Comunidad de dominicanos en Harvard

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Por MARINO AUFFANT Y GUAROCUYA BATISTA KUNHARDT

HARVARD.- 177 años luego que Los Trinitarios ele­varan la enseña tri­color, hoy se alza frente a la estatua de John Harvard, benefactor de la Universidad que lleva su nombre en la ciudad de Cam­bridge, estado de Massachu­setts, Estados Unidos, la más antigua ca­sa de estudios superiores en EE.UU.  Fundada en 1636, tiene de por sí una crónica ini­ciada con Quisqueya.

Desde los años 1960, los pioneros Manuel José Cabral y Marco Antonio Cabral, am­bos oriundos de Santiago de los Caballeros, se abrieron el paso al cursar sus estudios en esta universidad. Sin em­bargo, tomaría décadas para que más y más dominicanos entraran a estos muros: me­nos de 20 dominicanos se graduarían de Harvard entre los años 60 y el 2010—en di­ferentes programas incluyen­do licenciaturas y postgrados en negocios, derecho, gobier­no, diseño, medicina y educa­ción.

No obstante, se han no­tado tendencias muy positivas en los últimos años, con cerca de 30 dominicanos venidos de la isla obteniendo títulos de dicha universidad durante tan sólo la última década, y con una docena actualmente ma­triculados, incluyendo a José Ramón Valdez, nativo de San­to Domingo Este, el cual es el primer dominicano de escuela pública en ingresar a Harvard.

Y estas cifras no toman en cuenta a las decenas de do­minicanos de la diáspora a los cuales se le han abierto las puertas de Harvard. Usual­mente, hay una cantidad de dominicanos en esta universidad  que no son automáticamente i­dentificados puesto que han nacido en Estados Unidos o han emigrado de por sí y cur­sado parte de su bachillerato en Nueva York, Nueva Jersey o Massachusetts. Tal  es el caso de Julissa Reynoso Pan­taleón, oriunda de Salcedo, quien luego emigró a los sie­te años hacia el Bronx y luego de sobresalir en su bachillerato accedió a Harvard en el 1993, para luego estudiar leyes en las universidades de Cambridge y Columbia. Hoy día es la Jefa de Gabinete de la Primera Da­ma de los Estados Unidos.

Más recientemente tenemos el ca­so de Adelson Aguasvivas, na­cido en La Jaguita de Tenares, y luego de emigrar al Bronx a sus 8 años, pudo destacarse lo suficiente para entrar en el ra­dar de dicha universidad.

Actualmente hay una incipien­te Asociación de Estudiantes Dominicanos en Harvard, al igual que una creciente comu­nidad de egresados dominica­nos en la isla y por el mundo. Sin embargo, todavía no se ha contado con suficientes gra­duados para poder crear un capítulo del Harvard Alumni Association en Santo Domin­go.

Vistas las tendencias alen­tadoras actuales, esperamos que la República Dominica­na pronto pueda contar con su red oficial y reconocida de alumni—dando aún mayor visibilidad al hecho de que nuestros estudiantes sí pueden aspirar a dichos estudios.

El proceso de ingreso de es­te sueño académico lamenta­blemente resulta inalcanzable a la mayoría de los dominica­nos, tanto dentro como fuera de nuestros dos tercios de isla. La falta de un sistema de so­porte conocedor de los requi­sitos de entrada es el inicio de este suceso. El ecosistema edu­cativo que rodea a las familias de bajos recursos, tanto acá como fuera, lamentablemen­te ignora la importancia de la consejería académica, prepa­ración de ensayos y declara­ciones de intenciones, exá­menes de inglés y de aptitud universitaria.

Si usted está in­teresado en acceder a este tipo de universidad y las siglas SAT, ACT, GRE, GMAT, LSAT, MCAT, y TOEFL no le son consabidas, es probable que sus oportuni­dades estén menguadas por razones que se han escapado de sus manos.

Una conversación pen­diente, por el bienestar del país, es ver el rol que tanto el estado como las instituciones educativas de toda índole pueden jugar en preparar un estudiantado global que más allá del béisbol o la bachata, pueda elevar nuestra ense­ña tricolor por su excelencia académica.

sp-am

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