Cosas de San Cristóbal: La Protesta de 1962 (2da. Parte)

 Mientras ardían los maderos de la balsa, que se formó para la protesta en el cruce de calles, enfrente al Ayuntamiento Municipal, llegaron las fuerzas policiales

El comandante de la dotación local lo fue un mayor de nombre Isidoro Montás Rodríguez, quien llegó  a la cabeza de un contingente del orden. Montás, natural de S.C., tenía un trato amable y cortés y más bien parecía un cura bueno que un severo oficial policial. Se dirigió con suaves palabras y parsimonia hacia los presentes, diciéndonos, entre otras cosas, que los reclamos tenían que hacerse de manera civilizada y con el beneplácito de las autoridades correspondientes.

Un camión de bomberos, requerido para apagar el fuego y dispersar a los manifestantes con sus mangas de agua, fue apedreado, le destruyeron el cristal delantero cuando vino a exagerada velocidad con su ululante sirena. El capitán bombero Federico Guerra Read, quien se presentó como conductor del vehículo y su ayudante el teniente “Ciclón” Boissard, resultaron levemente heridos por el impacto de las esquirlas vidriosas.

BANCO AGRICOLA

Los miembros más radicales de la protesta, para no quedar detrás de los socialcristianos que llevaban la delantera en la acción, se introdujeron en la  masa de los reclamantes. Y, atizando más el calor de las pasiones, la multitud se encaminó hacia el local del Banco Agrícola, que ya había sido clausurado, días antes, para tomar participación en un acto de rechazo en contra de la disposición de traslado efectuada, cuando sorpresivamente nos encontramos con que se estaba procediendo a incendiarle, cercano a las ocho de la noche.

Manifestantes en la protesta popular de 1962 en San Cristóbal (Imagen del archivo de José Pimentel Muñoz).
Manifestantes en la protesta popular de 1962 en San Cristóbal (Imagen del archivo de José Pimentel Muñoz).

Antes, fue vandalizado por la turba y algunos de los manifestantes corrieron el riesgo de perecer en el fuego al quedar atrapados dentro de la edificación, cuando las llamas repentinamente les rodearon, salvando sus vidas al violentar la ventana de un sanitario por donde pudieron escapar.

El local, propiedad del señor Diógenes Medina Montás (a) Negro Medina, ubicado en la calle Padre Ayala, frente al antiguo Mercado Municipal, estuvo ardiendo por más de dos horas y el mobiliario, documentaciones y enseres de oficina, quedaron destruidos en gran parte, a pesar de la intervención de los bomberos.

Del edificio, en pie, sólo quedaron las paredes e intacta la caja fuerte. Esta fue inmediatamente custodiada por la policía y a pocos días, al ser inspeccionada por cerrajeros oficiales, en su interior encontraron valores cercanos a los cuarenta mil pesos.

En la noche de este primer día de protesta, se escucharon en la población varios estruendos de bombas detonadas por la policía para dispersar grupos de revoltosos. Ocho heridos, fue el saldo de los disturbios ocurridos en la jornada.

LA EMISORA

Un ingrediente que contribuyó en los acontecimientos de ese día, aumentando grandemente el nerviosismo que comenzaba a manifestarse en la población en general, fue la agitación permanente llevada a cabo por la radiodifusora local, administrada por el amigo Irving Alberti Tió, que estuvo realizando series continuas de entrevistas a moradores de la ciudad.

Recordamos en especial, a la señorita Adalgisa Furment Sánchez, quien muy exaltada, llamó al pueblo a luchar sin retroceder para que no nos degradaran a municipio de Baní.

Todo esto bastó, para que a ciudadanos banilejos al pasar por nuestra población en sus tradicionales guaguas y detenerse en las gasolineras de S.C. para abastecerse de combustibles y confiterías, fueran insultados y hasta apedreados, sin poder explicarse los conductores y pasajeros la razón de esas agresiones.

Es oportuno señalar, que los munícipes  banilejos, estaban muy ajenos a los planes de fusión política de nuestra demarcación con la de ellos. Casi lo mismo ocurrió en el mercado principal, donde los pulperos y venduteros banilejos también fueron insultados, acosados y provocados a pleito.

EL TRANSITO

En esa noche y después de las diez horas, cuando la ciudad se encontraba en relativa calma, los puentes de vigas de madera que enlazaban a la ciudad con diversas comunidades rurales del municipio, fueron incendiados por personas conjuradas para esos fines.

Esto, como es natural, tomó de sorpresa a las fuerzas del orden público que no conocían este extraño, sorpresivo y sospechoso método de protesta. A la vez, fueron colocados obstáculos variados a la entrada y salida de la ciudad, principalmente, troncos, chatarras vehiculares, árboles derribados y grandes piedras.

El objetivo era paralizar el tránsito vehicular de toda la región Sur hacia Santo Domingo y viceversa, con el consiguiente aislamiento de San Cristóbal.

Papito Díaz Barinas me dijo que estuvo presente en la quema del puente de madera que cruzaba la parte baja del río Nigua, para unir la ciudad con la comunidad rural de Samangola y que todo el combustible que se utilizó fue alcohol, extraído de las barricas y toneles de envejecimiento de la Licorera La Altagracia, muy cercana al referido puente.

Esta empresa estatal de bebidas espirituosas, estaba dirigida por un químico español de apellido Roque, que junto a un inmigrante húngaro, a quien llamábamos Francisco y otros sancristoberos, participaban en una noche de bohemia en la casa del último, saliendo de ahí la idea y la acción de destruir dicho puente. De esta parte, más no les puedo decir.

Temprano en la mañana del lunes fue, que pudimos apreciar, in extenso, todo lo acontecido y hecho en la noche anterior. Los vehículos provenientes de toda la región Sur estaban forzosamente detenidos, a tres kilómetros de S.C., en el puente de la comunidad de Doña Ana, porque los manifestantes le socavaron los aproches o rellenos y de esa manera lo inutilizaron.

A un camión “freezer”, que transportaba pescados y mariscos le fueron ponchados los neumáticos traseros con una bayoneta y parte de la carga fue llevada al hotel San Cristóbal, pero los frigoríficos del establecimiento no tenían la capacidad suficiente para conservar estos alimentos y después de muchos ruegos y reparaciones al camión se le permitió, escoltado por miembros del comité de lucha y de la policía, proseguir hacia su destino, en Santo Domingo.

Al puente sobre el arroyo Madre Vieja le fue desprendida una baranda metálica que se le colocó transversalmente a manera de barricada. En Borinquen, Hatillo, San Rafael, la Curva del Turco y Cambelén, en el trayecto de la carretera, se colocaron obstáculos para evitar el tránsito en ambas direcciones. A la vez, en todos los lugares de ubicación de las obstrucciones, permanecían numerosas personas en actitud agresiva, armadas de garrotes, piedras y machetes, para eficientizar más sus propósitos. (Continuará).

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