales precarias han llevado a la renuncia de expertos clave, lo que ha reducido significativamente la capacidad técnica de la institución.

Este fenómeno no solo afecta la calidad de las auditorías, sino también limita la capacidad de respuesta frente a nuevas demandas. Reestructurar los esquemas salariales y mejorar las condiciones laborales es esencial para atraer y retener talento altamente calificado.

A estas dificultades se suma la resistencia al cambio por parte de algunos miembros de la Cámara de Cuentas. Las iniciativas orientadas a modernizar la institución y contratar personal necesario han sido bloqueadas en varias ocasiones, perpetuando una situación de ineficiencia operativa. Implementar un plan estratégico consensuado, que contemple incentivos para el cumplimiento de objetivos de modernización, podría ser una vía efectiva para superar estas barreras.

La percepción de ineficacia de la institución es, en gran medida, el resultado de los problemas acumulados a lo largo de los años. Una Cámara de Cuentas desacreditada pierde no sólo legitimidad, sino también la capacidad de actuar como garante de la correcta administración de los recursos públicos. Este deterioro impacta negativamente la confianza de la población y limita el alcance de sus funciones fiscalizadoras, comprometiendo su misión constitucional.

Para superar estos retos, resulta esencial llevar a cabo una auditoría externa independiente que evalúe los procedimientos internos de la institución. Esta medida no solo permitiría identificar las áreas de mejora, sino que también contribuiría a restaurar la confianza de la ciudadanía en el organismo. La transparencia en este proceso será clave para garantizar su éxito.

La optimización de los procesos internos mediante el uso de tecnología y métodos modernos de auditoría también representa una oportunidad para incrementar la productividad de la Cámara de Cuentas. Adoptar herramientas digitales y establecer indicadores de rendimiento podría transformar significativamente su capacidad operativa, permitiendo una gestión más eficiente de los recursos.

La reestructuración de los esquemas salariales debe ir acompañada de programas de formación continua que fortalezcan las competencias del personal. Este enfoque no solo mejoraría la calidad de las auditorías, sino que también contribuiría a crear una cultura organizacional basada en la excelencia, la ética y el compromiso con el servicio público.

En última instancia, la reforma de la Cámara de Cuentas debe ser integral, abordando tanto los problemas estructurales como los culturales que afectan su funcionamiento. Solo a través de un esfuerzo colectivo y sostenido, que involucre tanto a sus miembros como a actores externos, será posible devolverle a esta institución su papel central en la rendición de cuentas y la transparencia en la República Dominicana.

Para integrar una Cámara de Cuentas efectiva

Frente a la elección de nuevos miembros para la Cámara de Cuentas, las expectativas deben centrarse en integrar profesionales comprometidos con la transparencia, la eficiencia y la independencia institucional. Es fundamental que los nuevos integrantes cuenten con una trayectoria intachable y capacidades comprobadas en control de recursos, contar con títulos en áreas como contabilidad, auditoría, finanzas públicas, derecho administrativo o gestión pública. Su capacidad para actuar con imparcialidad y resistir presiones externas será determinante para superar la crisis actual.

Los nuevos miembros también deben priorizar la reconstrucción de la confianza pública mediante acciones concretas. Esto incluye garantizar la transparencia en los procesos de auditoría, promover una comunicación efectiva con la ciudadanía y establecer un compromiso claro con el cumplimiento de su rol constitucional. Además, deben fomentar un ambiente de trabajo colaborativo y respetuoso que permita superar las divisiones internas.

Este nuevo pleno tiene la responsabilidad de impulsar reformas estructurales y operativas que aborden los problemas de fondo. Esto incluye la modernización de procesos, la implementación de tecnología avanzada y la capacitación constante del personal. Solo así podrán transformar la Cámara de Cuentas en una institución eficiente y confiable, capaz de cumplir con las expectativas de la sociedad dominicana.

jpm-am

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