Construir una nueva democracia inclusiva y representativa

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EL AUTOR es Master en Gestión y Políticas Públicas. Reside en Santo Domingo

Hay que construir una nueva democracia donde el poder representado cobre sentido, donde los poderes del estado tengan en su seno, el poder de representatividad otorgado en las urnas y que cada partido político participe de acuerdo con el poder recibido a través del voto, donde ese voto representa la voluntad del ciudadano, la voluntad popular y debe participar ejerciendo el poder político en esa proporción en que el ciudadano expresó que fuera. El poder hay que distribuirlo en función del voto y dar origen a la nueva democracia que todos esperamos: una democracia inclusiva y participativa.

La democracia se define como una forma de gobierno en que se ejerce el poder político del pueblo y para el pueblo, donde una mayoría elige representantes mediante el voto libre y voluntario para que los representantes ejerzan el poder en nombre de todos los ciudadanos de un estado o nación. El voto es lo que le da legitimidad a esas autoridades, que van desde el presidente de la República (poder ejecutivo), diputados y senadores (congreso nacional), alcaldes y regidores (poder municipal), diseminados en todo el territorio nacional.

Debido a la imposibilidad de que sean todos los ciudadanos que gobiernen el país, la democracia representativa permite que los ciudadanos o el pueblo pueda elegir a sus representantes para que ejerzan el poder de representar a todos, no obstante, cuando esas autoridades son elegidas, muchas se olvidan de que ellas son representantes, no sólo de la mayoría que votó por el partido de gobierno, sino también de cada uno de los que sufragaron y los que no.

En una democracia representativa hay que reconocer que la mayoría que votó para elegir al presidente, espera una mayor cuota de participación en el gobierno, no obstante para que haya una verdadera democracia, el poder para ejercerlo, debe dársele en proporción a los votos obtenido por cada partido  y escaños obtenidos en los diferentes poderes del estado; es así, como en los diferentes estamentos del estado se debe lograr la gobernabilidad y garantizar la democracia y equidad en la representación de ese pueblo, que votó por cada partido.

De la misma manera, en el congreso se distribuirán los puestos de trabajo en base al porcentaje de diputados y senadores que hayan obtenido cada partido. También a nivel de las alcaldías deberán asignarse la participación de puestos de trabajo en base al porcentaje de regidores que obtengan los partidos políticos, y lograr una equidad en la gobernabilidad de los municipios. Ese debe ser el camino por seguir para construir una nueva democracia, más participativa e inclusiva y que sirve de fuente de equilibrio de poder y ejemplo de gobernanza. Si se busca ese equilibrio, el antagonismo disminuye en los afanes de alcanzar el poder.

Cuando hay conflicto y se necesita resolver grandes problemas de la sociedad, la dinámica del cambio, pues tiene en este momento un desafío extraordinario, primero somos todos hijos de la diversidad, la discriminación y la opresión, tenemos una subjetividad marcada internamente por esas cosas y sin embargo, tenemos una aspiración del igualitarismo, que aparece más que como una falsedad, que como una cosa lógica; ¡¡ha!!, tenemos igualdad de derecho, pero no la base material para disfrutarlo. Somos sujetos de la misma dimensión, pero cada uno tiene una posición diferente para reclamar e imponer sus aspiraciones y derechos. Hay un desafío en la dinámica del cambio social que tiene que ver fundamentalmente con las reglas, con las leyes que deben guiarnos a unos y a otros. Se necesita más equidad y proporcionalidad en la distribución del poder.

Como vemos, falta mucho trecho para alcanzar la democracia representativa que queremos, que aspiramos y que cuando se avecinan las elecciones, hay promesas de campaña ofreciendo un gobierno para todos. Esto que se promete disque para todos es una utopía para dormir a los pobres y a los desamparados y ellos crean en esas promesas que luego se ven inalcanzables. También promesas a los ricos, para que estos inviertan sus capitales en campañas, que luego también las promesas les son incumplidas.

Desde que los gobernantes son elegidos por el voto del pueblo, de los humildes, estos se olvidan que su elección se hizo en representación del pueblo y para el pueblo ( de acuerdo al contrato social o constitución de la república) y comienzan a perseguir a los ciudadanos negándose la participación en las actividades legítimas del estado, que van, desde impedir la participación en un proceso de licitación pública, hasta la exclusión de los empleos a ciudadanos que no tienen otra cosa de qué vivir, más que mísero salario mínimo y son perseguidos y acosados, nada más porque lo ubican en un partido diferente al gobernante. Ese tipo de democracia debe quedar en el pasado.

Tengo mucho tiempo esperando un cambio en el ejercicio de la democracia representativa y me han llegado las canas, esperando que se construya la democracia más que representativa, que fuera participativa y que esa participación se respete a través de los partidos políticos, en base a los votos que le garantizan la cuota de participación proporcionar, ya que ningún gobierno, ni siquiera respeta la ley de servicio civil y carrera administrativa.  Vamos a sugerir que sea en proporción de los votos que obtenga cada partido la distribución de los empleos en los ministerios, en la cámara de diputados y en la cámara de senadores. Así se lograría legitimar la democracia. Una democracia donde no haya discriminación ni exclusión por filiación política, ni religiosa ni de color, una democracia que incluya a todos y se respete los derechos de los ciudadanos, representados legítimamente.

La democracia representativa no ha evolucionado en cuanto a la representatividad del voto ciudadano y su voto se encuentra secuestrado por un sistema electoral y democrático donde el que obtiene el 50+1 de los votos se queda con todo. Esa situación despoja del poder del voto a los ciudadanos que no tienen preferencia partidaria y conculcan los derechos fundamentales de los ciudadanos a elegir para ser incluidos. Hay que construir una democracia inclusiva y participativa.

of-am

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