Causales que podrían generar los actos delictivos
Al menos aquí en Nueva York, una buena parte de los dominicanos sensatos reaccionaron sorprendidos cuando, recientemente, observaron a seis mujeres dominicanas captadas en cámara, robando en un supermercado de San Juan de la Maguana.
Por la apariencia de esas féminas-también podríamos decir damas-, algunos manifestaron dudas en cuanto a si, efectivamente, eran regulares rateras. De ahí la sorpresa, al observar la acción que algunos califican como acciones de “descuidistas”; éstos son los que hurtan mercancías, o cualquier otra cosa aprovechándose del descuido del propietario, y de los que están llamados a supervisar.
Entre las mujeres que tomaban mercancías de un estante, sobre todo vinos y otras bebidas y las introducían en sus carteras, había una que aparentaba estar embarazada. De grosso modo, daban la impresión de que eran bien parecidas y, en lo personal, no estaban descuidadas.
Visto así, podría prevalecer el criterio de que muchos de los robos que se llevan a cabo en el país, podrían ser cometidos por personas que son forzosamente obliteradas por sus necesidades, y no son ladrones per se. Y si es así, estamos lejos de frenar los actos delictivos.
No se pretende ser derrotista, y se rechazan esos actos delictivos; pero, tal parece que así como la economía de República Dominicana tiene un vertiginoso enriquecimiento económico, de ese mismo modo se incrementa el número de marginados que opta por convertirse en cacos o rateros.
Es posible que una buena parte de los dominicanos, por asuntos de educación y porque nuestra exclusión con respecto a los grupos dominantes no nos acaba de taladrar, no seamos capaces de incurrir en esos actos de ratería. Pero, ¿qué impide que otros lo hagan, aunque sean simples descuidistas, y no actúen blandiendo un arma?
La fechoría de marras, podría repetirse con frecuencia en territorio dominicano; pero las mujeres que vimos, aunque los tiempos han cambiado, para los que hemos crecido en barrios, eso creemos, no daban la impresión de que eran clásicas ladronzuelas. Es decir, que al margen de algunos funcionarios corruptos, cualquier persona que no presente la tipología de maleante, podría incurrir en esos menesteres.
Preocupa el pensar sobre la posibilidad de que una parte de la población se dedique a hacer ciertas fechorías, movidos por la rabia de una impotencia a modo de vendetta contra las injusticias e inequidades. Ciertamente, se podría señalar que los comerciantes no tienen la culpa de ciertas injusticias en las políticas públicas. Pero, en este caso y otros similares, si es por necesidad y las exclusiones sociales que roban, se debe lamentar el que estas prácticas se acentúen; aún con el cacareado crecimiento económico.
Tal vez ellas entiendan que otros en las alturas del poder han robado demasiado, y no ha pasado nada. En realidad, si no existieran las impunidades, los no ha lugar, y hubiera efectiva justicia, como dijo alguien; tendríamos la capacidad de construir dos República Dominicana, y podría agregarse que muchos no tendrían la necesidad de coger lo ajeno.
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